Entelequia-Hyunlix

Capítulo 2

Otra vez esa puertas se abrieron mostrando a cientos de invitados reverenciando a mi persona. Otra vez sin que él sostenga mi brazo.
Lo sé, debe ser vergonzoso para un alfa ser llamado "consorte de un omega" frente a tanta gente.
Era así, Changbin odiaba que le llamaran "emperador" por añadidura. Por tal razón, prefería llegar por su cuenta sin tener que hacer esa tan llamativa entrada.

Felix tomó asiento para presenciar el primer baile. La última vez que pisó la pista de baile fue el día de su boda, desde entonces se negó a sacudir su cuerpo mientras sostenía la mano de su esposo.
Ahora él bailaba ese primer baile junto a ese omega.
No podía mentir, lucía sumamente hermoso. Se veían tan bien juntos que no pudo evitar sentir un poco de culpa por separarlos. Pero ¿Dónde quedaba él?

Él también lucía bien esta noche, a pesar de recibir cientos de cumplidos ninguno vino de los belfos de esa persona.
"Recibo a los generales y me retiro" planeó.
Entonces, media hora más tarde las puertas se abrieron.
Tres generales de blanco habían caminado hacia esa figura en la enorme silla de oro y diamantes. Con una reverencia estos dictaron sus nombres.
Teniente general de la parte Sur, Lee Minho, a sus servicios, majestad.
Nada mal. Cabello azulado, ojos oscuros y piel pálida, al parecer él es de la enorme rama de los Lee que poseyó la parte Sur del imperio. Si está en lo correcto este alfa posee el poder de la luz.

—Almirante de la parte Oeste, Christopher Bang. Quien se encargará de crear un camino para usted en el mar si así lo desea, majestad.

Había escuchado de los Bang hace un tiempo. Su padre le había mencionado que era buen amigo de su familia, durante las guerras él se hizo cargo de ellos.

—Teniente general de la parte Norte, Hwang Hyunjin, a sus órdenes, majestad.

Un leve escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar esa voz, imponente como había escuchado. Era un Hwang después de todo. No fue el único en notarlo, todos los presentes se sintieron intimidados por su presencia.

—Sean bienvenidos formalmente, esta fiesta fue preparada especialmente para ustedes, quienes han demostrado ser leales a este imperio arriesgando sus vidas para defenderlo —Se levantó de su silla, alzando su voz. No necesitaba esparcir feromonas cuando poseía una voz demandante. —A su disposición, un enorme festín y melodiosas canciones. Espero que todo esto sea de su agrado, bienvenidos oficialmente a la capital del imperio.

"Media hora más, por educación" pensó. Luego de ver cómo sus invitados especiales disfrutaban la fiesta decidió marcharse. Pero una voz lo detuvo, honestamente, su omega se detuvo en seco en su interior.

—Majestad, disculpe mi insolencia —éste mantenía una formal reverencia ante el emperador, tratando de no lucir descarado para lo que diría a continuación.

—Desearía que usted me conceda una pieza antes de que se marche.

¿Qué dijo? ¿Es que a caso no sabe que no debería siquiera pensarlo? No bailo desde hace un tiempo, no me gusta hacerlo, dejé de hacerlo. No lo hago ni con mi esposo, entonces cómo podría...

—No me gusta bailar...
Respondió.

—Si es así, entonces este siervo lo entiende.

No lo iba hacer, no pensaba hacerlo. Pero al notar todas las miradas sobre nosotros incluyendo la de él, quise hacerlo. Por primera vez en toda la noche mi amado esposo me había dirigido su mirada. No desperdiciaría tal oportunidad.

—Pero me encantaría cumplir ese deseo tuyo.
Extendió su mano, la cual estaba cubierta por un delicado guante de seda blanca, con varios anillos que decoraban sus pequeños dedos. El general encantado depositó un delicado beso y sostuvo esa mano para dirigirse a la pista de baile.

La belleza del emperador no era un misterio, pero que hermoso estaba esa noche. Ese hermoso traje lucía tan bien en él. La corona en su cabeza estaba de más, porque con o sin ella lucía como un emperador digno de su nombre. Hwang no pudo evitar estudiar su rostro detalladamente, había escuchado rumores, pero no le hacían juicio al original. Cuanta belleza poseía esa pequeña persona, se quedaría corto a pesar de que existen millones de palabras para describirlo.

La pista era sólo de ellos, los demás se unieron a mitad de la canción, pues era el único momento donde podían apreciar a ese hermoso ser bailar.
Si me sigues mirando de esa forma me voy a
incomodar. Advirtió.

—Discúlpeme, majestad. Es sólo que no lo puedo evitar...  —No era la primera persona que le decía esas cosas, de hecho era consciente de la belleza que poseía, pero le sorprendió que a pesar de estar tan ensimismado en su rostro no esparció feromonas para coquetearle. Al finalizar la canción el general Hwang se colocó a nivel de sus rodillas depositando otro beso en la mano de aquella figura imponente.
—Me siento agradecido, mi gratitud se reflejará en mis acciones...

Felix retiró su mano con indiferencia, después de todo la canción había terminado.

—Eso espero.
Entonces, finalmente, se marchó.