Capítulo 14

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Sólo 200 de 678 personas han sido capaces de demostrar su valentía. Felicito a todos los que se encuentran frente a mí a pesar de las adversidades en el campo de entrenamiento...

Lee Minho odiaba tener que dar ese tipo de discursitos alentadores, pero era su turno en el mes. Rogaba no tener que repetirlo otra vez, pero es que esos sonsos que tiene por amigos solían salirse con la suya en cada momento.
Siempre tenían una excusa para escaparse, buenos con las espadas, torpes con las palabras. A veces le sorprende como es que han llegado tan lejos.

—Hyunjin, ¿Qué es lo que traes estos días?
—Tomó asiento a su lado. Su compañero descansaba en unas de las sillas de la sala de reuniones, mientras disfrutaba una taza té, al menos eso creía hasta ver que no había tomado el primer sorbo.
—¿Está todo bien? No te puedo ayudar, pero si puedo escucharte.

—Creo que hice algo que no debí haber hecho.
—Estaba afectado, era bastante claro. Minho no se molesta por estas cosas, pero le extrañaba no ver a ese general tan energético y optimista que todo el tiempo está gritando.
—Tampoco puedo disculparme, sólo dejarlo pasar.

—¿Se trata de tu predestinado?
—Había escuchado algo sobre eso en sus entrenamientos, nada concreto, pues al rubio no le gustaba hablar de eso. Aun así curioseó, acertando en el intento.

—Ummm... es algo como eso.
—Minho no dijo nada más, solo se prestó a escucharle. Tal vez se desahogaría, o simplemente callaría todo lo que siente.
—Cuando descubrí quién era renuncié al instante, y me arrepentí todos los días de mi vida.

—¿Por qué?

—Porque cuando ves a esa persona ser feliz, sólo quieres eso. No era parte de su felicidad, no había razones para forzar un lugar para mí.

—Entonces, ¿Eres feliz?
—Esta pregunta lo incómodo, o eso pensó el alfa de cabellos azules. Para su sorpresa el rubio sonrió, así como cuando recibe su pago.

—Lo soy. Si él es feliz, yo también lo soy...

Minho nunca ha sido capaz de entender a esas personas como él. Tan estúpido. El simple hecho de pensar que eres feliz de ver a quién tanto anhelas con alguien más es ridículo. Jamás estaría de acuerdo, no puedes disfrazar el sufrimiento y complacerte con las migajas.

No obligaría a quien ama a estar con él, pero tampoco fingiría una felicidad vacía. Sólo creas ilusiones donde crees que estás bien, donde el problema se soluciona en cuanto esa persona sonríe. El problema es mayor, porque no sonríe por ti. Porque no te ama a ti, entonces no eres feliz, sólo pretendes serlo.

—Sé lo que estás pensando. Estoy seguro de que crees que es absurdo todo lo que hago, pero no existe mejor placer que saber que esa persona está bien. El punto final de la aceptación se trata de eso.

Tal vez pensaba de esa manera porque no había amado con tal intensidad, pero tampoco deseaba hacerlo. No quería lucir tan miserable a causa de cosas que jamás dijo, mucho menos ver como dices ser feliz con un rostro tan triste. Él no podía hacer nada por su amigo, así que se bebió su té.

—Es mi favorito.
—Se excusó para luego abandonar aquella sala.

-

No podía hacer una entrada digna de un emperador a una boda pequeña. Cambió el color de su pelo a uno negro azabache, esta vez utilizaría un hermoso traje color esmeralda. Sobre sus guantes varios anillos adiamantados, encajando a la perfección con esos aretes de esmeraldas que tanto le gustaban.

En sus labios un tierno color rubí, cerca de sus ojos un leve tono rosa, y sobre sus hombros una hermosa capa con delicados detalles en hilos de plata. No le gustaban las pieles, disfrutaba más utilizar encantadores bordados en hilos de plata y oro.

—El caballo pura sangre que ordenó del oriente fue enviado a la mansión Son.
—Yang no se sorprendía al verle de esa forma, mucho menos por su cambio repentino de cabello, él tiene ese poder de hacer con su imagen lo que le plazca.

-

Felix fue presentado como un buen amigo del novio, omitiendo la parte de que era el emperador de Lee. A pesar de que no quería hacer una entrada llamativa fue imposible, su apariencia y esos tres generales cuidando su espalda no colaboraron con su principal intención.

La mejor parte de asistir a esa boda fue ver a su amigo. Verlo sostener la mano de la persona que tanto ama lo hacía feliz, casándose por amor, con puras intenciones. Cada acción a realizase contenía un frenesí de emociones que hacían palpitar sus corazones, tan diferente a cuando él lo hizo.

—No tienes porqué sopórtalo, simplemente deséchalo.
—Ese pequeño amigo lo tenía cansado con lo mismo. Jisung estaba de ensueño ese día, no quería despegarlo de su lado, temía por la seguridad de su amigo.
—Un caballo blanco del oriente, tan original. Haz opacado mis regalos.

—¿Qué dices?
—Soltó una risita conflictiva al ver ese rostro mirarle con un enojo fingido. No podía seguirle el juego, era demasiado tierno.
—Fuiste quien preparo cada postre que está sobre esa mesa, tu regalo es más importante que el mío.

—No tienes que decir eso para lucir amable.
Iba a seguir molestándolo, pero la sencilla imagen de esas omegas rodear a el general Lee le incómodo.
—¿No tendrán algo más que hacer?

Las omegas rodeaban a esos generales como moscas al pastel. Con cartas de cortejo en sus manos suplicando ser aceptadas por al menos uno de ellos. La verdad es que esos alfas son la diana en cada tiro de un omega, pues quien se case con uno de ellos tendrá toda una vida de honores y prestigios, un premio mayor.

—¿Debería aceptar dichas cartas otra vez?
—Cuestionó para sí mismo. Si lo hacía esas omegas no estarían aglomeradas a su alrededor invadiendo su espacio personal con feromonas. Le molestaba un poco.

—¡Vamos a cortar el pastel! ¡Acompáñenme!

Entelequia-HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora