🎪Chapitre XX🎪

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Después de mucho tiempo, obtengo el permiso de salir, de ver el mundo exterior, pero ojalá fuera para no volver allí y ser feliz.

Bajamos de la gran limusina mientras que el chofer nos abre la puerta para bajar. El primero en hacerlo es Roger, seguido de él baja Morgan y por último, yo.

—¿Estás segura, Anastasia?—indaga Morgan con cierta preocupación y complemente decidida, asiento.

—Esto no será nada. No te preocupes.

Roger lanza una ruidosa respiración interrumpiéndonos y ambos nos giramos a verlo.

—Ya nos esperan adentro—emite con las manos en la espalda y encaminándose hacia la gran mansión que se presenciaba frente a todos.

—¿Lista?—me pregunta Morgan estrechándome su mano.

—Lista—afirmo aceptando su apretón.

Ambos seguimos a Roger y puedo sentir como Morgan me observa por el rabillo del ojo inseguro de mi decisión, pero tenía que hacerlo, aunque sea una última vez.

Las inmensas puertas pivotantes se abren enseñándonos el lujoso interior de la mansión que nos recibió con aquel estilo contemporáneo completamente único y extrañamente familiar.

Caminamos entre un angosto pasillo repleto de retratos antiguos y decoraciones extrañas, un poco turbias y retorcidas. Trato de ignorarlo y seguimos a Roger hasta el otro lado de la mansión en donde unos grandes ventanales atraían gran iluminación a la sala principal de la casa.

Nuestro guía abre uno de los ventanales corredizos y sale al patio trasero, en el cual se podía percibir una extraña vibra que se terminó de comprobar al ver que la piscina que decoraba todo el centro poseía el agua de color rojo, pero tan rojo que podrías pensar que era sangre. Y la figura de la misma era un tanto retorcida, era la forma de una calavera. Y a los alrededores yacían esculturas de ángeles sombríos que sentías que te observaban.

El dueño de este lugar era bastante creativo.

—Ahí está—anuncia Roger rodeando la piscina para ir hacia una sombrilla vinotinto, donde un sujeto se encontraba de espaldas bebiendo vino de una copa con diseño de serpiente.

Morgan al notar que no ejercí ningún movimiento, decide hablar:

—Si no te sientes lista podemos volver. No habrá problema con eso, principessa—confirma mientras trato de armarme de valor.

—Si no lo hago ahora, no lo podré hacer nunca—musité siguiendo a Roger.

A medida que más me acercaba, el temor se hacia más grande. Puedo ver como Roger se planta frente al sujeto que se mantenía en silencio bebiendo y le agradece por dejarnos venir en estos términos.

—Ahí está la chica—le comunica el mayor haciéndome una seña para que me apresure.

Comienzo a hacerlo, pero algo en todo esto no me inspiraba confianza y todo se confirma al estar frente al sujeto misterioso que habíamos visitado.

Mi cuerpo se congela al reconocer uno de esos rostros que jamás iba a poder borrar de mi cabeza. Uno de los hombres que me arruinó la vida. Uno de los sujetos que me hizo sentir basura. Una de las personas que desata un torbellino de malas emociones que jamás pensé volver a experimentar.

Era Derek. El amigo de Erick. Uno de los tantos que abusó de mí.

Creí que era una ilusión y puedo confirmar que no cuando aprieto el brazo de Morgan para no caer. Él me mira preocupado y extrañado. Claro, él no lo sabía. Pero yo sí. Yo si reconozco cada maldito rostro que me hizo la vida mierda.

The Secrets Of The Circus  [Bilogía Circus #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora