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—Oh, pero que tenemos aquí  ¿A dónde tan rápido primor, buscas diversión? —balbuceó el borracho, agarrándola de los hombros.

—Por favor, suélteme. Tengo que trabajar —quería irse.

—Pero quiero divertirme... Tienes un muy buen trasero, no te gustaría... ya sabes —le manoseó las nalgas.

—¡Ya suéltame! —estaba por golpearlo hasta que sintió un tirón en su brazo, alejándola con brusquedad del borracho. Al voltearse vio que era el diablo.

—Es mejor que la dejes seguir con su trabajo si no quieres problemas.

Alexa lo miró incrédula, ¿mira quien habla?, él hizo lo mismo con ella antes.

Soltándose, el diablo solo le guiñó el ojo y ella se apuró a conseguir lo que quería y volver a su puesto.

Entregándole a Jonny lo que necesitaba, suspiró cansada de su situación. Alexa miró la pista, y él ya no estaba. Era terriblemente inquietante.

Cuando terminó su turno, se despidió de Jonny y se fue, estaba por llamar a Marta, pero un auto estacionó a su lado, y varios hombres salieron, tomándola de los brazos para meterla en el vehículo.

—¿Que? N-no.. ¡suéltenme, no! —forcejeaba pero era inútil, y a tropezones se adentró al vehículo. Entre forcejeos y golpes terminó rindiéndose ante la droga que le inyectaron y todo se volvió negro.

...

Despertó con la cabeza dándole vueltas y el cuerpo adolorido, estaba sentada en un sillón con las manos atadas a su espalda. Una voz se escuchó.

—Al fin despiertas.

Trató de enfocar la vista, y vio al diablo frente a ella, literalmente parecía uno con esa sonrisa maniática. 

—¿Q-qué... quieres... de mi...? —susurró con miedo.

—¿Cómo vas con las deudas? ¿ya las pagaste o te sacaron de casa? —dijo en tono divertido.

Alexa no comprendió cómo era que él sabía sobre las deudas.

Será que él...no, no puede ser, ¿o si?

—Tú...hiciste algo..., fuiste tú... —dijo con voz temblorosa, Leonardo soltó una risita y asintió.

—No debiste golpearme, aquella humillación no la dejaré pasar —dice en tono frío—. ¿Te gustó mi regalo?

—Entonces fuiste tú, gracias a ti estoy en la calle.

—Eso no es suficiente para mí, quiero que te humilles como lo hiciste conmigo —gruñó agarrándola del mentón, ella soltó un quejido de dolor.

—Por eso mandaste a tus matones a secuestrarme y golpearme, ¿verdad?

Leonardo frunció el ceño, él no los mandó a golpearla. Entonces vio el pequeño corte en su labio inferior y el color rojizo en su mejilla. De inmediato se enderezó y miró a sus hombres, quienes estaban detrás de ella.

—¿Quién la golpeó? Les dije que la quería intacta ―gruñó, frunciendo más el ceño.

Uno de los hombres se acercó y también tenía una mejilla roja.

—Ella se resistía y no dejaba de forcejear.

—¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Que me dejara arrastrar fácilmente? —reprochó Alexa, molesta.

—Pues  debiste obedecer —respondió él, enojado.

—¡Pues no me jales del pelo, imbécil!

Leonardo veía divertido como ambos discutían como niños. Aquella mujer no era fácil de tratar y le estaba gustando su carácter, tal vez cambiaría su plan de venganza por una más divertida que los incluía solo a los dos.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora