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Jeremiah Creek.

Me molesta muchísimo tener que aceptar que mi madre tenía razón cuando me dijo: «Querer no es problema, el problema es cuando sabes que, aunque no sea la persona indicada, no podrás sentir odio hacia los recuerdos que tienen juntos, pase lo que pase.»

Quisiera poder controlarme, pero no puedo. Estoy dejando fluir lo que posiblemente me pueda matar.

El cómo mi corazón late cada vez que nuestros ojos se encuentran no es para nada saludable.

De regreso al hotel, Kenna no parece querer despegarse de su amiga. No sé qué pasó entre ellas antes de que llegáramos, pero me preocupa que las dos estén con los ojos rojos y soltando lágrimas cada cinco minutos. No quisimos quedarnos mucho tiempo, la cosa se puso un poco incómoda cuando llegaron algunas fanáticas que no nos dejaron disfrutar por el hecho de que no dejaban de grabarnos con disimulo.

No quiero ni pensar lo que hay en redes sociales en este momento.

Siento un vacío en el estómago cuando nos bajamos del auto y Mcoy vuelve a mirarme como lo hizo antes de salir del club. En sus ojos hay tristeza, pero lo que me trasmite va más allá de algo malo.

Quiero abrazarla de nuevo, justo como lo hice aquel día en el pasillo de mi casa.

—Bienvenidos.

Una voz gruesa con un acento egipcio muy marcado nos habla desde la entrada del hotel y todos volteamos al mismo tiempo. Un señor de aspecto adulto, con barba y bien vestido, se acerca a nosotros, toma la mano de Lion y deja un beso sobre ella.

Justo ahora, esto está casi solo, por lo tanto, es extraño que esté ahí de pie fingiendo cuidar las puertas.

—Creo que me voy. Nos vemos más tarde... —susurra embobada por el gesto, yendo con él.

Iba a decir algo, pero la voz de Kenna me interrumpe.

—Leila, son las tres de la mañana.

—Nos vemos a las seis, entonces. —La ya nombrada deja un beso sonoro sobre la mejilla de su amiga y se va con el señor. —¡Si no llego, búsquenme por mar, aire y tierra!

—¡Habibi! ¡Te la intercambio por un camello! —grita Jackson y la risa de Leila lo hace reír a él también.

El señor se voltea y le hace una seña con la mano.

—¡No hace falta! ¡Ella ya me pagará con algo especial!

—¡La quiero de vuelta en buen estado!

—¡Ella aguantará!

Jackson se ríe ante el beso que Lion le planta al señor y Kenna lo ve seria.

No, no le da risa en lo absoluto. Pero a mi si me da gracia y tengo que simular que no. No quiero que se moleste conmigo.

Es compresible su actitud. El que Leila se haya ido así con alguien que —creo— que no conoce, es muy irresponsable de su parte.

—¿Qué te da risa?

—Déjala quieta. Es su vida —dice mi amigo aun riendo.

—¿No te han dicho que eres insoportable?

—Algún día me vas a amar, como Creek. No durará mucho, lo prometo.

Mcoy abre la boca para decir algo, pero la cierra cuando vuelve a verme. Yo ladeo la cabeza en busca de algo más que me de seguridad para tomar la decisión de apretarla a mi cuerpo, pero no veo nada, solo desesperación.

—Tiene un humor... ¿Siempre ha sido así? —pregunta Edwinson cuando Kenna se retira.

No sé a dónde va, la llave de la habitación donde dejó sus cosas la tengo yo.

Tercera Base. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora