Phoebe se sentía confundida y deprimida mientras tomaba su primera taza de café matutino. Lentamente daba vueltas con su silla, miraba hacia afuera a través de las ventanas de su oficina, situada encima de los campos vacíos de entrenamiento. Era lunes, día de lamerse las heridas, de que los jugadores supieran si habían dado la talla durante el partido como quería su entrenador, pasaran revisiones físicas y vieran películas. No volvían a entrenar hasta el miércoles y ella estaba profundamente agradecida de no tener que pasarse el día mirando como Harry corría de arriba abajo por los campos de entrenamiento con una camiseta y pantalones cortos, gritando y tirando portapapeles como si así pudiera impulsar a su equipo hacia la gloria del fútbol, utilizando sólo la pura fuerza de voluntad. ¿Por qué le había dejado que la besara anoche sabiendo como sabía que ella no era lo suficiente mujer para llevarlo a cabo? No lo podía culpar por su cólera; Los dos sabían que había caído en sus brazos voluntariamente. Pero cuando oyó la áspera respiración caliente, sintió su fuerza y se dio cuenta de que no lo podía controlar, se había aterrorizado. Se miró el cuerpo que era una farsa. Si su exterior correspondiera con su interior, tendría que tener pecho plano, ser flaca y huesuda y quebradiza por falta de humedad. ¿De qué servían las caderas curvilíneas y la amplitud de sus pechos si no podía soportar la caricia de un hombre en ellos, si nunca traerían al mundo un bebé, ni alimentarían una nueva vida? Ella no quería ser así. Quería volver a esos momentos antes de que el miedo la invadiera, cuándo el beso de Harry había hecho que una nueva sabia atravesara su cuerpo. Quería volver a esos momentos cuando se había sentido joven otra vez e infinitamente mujer.
Oyó un golpe y la puerta de la oficina se abrió.
—Phoebe, no te molestes. —Ron cruzó la alfombra hacia ella, con un montón de periódicos en las manos.
—Un comienzo ominoso.
—Bueno, eso es..., supongo que depende del punto de vista. —Esparció los periódicos delante de ella.
—Oh, no.
Fotos a color de Phoebe con su vestido rosa y provocador y las gafas de sol con diamantes falsos brillaban intensamente en las páginas de los periódicos que él esparció delante de ella. En una de las fotos, se metía los nudillos en la boca. En otra, su mano reposaba sobre su cintura y sus pechos presionaban hacia fuera haciéndola parecer una mujer de los pósters de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la mayor parte, mostraban su beso a Bobby Tom Denton.
—Particularmente, esta portada es mi favorita. —Ron apuntó hacia uno de los diarios.
LA DUEÑA DE LOS STARS COMPLETA UN PASE EN PROFUNDIDAD
—Aunque este tiene una cierta calidad poética. BOBBY BOMBARDEA A LA JEFA
Phoebe gimió.
—Hacen que parezca tonta.
—Esa es una manera de interpretarlo. Por otro lado...
—Es bueno para vender entradas. —No tuvo ningún problema para leerle la mente.
Se sentó frente a ella.
—Phoebe, estoy seguro de que entiendes lo deprimente que es nuestro estado financiero ahora, ¿no? Este tipo de publicidad llena asientos, y necesitamos cualquier cosa que genere dinero inmediatamente. Sobre todo con ese contrato de alquiler del estadio tan brutal que tenemos.
—Has vuelto a mencionar el contrato del estadio. ¿Por qué no me informas?
—Supongo que debería empezar por el principio. —Ron se quedó pensando—. ¿Eres consciente que los días de los equipos de fútbol propiedad de una familia exclusivamente, están casi extinguidos?
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Tenias que ser TU |H.S|
FanfictionDOS CORAZONES QUE CHOCAN Windy City no está preparada para Phoebe Somerville -el bombón más moderno, escandaloso y curvilíneo de Nueva York que acaba de heredar el equipo de fútbol Chicago Stars-. Y Phoebe no está definitivamente preparada para el e...