Había pasado un mes desde que el general regresó al Norte. Tiempo que para Felix fue tanto un pestañeo como una eternidad, se comunicaban diariamente por cartas, y cada día intercambian regalos. Yang era quien empezaba a aburrirse de la situación. ¿Por qué no se acerca oficialmente a la familia Hwang?
—Pasarán años para que tu querido amigo el general decida por fin oficializar lo que tiene con mi señor.
—Se quejó, como lo hacía cada vez que le entregaba los regalos del omega al almirante Bang, quien cada tarde pasaba por las aguas del Norte cumpliendo con su deber y dejando unos cuantos obsequios de paso.—Tu señor es quien inició el cortejo, por ende es quien debería oficializar.
—Bang estaba un poco irritado con la actitud de ese fastidioso omega, al parecer le costaba guardar silencio.Felix estaba consciente de que en su cargo jamás tendría un tiempo libre para hacer todo lo que tanto desea, pero en su posición puede obligar a ese tiempo a llegar. Pues resulta que ahora tiene una necesidad absurda de comunicarse con su futuro alfa, algo que en el pasado no era posible. Cansado de la repentina rutina que ellos mismos se impusieron por la distancia selló el último papel sobre su escritorio.
Si el tiempo en sí se extiende no es importante, lo que verdaderamente importa es si éste perdonará a aquellos que las distancias separan, y él no estaba dispuesto a perder lo que había descubierto como su mejor tesoro. Así que, tomando de su vestidor el mejor traje rosa perlado se dirigió al gran baño, donde le esperaba la tina con agua de rosas. Un aroma sencillamente familia, pero que no dejaba de ser reconfortante.
Y fue grata la sorpresa al enterarse que antes de lo esperado tenía una respuesta. Impaciente esperó en su balcón caer el sol, recordando cuando aún vivía una vida insulsa, y no es que pasaran años de esa vida, pero cuando estamos tan a gusto todo lo malo se siente tan lejano. Cuando la última gota palpó su paladar y el sol se escondió por completo tomó el hermoso caballo blanco que tenía en su establo. Y sin guardias, ni sirvientes, se marchó del palacio.
Mientras la capa se deslizaba por sus sedosos cabellos que alguna vez fueron dorados, se imaginó una historia distinta a la suya, una donde quizá se repita la historia, donde el rebelde omega huya al encuentro de su amor. Y le parece, ridículamente, romántico.
—Cuando recibí la carta pensé que se trataba de alguna broma, pero al ver que se trataba de usted no dudé en venir. ¿Todo bien, majestad?
—Así es. Todo más que bien, al ver que ese brillo seguía tan intenso como antes.—Tanto que creo que estoy soñando.
—Y no pensó, simplemente lo hizo. Besó esos labios carmines tan seductores que tanto extrañaba.
—¿Hay que cumplir con todas las reglas? ¿Por qué debemos cumplir con los meses de cortejo?Hyunjin al ver esa chispa tan hermosa en sus ojos quiso morir en ese instante, de ternura. Sus mejillas sonrojadas tan hermosas a la vista, y esos labios voluptuosos, tan perfecto. Su expression de fingido enojo provocó que el corazón del mayor se sacudiera, el emperador formidable que conoce tiene un lado que puede derretir glaciales, y agradece al cielo poder conocerlo.
—Debemos cumplir con las normas establecidas, mi emperador. Recuerde que usted más que nadie debe ser el ejemplo del pueblo.
—Trató de convencer.—Es absurdo. Sólo debo eliminar esas innecesarias normas y listo.
—Propuso con avidez.—No sabe lo feliz que me hace ver su entusiasmo por casarse conmigo.
—Y, una vez más besó cuidadosamente esa tierna piel rojiza que pronto se iluminaría por los colores del alba.
—Tenemos mucho tiempo para nosotros, tengo una promesa, e incluso en tus otras vidas serás mío.—No conocía ese lado posesivo, general Hwang.
—Y de manera extraña la estaba empezando amar.Juntos observaron el resplandeciente amanecer. Esta vez menos preocupados porque sentían la conexión de que una próxima vez todo sería definitivo, y esa ocasión estaba cada vez más cerca. Pero, aún sabiendo que se volverían a ver, y que tenía toda una vida para confesarlo, quiso decirlo.
—Felix, te amo.
—El omega sin palabras le miró a los ojos.
—Te he amado desde hace mucho tiempo, y eso lo sabes. De verdad pensé que en esta vida no lo lograría y por eso le rogué a la luna una segunda oportunidad para poder tenerte.—Hyunjin...
—Murmuró, queriendo expresarse del mismo modo, pero sin tener que decir en el momento.—Está bien, mi emperador. Permíteme eso en un mejor momento, ahora sólo quiero que sepas que ese hilo rojo que tanta curiosidad te causó es la muestra de que aún mantengo mi palabra. Y mientras yo exista haré lo posible para mantenerte a mi lado.
—Sostuvo el rostro pecoso entre sus manos, quitando de manera tierna los rastros de las lágrimas que enrojecían sus ojos.
—Porque te haré feliz, y eso te lo prometo a ti.Susurró sobre sus labios para sellar esa promesa con un beso. Lo haría, de verdad que sí. Sin importar lo que eso conlleve está dispuesto a todo. Cuidará bien de su omega, y de su futura familia. Porque es un sueño que desea cumplir y compartir con la persona que ama.
—Hyunjin, siento que no merezco todo lo que me dices, pero no me importa. Me esforzaré para ser digno de cada una de tus palabras.
—Esta vez fue él quien sostuvo la mirada, mientras deslizaba sus pequeños dedos por el rostro de su alfa.
—Así que, cuida bien de mí. Yo también te haré mío por mucho tiempo, es una promesa.Y sin el público ni los preparativos ellos se estaban jurando amor eterno, siendo el alba testigo de ese amor. ¿Y que mejor momento que ese para amarse?
No sé si exista, pero cuando la persona es la indicada el lugar es perfecto, y el momento también lo es. Se sentían tan correctos que el insufrible emperador deseaba ordenarle al mundo que se detuviera en ese instante, pero se retractó al escuchar la melodiosa risa de quien le acompañaba "muévete más rápido" al final gritó a la nada, y entre risas.Porque eso era todo, su historia recién empezaba. Así que ansiosos regresaron a sus respectivos lugares, un poco más felices y de la mano de una gran promesa. ¿Qué hará ahora el gran emperador?
—Elimina todo, ahora sólo pienso en casarme.
—Ordenó pensando en que colores le favorecen más.—Majestad...
—Murmuró, derrotado. Al parecer el pobre secretario Yang jamás tendrá un descanso.
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Entelequia-Hyunlix
FanfictionAún estando rodeado de hermosos jazmines, aún pudiendo sostener esas flores sin espinas, él siempre tomará esa rosa blanca. "Aunque esas espinas que posee lastimen mi piel y sangre, me aferraré a esa hermosa rosa sin color aparente, así podré teñi...