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Jeremiah Creek

2:00am

El día se me ha hecho eterno y antes era mejor, porque no quería que acabara. Ahora quiero cerrar los ojos, volverlos a abrir y dar los buenos días.

—¿Por qué te escondías de mí? ¿Acaso sigues sin entender la gravedad del asunto? —cuestiona en un tono pesado.

Suspiro dándole la espalda.

Anderson no dice nada, solo entra y mantiene su posición en silencio, detallando mucho cada parte de la casa. Él ya ha estado aquí muchas veces, no quiero pensar que está así de activo porque sabe que hay alguien que no suele estar por aquí.

Si se dan cuenta que Kenna está presente, se me va a olvidar todo lo que planee para este momento.

—Por favor, Morris...

Estoy cansado de huir, cansado de dejar mis decisiones a la voluntad de otras personas, estoy cansado de evitar que discusiones pasen cuando sé muy bien que es el principal camino para la salida de esta tortura.

—¡Por favor nada, Jeremiah! —Bajo la cabeza cuando grita, sintiéndome impotente. —¡Todo el equipo estaba preocupado por ti y tú te vas a vacacionar con mujeres sabiendo que tienes responsabilidades!

—Te has perdido entrenamientos y pautas importantes. Morris tiene razón en esa parte —opina Anderson, caminando alrededor de la cocina con las manos en la espalda.

No quiero verlo mucho. Si lo hago, sabrá que tengo compañía y no son ellos.

—¿Por qué te estabas escondiendo de mí? ¿Acaso muerdo?

—Tu no, pero puede que yo a ti sí si sigues sacándome de quicio. Mucho puedo hacer, y sabes que con una llamada las cosas entre nosotros estarán muy lejos de ser mejores.

Morris exhala con estrés y se lanza en mi sofá, arrimándolo hacia atrás. Cierro y abro los puños para luego tomar aire por la nariz. Tengo que seguir manteniendo la calma. No quiero vomitar. Y si lo golpeo, como he querido hacerlo durante mucho tiempo, la adrenalina será tan grande que me puede dar un segundo infarto.

—Quiero hacer las paces.

—No, no quieres.

La tensión se puede cortar con una cuchara.

Cuando sus ojos negros dejan de mirar sus pies y se enfocan en mí, estoy seguro que me está maldiciendo a través de ellos.

—Jeremiah... —suelta en un tono amenazante que no me gusta para nada.

Miro a Anderson en busca de algo y lo único que consigo es su cara seria.

Sé que no me comporté como debí. Sé que tuve que avisarles... Pero no me gusta molestar y esta situación por más privada que quiera mantenerla se me está saliendo de las manos y por eso necesito ayuda, sin embargo, sé que nadie puede hacer más de lo que yo soy capaz.

—Te he quitado los beneficios que tenías conmigo, te he cancelado todos los contratos que te mantenían ocupado este año, todos... Ahora soy el más importante para ti y tienes que cumplir conmigo. —Suspiro haciendo crecer la presión sobre mis hombros. Él niega con la cabeza, se levanta y camina hacia mí. No me he movido de la cocina desde que llegaron. —¿Crees que esto es un juego? Si es así, tienes que decírmelo ahora para poder tomar medidas en el asunto. Somos hombres, y hacemos negocios. ¿Te queda claro eso?

Muerdo con fuerza la piel de mis mejillas internas para no responder. No quiero seguir en esto, pero, ¿cómo me retiro sin perderlo todo?

—No me voy a casar con Naia.

Tercera Base. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora