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Alexa saltaba, jadeándo, ya estaba cansada, pero Leonardo no paraba... Le gustaba hacerla sufrir.

—P-por favor... —suplicó con los ojos cristalizados, ya no podía más.

—No —dijo éste, decidido.

Le divertía ver como Alexa saltaba, tratando de alcanzar su dulce que él tenía en sus manos en el aire, haciendo que la menor se estirara para intentar alcanzarlo.

Alexa dejó de saltar y lo miró con el ceño fruncido y los ojos aguados. Odiaba ser tan sensible en esps momentos, pero de verdad quería ese dulce... era su favorito, Leonardo no se lo quería dar.

Las lágrimas cayeron de sus ojos, y soltó un sollozo que alarmó a Leonardo.

No pensó que se iba a poner a llorar por un dulce.

—Oh, no llores, bebé. Solo es un dulce —pero ella se alejó de él, enojada, y se fue de ahí.

No debió quitarle su dulce, pero era la décima que estaba comiendo, podría hacerle mal a su estomago.

—Vamos, bebé. No te enojes conmigo, puede hacerte mal —dijo yendo tras de ella.

Alexa se sentó en el sofá con los brazos cruzados, sabía que se estaba comportando de forma infantil. Cambiaba de un momento a otro.

A veces era pervertida, otras veces juguetpna, otras veces enojona, y ahora esto...

—Nena... no te pongas así, solo me preocupo por ti —suplicó, sentándose junto a ella.

—Pero lo quiero... —gimoteó—. ¡Aish! Perdón por ser un dolor en el cu-

—Está bien, te lo daré —a interrumpió.

—No... es mejor así. Ya comí mucho. —Se recostó sobre el hombro de él—. Estoy aburrida, ¿podemos hacer algo? Lo que sea... Oh, podemos decirle a Carlos que traiga a Marta para pasar el rato juntos, bueno... si es que tienen tiempo.

—Es buena idea... —sacó su teléfono del bolsillo y lo llamó.

—Ah.. ¿sí?

Leonardo frunció el ceño.

—¿Todo bien? —podía escuchar su respiración agitada.

—Ah, s-sí.. todo bien... ammm... Leo, estoy un poco o-ocupado ahora...

Leonardo se mordió el labio para no reír, ya entendió su situación.

Claro... te entiendo, en cuando acaben con sus asuntos, vengan los dos a mi casa...

—¿C-cómo sabes con quien estoy?

Carlos... puedo oírlos, y créeme, que los sonidos que hacen no es nada discreto.

Bueno... contigo no tengo que ser discreto... Enseguida vamos.

Y colgó.

—¿Qué dijo? —preguntó la menor, jugando con mano libre de él.

—Enseguida vienen. —Ella asintió, acomodándose mejor entre los brazos del mayor—. ¿Sucede algo, bebé? —Alexa sonrió, acurrucandose más en él.

—Te quiero —dijo besándo su cuello—. Mucho mucho. —Ahí estaba la faceta cariñosa.

Leonardo no se aguantó y se lanzó por los labios de Alexa.

Así pasaron unos treinta minutos, inmersos en su mundo de caramelo, sin darse cuenta de que la otra pareja ya había llegado 

—Linda bienvenida, fratello —dijo Carlos, entrando con una sonrisa al ver la posición en la que estaban.

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora