Capítulo 27

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Las calles estaban coloridas por la llamativa decoración. No todos los habitantes del imperio podían presenciar el nombramiento de los caballeros luego de la fortuita lucha de espadas en contra de los generales, pero sí celebraban en su nombre desde su pueblo alentando a todos los jóvenes que participaban en la batalla.

Eran las seis menos diez cuando las personas se empezaron a reunir en la plaza principal de la capital, donde el festival se llevaría a cabo. Las dominantes figuras habían sido presentadas ante el pueblo recibiendo bullas y aclamaciones, entonces esa hermosa figura vestida de blanco hizo su aparición. Todos, sin que faltase una, se arrodillaron ante él omega que pasaba enfrente del gran general del Norte, sin notar aquel gesto inclinó un poco su cabeza ante aquellas personas que lo adoraban.

Eres igual de apuesto que tu madre, no quiero mencionar a tu estrepitoso padre.
—No había tenido un contacto directo con el gran general, por lo que se sorprendió un poco al escuchar las palabras dirigidas hacia él.
—Supongo que mi hijo no ha conseguido nada aún.

El alfa suspiró rendido en su asiento, el cual estaba unos centímetros más abajo que el de su majestad. A su izquierda estaba ese hijo que el general mencionaba, vistiendo un hermoso uniforme negro, manteniendo esa mirada tan oscura en los que participarían en la aclamada batalla.

—¿Podemos hablar en privado?

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Tal vez fuese un poco precipitado, pero el quería al general para él, necesitaba el permiso del padre antes. No importa que tenga cientos de pretendientes si el consigue una respuesta afirmativa, ha ganado la batalla. Pero al mencionarle sus intenciones este río escandalosamente, como si hubiese escuchado el chiste más divertido de toda su larga vida.

—No conoces la historia, pequeño. Pero créeme, no es necesario que hagas esas cosas. Hace unos años, cuando el te vio por primera vez te eligió a ti, siempre has sido tú.
—Esas palabras sacudieron al menor, como es que no lo sabía, ¿Hace unos años?

—No lo entiendo, ¿Nos conocíamos desde antes?
—Por qué se sentía tan amarga la sensación de tan sólo imaginarlo.

—Lo recuerdo como ahora, ese día fue la primera vez que él tomó la iniciativa conmigo. Corrió con un chiquillo hacia mis brazos diciendo que había encontrado a su destinado.
—Sus ojos brillaban nostálgicos de tan solo recordar esos tiempos donde el amor inocente resaltaba en los profundos orbes de su pequeño.
—Pero poco tiempo después se enteró de que tenías a alguien, me molestó tanto cuando dijo que renunciaría a ti, pero tampoco podía evitarlo. Eras tú, nadie debía ordenarle al futuro emperador con quien estar.

El señor Hwang tomó ese té amargo con disgusto, solo para complementar su relato. Veía la mirada perdida de su emperador mientras acariciaba su canosa barba, sabía que su hijo algún día lo lograría, pero no tenía idea de que en esta vida. Nunca le tuvo esperanzas en ese campo de la seducción, pero bastante sorprendido estaba al escuchar decir de esos labios que deseaba cortejar a su único hijo, no era quien para negarse, eso le decidía su pequeño.

—Él lo decidirá.
—Aún sabiendo que la respuesta sería positiva quiso sembrarle la intriga, no le pondría las cosas tan accesibles, su hijo esperó mucho tiempo por él, al menos debía hacerle esperar esos minutos de festival por una respuesta. Río cuando estuvo solo, Dios, se sentía tan afortunado, su hijo estará tan feliz sabiendo que regresará al norte siendo cortejado a través de numerosos regalos y cartas de su adorado omega. Si su esposa estuviese viva lo hubiese regañado a morir, pero si está tan en desacuerdo acepta que le jale las patas.

El festival marchó como nunca lo hubiesen imaginado, estaban viviendo cada momento con la mayor diversión, incluso aquellos que al final no lo consiguieron fueron motivados para una segunda oportunidad, nunca es tarde.

En la hora del grandioso baile donde escuchan los bullicios y las risas, en ese momento fue hacer una invitación de baile, que con ojos de sorpresa fue aceptada.

—Jamás imaginé que volvería a bailar con usted antes de irme.

Dijo muy cerca de su rostro. No le importaba que los vieran juntos, de hecho le emocionaba un poco. Escuchaba murmullos a lo lejos sobre lo bien que se veían juntos, eso lo impulsó un poco. Con sus manos temblorosas, y pulso inestable, hizo la pregunta.

—¿Puedo cortejarte?
—El general se detuvo en seco en medio de la pista, el omega pensó qué tal vez la forma en la que lo preguntó no fue la correcta, quizás esperaba algo más elaborado, pero es que lo pensó muy tarde y él se iría la misma noche, no podía perder más tiempo.
—Disculpa, no quise asustarte con mi poca preparación para estas cosas, no estoy acostumbrado. No quiero que mi poca experiencia detenga mis ganas de ser capaz de enamorarte. ¿Existe alguna forma de hacer la pregunta y que aceptes?

La risa más cálida la recibió como respuesta, esos ojos brillaban de emoción, sintió cómo apretaba su cintura mientras sacudía su cabeza aún con esa maravillosa sonrisa estirando sus belfos.

—Es perfecto para mí como lo has hecho. Pero sólo acepto si usted también recibe mis regalos.

Su omega bailó de emoción ante tal respuesta, y aún descolocado continuó bailando junto a ese alfa que ahora quería tan cerca de su persona. Estaba eufórico, y extasiado, agradecido también. Nunca se había sentido tan completo, ni cuando tuvo ese primer beso, o el día de su matrimonio. La sensación era tan distinta, como si quisiera decirle que para estar a gusto no se necesitaba más que la persona correcta.

Y esa persona sostenía su cintura con delicadeza, mientras lo incitaba a sacudirse lentamente con la suave melodía de fondo, él regalándole esa expresión tan genuina que el emperador no será capaz de borrar fácilmente. Unos hermosos labios estirados por una maravillosa sonrisa, y esos ojos oscuros observándolo con un brillo especial, encajaba tan bien con el ambiente que le hacía sentir increíblemente armónico, acorde con todas esas piezas que una vez se rehusaron a encajar.

—Luce tan bien esta noche, demasiado bien, majestad.
—Mucho había tardado.
—Me gustaría saber tantas cosas, tengo tanto que contarle, pero mucho más que me gustaría escuchar. Lástima que ya no queda tiempo.

—Siempre habrá tiempo, siempre que quieras sobrará. 
—Una risilla escapó de sus labios al escucharse, sus palabras fueron tan añejas como el consejo de algún sabio, o experimentado por los años.
—Lo que intento decir es que cuando algo me interesa, mi agenda luce mágicamente en blanco. No te preocupes por el tiempo, cuando queremos este corre a favor.

Y una vez más no pudo evitar estar de acuerdo.

Entelequia-HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora