Battery PL, Nueva York. EE.UU
Condominio Crown
Jeremiah está en el hospital.
Está bien, pero en el hospital.
Bueno, realmente no sé si está bien, pero no he podido comunicarme con él desde que llegamos y tengo que creer en la información que me llega si no quiero caer en el estrés crónico. Un compañero de equipo de él llegó al aeropuerto para recibirlo y fue muy amable de traernos a Leila y a mí al condominio, dejándome su número para emergencias.
El regreso brusco a Estados Unidos me tiene con un humor particularmente amargo que no se me quita ni comiendo coco. Me siento como una fracasada. No logré lo que tenía que lograr, desde el aspecto emocional estoy peor de cómo me fui y, de paso, las noticias no ayudan.
No sé en qué momento se me ocurrió que ver el celular era una manera muy inteligente de mi parte de ignorar todo lo que está pasando. Ya me han salido más de cinco publicaciones en las redes sociales con mi cara sonriente y los ojos brillantes de Creek sobre mí, más diez videos de nosotros caminando por la playa, Jeremiah firmando autógrafos mientras yo le doy la espalda y, por ultimo y menos importante, videos míos con el suéter de los Yankees y el rostro que le quité prestado a Casper de lo pálida que estaba por la menstruación.
Tenemos más de veinticuatro horas sin recibir un solo mensaje sobre el estado anímico de Creek e internamente me siento muchísimo mejor preocupándome por ese mensaje que por la charla que tengo pendiente con mamá.
No sé nada de ella y tampoco quiero saber.
En las redes sociales andan diciendo que soy la otra, así que no me quiero ni imaginar cómo debe de estar Lorelai con esos comentarios.
—Kennita...
—¿Huh?
—¿No has pensando en crear tu propio pene?
Bajo mi celular con lentitud, viendo fijamente por la ventana para no voltear hacia ella y sobre pensar lo que acaba de salir por su boca.
—Es decir —prosigue—, tú creas tu propio pene bajo tus gustos y preferencias, ya sea color, grosor, incluso el sabor y el color del semen...
—Ay por dios. —Me paso una mano por la cara.
—Todas esas cosas imagínate poder crearlas en una aplicación. No vas a pensar en penes de otros hombres y llorar por ellos, puedes disfrutar el tuyo que tienes la seguridad de que siempre será tuyo. Hasta puedes admirar lo bonito que es sin que parezca raro. —Me atrevo a observarla y parece que está muy segura de lo que está diciendo. —A tal punto de que, si tanto lo amas, pedirlo como dildo.
Me levanto del sofá con una lentitud que la hace reír de manera escandalosa. No vale la pena prestarle atención cuando está ansiosa. Su mente se pone muy creativa.
Me dirijo a su cocina para buscar algo con que alimentarme. No como nada desde el desayuno y ya son las tres de la tarde, mis órganos me están gritando que me alimente. Consigo un pan integral al fondo de la nevera llena de botellas de champagne y sangría que saco con un paquete de jamón de pavo y mayonesa.
Mientras preparo los sándwiches para Leila y para mí, intento conversar para no dejarme dominar por los pensamientos obsesivos.
—¿Tu madrina no te ha llamado?
—No necesita nada de mí, porque si lo hiciera ya estuviera aq...
La puerta suena en dos golpes seguros y ambas nos asustamos, sin embargo, no lo hacemos por el mismo motivo. La mano de mi amiga permanece en su vientre, que, cuando nota mi mirada sobre ella, la quita con rapidez.
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Tercera Base. ©
RomantikCuando el deseo es muy fuerte, renunciar a todo lo que te aleja de él es la primera opción. Sin embargo, para Kenna y Jeremiah es un poco distinto, ya que ambos primero les gustaría resolver todo lo que les impide disfrutar de ellos mismos. El cami...