Battery PL, Nueva York. EE.UU
Condominio Crown
Siendo cuidadosa, salgo del ascensor y camino por el corto pasillo hasta salir del edificio y dirigirme al vestíbulo imaginando que soy un fantasma que Creek y la mujer con la que habla no pueden ver. Las puertas corredizas se abren cuando llego, dejando en evidencia al fantasma que imaginaba que era. Hay un grupo grande de hombres hablando en voz baja donde justamente tengo que revisar para conseguir el aparato electrónico de mi amiga.
Estoy nerviosa.
¿Por qué hay tantos hombres aquí?
—Señorita Mcoy, ¿tiene alguna visita?
Todos se quedan en silencio al escuchar la voz grave del canoso señor que se mantiene detrás del amaderado, lujoso y brillante escritorio de recepción.
Sin mirar a ninguno de los hombres bien vestidos y perfumados que ahora detallan mi presencia minuciosamente, me acerco al recepcionista con una mueca de incomodidad y le comunico mi inquietud rezando de que pueda calmarla.
—Hola... ¿De casualidad ha visto un celular negro que se ha caído justo en aquel pequeño sofá que ahora ni se ve por... ellos?
Son pocas las cosas que me dan vergüenza y ahora no se si una de ellas es que muchos hombres me vean al mismo tiempo en un lugar cerrado. Es decir, no es primera vez que me pasa, pero...
—Señorita, hay muchos celulares negros y...
—Acabamos de encontrar esto y no es de ninguno de nosotros. —Uno de los hombres se acerca interrumpiendo lo que el señor me iba a decir.
Ah si, que casualidad.
—¿Es ese el que busca?
Sin verlo a la cara, observo el aparato que sostiene y extiendo mi mano al confirmar que es el teléfono de mi amiga.
—Gracias.
Le doy una sonrisa sarcástica a ambos antes de darme media vuelta y continuar con mi recorrido, sin embargo, la acción se ve abruptamente cancelada al dar de frente con quien menos esperaba.
Creek ladea la cabeza cuando me ve y sonríe. El corazón me comienza a latir cuando pienso que va a decir algo respecto al tiempo prolongado en el que nos hemos estado viendo fijamente, pero no dice nada, en su lugar, vuelve a sonreírme por última vez y se reúne con el grupo de hombres que celebran silenciosamente su llegada a partir de leves empujones.
Suspiro, rasco mi mejilla y salgo del vestíbulo cruzando por el césped que rodea el área común de la piscina. No sé qué me hace pensar que andar por aquí e ignorar el sendero iluminado, que se hizo precisamente para que las personas no pisaran la grama, me hará el camino más corto hacia mi edificio.
Con una sinceridad pesada acepto que el interés que sentí cuando lo vi por primera vez se ha esfumado tan rápido que hasta a mí me impresiona.
No sé qué esperaba. ¿Estrellitas? ¿Globos? ¿Una fiesta? Y, además, ¿por qué me importa tanto? Tengo mejores cosas de las que ocuparme. Desperdiciar mi energía mental en imaginarme un momento con alguien como el personaje público que es Jeremiah Creek solo consume partes de mí que mi vida necesita con urgencia.
¿Por qué estoy nerviosa? Solo nos vimos sin importancia. ¿Por qué siento un cosquilleo en la nuca?
Me desespera no tener el control de mis propias emociones.
Lo que siento no tiene sentido. A penas lo conozco.
Toco la puerta que marca el número 114 y Leila sale con un pan metido en la boca mientras sostiene un vaso que contiene un líquido espeso y marrón.
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Tercera Base. ©
RomanceCuando el deseo es muy fuerte, renunciar a todo lo que te aleja de él es la primera opción. Sin embargo, para Kenna y Jeremiah es un poco distinto, ya que ambos primero les gustaría resolver todo lo que les impide disfrutar de ellos mismos. El cami...