De nuevo estaba dentro de esta habitación, rodeada de frías paredes y oyendo el tic tac del reloj. Me muevo agitada y miro a mis lados para apretar los labios al ver un espejo y toparme con mi fatídico reflejo. Hasta yo me doy pena.
El cabello rubio desordenado y lleno de ramas, el largo y elegante vestido rojo que me encantaba estaba rasgado y sucio, mis manos llenas de sangre como si fueran guantes y mi rostro demacrado con el maquillaje restregado por mis pómulos debido al llanto.
Doy un gran suspiro y me giro hacia la puerta cuando oigo el sonido del pomo moverse. Tomo una larga respiración y el oficial entra con mi expediente entre sus manos. No era la primer vez que nos encontrábamos así y él negaba lentamente tomando asiento frente a mí.
—Señorita O'Day, ¿Me puede explicar cómo volvimos a terminar así?—indaga cruzándose de brazos dejando los archivos sobre la mesa entre nosotros.
Ladeo la cabeza y esbozo una sonrisa amarga.
—Por el circo—explico de la misma manera que el año pasado.
—El circo—repite con gracia—una paciente esquizofrénica, un muerto y un secreto que ninguno de los testigos es capaz de confesar.
—Yo se lo estoy diciendo, es por el circo—alzo el mentón con altivez.
—Ese circo, circo, circo, ¡Maldito circo!—alza sus brazos con dramatismo—recibo la misma respuesta de los dos.
Él se inclina de forma amenazante hacia mí y da un fuerte golpe en la mesa.
—¿Quién lo mató, Anastasia? Y si vuelvo a oír sobre ese maldito circo, irás a prisión—espeta amenazador.
Mis ojos azules se entornan y aprieto los puños recordando la risa de ese maldito.
—No lo sé, preguntárselo a él—me encojo de hombros.
El oficial niega con la cabeza y se pone de pie tomando la radio que colgaba de su uniforme.
—Traiganlo—ordena sin dejar de mirarme.
Tras unos segundos, la puerta vuelve a abrirse y me tenso al verlo ahí. Su cabello oscuro está igual de despeinado que el mío, su traje destruido con su lazo suelto, rostro pálido, pero sin deshacerse de esa sonrisa llena de picardía y perversión, y esos ojos felinos de color verdes que no pierden en ningún segundo su brillo juguetón. Tiene las manos esposadas al frente y dos policías lo empujan hacia el cuarto volviendo a cerrar la entrada a sus espaldas.
Él me repara por completo y sus húmedos labios se ensanchan al verme otra vez.
—Pero que falta de educación. ¿Como dejan que una dama ande por aquí en este estado?—suelta con burla—y se hacen llamar imágenes a seguir—niega fingiendo dolor y ruedo los ojos viendo al oficial.
—Siéntese al lado de la señorita O'Day—exige el policía.
Él no objeta y se sienta a mi lado adoptando una postura aburrida.
El oficial frunce el ceño cuando él sube los pies a la mesa de la sala de interrogatorios, pero decide callar volviendo a tomar asiento frente a ambos.
—Ustedes dos cometieron algo muy grave, mataron a alguien y no a cualquier persona.
—Nosotros no matamos a nadie—defiendo mordaz.
—No me mientas, Anastasia. ¡Todos lo vieron!—me grita pausando cada palabra y la vena de su cuello se marca.
El hombre a mi lado toma una postura más firme y mira al oficial con las pupilas dilatadas.
—Primero..... Si le vuelves a gritar así, el siguiente cadáver será el tuyo—amenaza sin perder la elegancia a pesar de su estado.
El policía calla y lo observa atentamente un poco asustado por la voz y la advertencia del otro sospechoso.
—Y segundo, si nosotros lo hubiéramos matado, le aseguro que tendría mil y un razones para hacerlo.
—¿Ah sí?—el oficial trata de que su voz no tiemble—¿Y cuáles serían esas razones?
El sujeto junto a mí cruza miradas conmigo y al mismo tiempo asentimos.
—Los secretos del circo.
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The Secrets Of The Circus [Bilogía Circus #2]
Mistério / Suspense* Los ángeles lo llaman placer divino, los demonios, sufrimiento infernal, y los hombres, amor. Segundo libro de la bilogía Circus y continuación de la historia The Circus of the Forest.