Tenía a un alfa sobre él, estudiando su cuello cuidadosamente, expulsó todas las feromonas que estuvo conteniendo arrastrando todas sus fuerzas y obligándolo a expulsar grandes cantidades de sangre por su boca. Estaba utilizando su arma de doble filo.
Sintió un líquido caliente recorrer su cuello, hombro y pecho, la fuerza que mantenía a ese alfa en pies flaqueó, terminando este sobre ese omega adormecido. El pequeño empezó a forcejear con las fuertes ataduras que lo detenían, sólo se estaba lastimando, no podía ganarle a esas cadenas.
-
Cuando mis pies tocaron la suave arena de esa isla solo quise correr a la cabaña que estaba a la vista. Ese aroma estaba intensificándose, podía sentirlo a metros de distancia, no era agradable como solía ser, Felix estaba asesinando a un lobo interior que le amenazaba.
Mentiría si describía el momento como reencuentro. Una fuerza desconocida recorrió todo mi cuerpo al ver a esa figura sobre su majestad. Aquello que tanto temía estaba sucediendo, perdería el control y terminaría haciendo quien sabe qué cosa. Pero una mano temblorosa se posó sobre mis puños.
—Escucha, debes mantener la calma. Yo me acercaré a ellos, tú permanece aquí.
—El almirante Bang estaba tan asustado, los olores tan fuertes estaban aprisionando a su lobo, ese omega, ese alfa pura sangre, ¿Qué otra cosa debía soportar?Felix abrió sus ojos lentamente, mostrándose acuosos por el fuerte ardor en su cuerpo. Bang retiró ese pesado cuerpo sobre él quedando estático ante lo que sus ojos estaban presenciando. El cuello de su majestad estaba manchando de un color borgoña, tenía varios moretones en su rostro y las marcas de unas manos en su cuello. El almirante sin saber qué hacer ante tal situación se colocó justo en frente impidiendo la vista de Hwang.
Los caballeros que acompañaban a los generales se acercaron para tomar al príncipe que yacía en el suelo de aquella fría cabaña. Echando un vistazo al alrededor, honestamente, era un lugar deplorable.
—Hyunjin...
—El melodioso sonido de su voz lo devolvió a la realidad. El almirante había desatado las manos y pies de su majestad teniendo este la libertad de movimiento, no obstante carecía de las fuerzas.
El alfa se detuvo en frente del omega que había llamado a su nombre, observó esos ojos brillosos lastimeros pidiendo ser sostenido por él. Ignorando esas miradas que en otra situación habría sido su total perdición. Esos ojos oscuros se posaron en ese cuello.—Prometiste que no permitirías que nada te hiciera daño, por eso te dejé venir sin compañía. ¿Qué se supone que debo hacer ahora?
—Sostuvo esas manos marcadas por las cadenas que las aprisionaban, besó cada parte de ellas tratando de contener sus lágrimas.
—¿Debería matarlo?El almirante decidió retirarse, no soportaba tantas feromonas dominantes juntas. Además, por lo que había presenciado el único que podía calmar a Hwang era su majestad, así prefería devolver un bulto revoltoso a su lugar.
Mientras tanto Hwang abrazaba a ese pequeño omega entre sus brazos, su pequeño estaba tan lastimado. Se arrepentiría toda su vida por permitirle venir solo, por no haber insistido. Él omega limpió la asquerosidad que estaba sobre su cuello manchando sus mangas de hermoso celeste. Pero necesitaba deshacerse de ese hedor que le atormentaba.
¿No era una marca? ¿Ese alfa que planeaba asesinar más tarde no le había marcado?
Soltó un suspiro aliviado, había vuelto a respirar con tranquilidad.-
—Los altavoces que enviaste anunciaron lo sucedido por todo el imperio.
—Changbin se dignó a mostrar su rostro, no sería tan descarado como para no aparecer luego de todo lo que había pasado. El omega se mantenía oculto entre sus sábanas sin prestar atención a lo que ese hombre estaba diciendo.
—Lo lamento tanto. Me siento avergonzado de que mi padre sea el principal culpable en todo esto.No tenía de qué disculparse. Felix se encontraba feliz de estar tan lastimado, ahora cada palabra suya sería verídica ante cada habitante del imperio. No sólo había descubierto al secuestrador de su amigo, sino que también había destruido la reputación de esos vejetes molestos.
—Estoy dispuesto a recibir el castigo que merezco. Admito que mi padre utilizó tu enamoramiento hacia mí para acercarse a la corona.
—Eso también lo sabía, pero disfrutaba escuchar aquello de sus labios.
—Mentí en muchas cosas, también fallé en mi deber como esposo, pero si me das una oportunidad para-—Detente justo ahí.
—Lo detuvo antes de escuchar aquello que sabía que saldría de su boca.
—Puedes desaparecer Seo Changbin, no te imaginas lo desesperado que estoy, deseo que desaparezcas. La persona que quiero ver no se va acercar mientras estés aquí.—¿Es Hwang, cierto?
—Curioseó, mostró una expresión lastimera, como si la confirmación de aquello que le atormentaba lo lastimara.—No tiene porqué ser de tu interés, pero si eso te deja más tranquilo, puedes marcharte pensando que así es.
—Abandonó la comodidad de su cama para posarse frente a él. Esta vez le daría una buena despedida, ahora que su padre sería exiliado del imperio, probablemente, no lo vería por un tiempo.
—Terminemos esto. Fui feliz contigo cortos momentos que recordaré para siempre. Admito que fuimos más sueños que realidades, y está bien.—¿Puedo besarte por última vez?
—Se arriesgó a preguntar, recibiendo un abrazo como respuesta.Fue más como un amigo molesto que un esposo. Los años que estuvieron juntos fueron fugaces para ellos. Quizás si tenían esa chispa especial que podía hacer funcionar una linda historia. Tal vez si Changbin no hubiese conocido a ese omega antes, si no hubiese tenido la presión de su padre que provocó un odio injustificado hacia ese omega de cabellos morados. Si esos rostros se hubiesen conocido en otras circunstancias serían el uno para el otro. En este caso, ese uno tenía dos que sumaba tres, mientras tanto él estaba intentado encontrar a ese uno para también empezar a sumar.
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Entelequia-Hyunlix
FanfictionAún estando rodeado de hermosos jazmines, aún pudiendo sostener esas flores sin espinas, él siempre tomará esa rosa blanca. "Aunque esas espinas que posee lastimen mi piel y sangre, me aferraré a esa hermosa rosa sin color aparente, así podré teñi...