Epílogo

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Cuatro años pasaron de aquella hermosa sorpresa, Cuatro años en lo que se prometieron amor. Cuatro años de momentos felices, llenos de diversión y peligros por igual.

—Mira cómo quedaste... ya estás viejo para esto —dijo Alexa limpiando las heridas de Leonardo.

Aprendió a controlarse con el tiempo, después de ver al italiano con heridas de bala... casi le dio un ataque por el susto. Pero ahora ya no sorprendía mucho, solo lo regañaba.

—¿Viejo? Tengo más energía y movilidad que tu bebé... y soy nueve años mayor... —Se burló por lo bajo, siseando por el ardor en su espalda.

—¿Sí? Bueno... es porque no tengo mucho que hacer aquí... —Terminó de limpiar y puso una gasa en sus heridas—. Me preocupas... cada vez regresas con más heridas, al menos no profundas.

—Algunas veces se complican, y tenemos que recurrir a la violencia... no siempre lo hacemos, pero esta vez entran más niños sin experiencia que se creen mejores y... ya sabes que viene después. —Se dio la vuelta y abrazó a Alexa por la cintura—. Estás más radiante que nunca... —dijo sobre los labios de la menor.

—Tú me haces más radiante... —dijo ella con las mejillas rojas, nunca podría superar los halagos de éste.

—Mmm, deberíamos de... —se vio interrumpido por los golpes de la puerta—. Oh, vaya... siempre interrumpen en el momento equivocado.

Alexa rió divertida. —Tranquilo... tenemos toda la noche. —Le mordió traviesamente el labio inferior. Cosa que hizo gruñir al italiano.

Ella se alejó, sonriendo y abrió la puerta, encontrando a Marta y Carlos con un pequeño niño de dos años en sus brazos.

Después de que se casó con Leonardo, Carlos y Marta lo hicieron también, y a los años tuvieron a su primer bebé.

Vanessa también lo hizo con Samuel, y ya tenían a su primer bebé, que nació hace tres meses.

—Hola, mi amor... saluda a tía Ale, bebé, —dijo Marta, agitando la manita del bebé.

Éste sonrió y extendió sus bracitos, queriendo subir con Alexa.

—Hola bolita... —Tomó en brazos al bebé, y le besó los redondos cachetes—.Pasen... —dijo dándoles paso.

—Los interrumpimos, ¿verdad? —mencionó Carlos al ver la cara de Leonardo.

—Así parece... nuestro radar nunca falla. —Marta y Carlos chocaron sus palmas

—Ustedes son tal para cual... —dijo Leonardo, acercándose a su esposa.

—To... leooo... raww... —balbuceó el bebé, haciendo reír a los presentes.

—Así es, bebé... tío Leo... ustedes le enseñaron el gruñido, ¿verdad?

—Fue Carlos, yo no tuve nada que ver —se defendió Marta.

Leonardo le dio una mala mirada a Carlos, pero éste ni se inmutó.

Cada uno se metió en sus asuntos.

Carlos y Leonardo quedaron en la sala a hablar de negocios, mientras Marta y Alexa estaban en la cocina con el pequeño Antonio.

—Dime... ¿como vas? —preguntó Marta, mientras alimenta a su bebé—. ¿Algún cambio?

—No... siempre es lo mismo, negativo. —Ella aún tenia la esperanza de poder darle un hijo al italiano, pero esa esperanza se estaba esfumando—. Los retrasos ya se me hicieron normales... mejor olvido la idea de tener un bebé.

Marta la miró con tristeza.

—Oye... no te sientas mal, Leonardo te ama, eso es todo lo que necesitas, además nunca te ha reclamado por querer tener un bebé.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora