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Era como si su corazón sufriera un paro y luego volviera a latir...

Ver como Alexa se balanceaba hacia atrás y adelante, saltando, para después correr hacia él con una sonrisa, abrazándose fuertemente a él, mientras Leonardo tenía la cara mas pálida, aún intentando reaccionar del susto.

Cuando sus neuronas al fin pudieron trabajar, abrazó también a la menor.

—¡Cristo! Alexa, no vuelvas a hacer eso... casi... casi me das un infarto. Oh, Dios, me asustaste tanto... —escuchó la risita de la menor—. Eso no tiene gracia, bebé —dijo en tono serio.

Pero terminó besando su cabeza y frotando su mejilla contra esta.

—Quiero estar bien... aún me duele... pero quiero superarlo, y lo haré contigo —se acurrucó mejor en sus brazos, escondiendo su rostro en el pecho ajeno—. Ya elegí que camino seguir... y es contigo... Quiero estar contigo.

Leonardo quería reír y llorar al mismo tiempo, se escondió en su cuello para besar suavemente la zona.

—Lo lograrás, bebé... podrás superar todo, confío en ti... eres fuerte —susurró en su cuello, Alexa levantó su rostro para poder mirarlo.

—Vamos a dentro, tengo frío —dijo temblando.

Leonardo sonrió y la cargó de forma en que Alexa enredara sus piernas alrededor de sus caderas.

—¿Estás cómoda? —la menor asintió, apoyando su cabeza sobre su hombro.

Dentro, volvieron a la habitación, otra vez acostado y abrazados.

Alexa aún sentía todas esas manos asquerosas que la tocaron sin pudor, su piel ardía al recordar todo eso, quería quitarse la fea sensación.

Unas tibias manos acariciaron su mejilla, limpiando las lágrimas que ni ella misma sabía que estaba soltando.

—Todo estará bien, amor. Yo cuidaré de ti, esta vez lo haré bien, no romperé más mi promesa... —la menor tomó las manos ajenas y acunó su mejilla sobre ellas.

—Ayúdame. Por favor, quítame esta sensación. Quítame el mal recuerdo. Hazme sentir bien... hazme sentir... —lo miro a los ojos—. Ámame... —pidió suavemente.

Y la amó.

Besaba cada marca, cada cicatriz en su cuerpo con suavidad, todas aún en un color rojizo al ser nuevas, que con el tiempo se volverían blancas. Cada una tenía los malos recuerdos grabados, y él se encargaría de borrarlos.

Entre besos destensaba el cuerpo de Alexa, y con sus brazos la abrazaba protectoramente.

Alexa lloriqueaba, sintiéndose apenada y asustada.

Leonardo la arrulló, besándola con amor, mientras la desvestía con suavidad.

Prendas por prendas iban desapareciendo con lentitud para no asustarla. Amaba que ella aún depositara en él su delicada confianza. Y su delicado cuerpo.

Besó todo de ella, mostrándole cuan valiosa era para Leonardo. Besó su delicado vientre, ahora vacío, sin su pequeño Minmi...

Dolía tanto pensar en él, y saber que nunca lo conocería, nunca lo tendría en sus brazos.

Empujó su tristeza hacia un lado, y se concentró en Alexa, ella sí lo necesitaba.

La preparó con calma, siendo lento y suave con cada toque. Alexa se sentía volar con cada caricia y palabras dichas. Su cuerpo se ablandaba y permitía el tacto de Leonardo sin evocar recuerdos indeseados.

Alexa jadeó al sentir la intromisión en su interior, no dolía, solo se sentía entraño... Fue lento en cada empuje, su interior revoloteando alrededor de él, adorando la bonita sensación.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora