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Pasaron dos semanas desde que le había hecho llorar, y desde entonces, en la mente de Leonardo no ha dejado de rondar Alexa.

No la había vuelto a llamar ni una vez, las ganas no le faltaron, pero se decía que debía darle su espacio.

Era irónico, porque, antes decía que él podía hacer lo que quisiera con ella. Ahora se cuestionaba si llamarla o no.

Al final optó por llamar. Estaba en su casa, en el estudio, trabajando, así que se dio el tiempo.

Buscó entre sus contactos el número de Alexa.

La llamó...1...2...3...4...5 pitidos y al fin contestó.

Hola...

Su voz sonaba baja y algo ronca.

—¿Bebé?  ¿Estás bien?.

Hmm... estoy bien... solo un resfriado nada más, ¿necesitas algo?

Sonaba débil.

—¿Estás sola?

Sí... no he podido ir a la universidad, así que....

Voy para allála interrumpió, saliendo del estudio.

¿Cómo? N-no es necesario....

No terminó de hablar, porque colgó.

La voz de la mujer lo preocupó. Él esperaba algún regaño o insulto de su parte, no una voz tan baja y débil.

...

Llegó al apartamento, y tocó la puerta suavemente, nadie apareció ni se escuchó algún ruido, así que solo entró.

Era la primera vez que veía el interior, ya que siempre se quedaba afuera o cerca de la puerta.

Era pequeño, pero acogedor, pasando lo que parecía ser la cocina-comedor, subió una corta escalera que llevaba a una habitación, volvió a tocar la puerta, y nada.

De forma lenta abrió la puerta para entrar, y ahí vio un bulto en la cama, a pasos tranquilos se acercó.

Era Alexa y parecía estar dormida, toco su frente suavemente. Estaba ardiendo en fiebre... sus mejillas, su cuello, sus manos, todo estaba muy caliente.

Debido al movimiento, Alexa abrió los ojos, o lo intento, ya que los volvió a cerrar debido al dolor de cabeza.

—¿Qué haces aquí? —apenas lo podía ver, ¿cuando llegó aquí?

—Tienes fiebre, ¿tomaste alguna medicina? —preguntó angustiado.

—Sí... no es grave. —No era la primera vez que tenía fiebre, pero sí la primera vez que le dolía mucho.

Leonardo apretó los labios. No se veía bien, apenas podía abrir los ojos. Sin mucho esfuerzo, la cargó de forma nupcial. Cosa que sorprendió a Alexa.

—¡Hey! Q-qué... ¡bajame!

—Te vienes conmigo. No puedo dejarte aquí en este estado, estás mal —dijo saliendo de la habitación, bajando con cuidado los pocos escalones.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora