—Quita ese ceño, Darnell. Asustas a los fotógrafos. —Phoebe apretó el
brazo de Darnell Pruitt, en una acción inhibidora que era casi tan efectiva como
tratar de abollar una barra de hierro. Ella inclinó la cabeza hacia los reporteros.
Toda la semana había intentado seguir con su vida, determinada a no dejar que
nadie viera su desesperación. Darnell había sido una buena compañía esa
noche, y ella estaba agradecida de que él hubiera estado de acuerdo en actuar
como su escolta en la cena de confraternización entre las directivas de ambos
equipos, la noche anterior al partido contra los Dolphins.
Sus ojos se entrecerraron en crueles rendijas mientras fruncía el ceño ante
la prensa local y le decía a ella en un suspiro—: No quiero que en el vestuario
de los Dolphins aparezca una foto mía sonriendo.
—Demos gracias a Dios de que no haya niños cerca.
—No sé por qué dices eso. Me encantan los niños. —El toque de queda de
las once de la noche estaba cerca, cuando dejaron la cena y se acercaron al
ascensor. El cortejo de la señorita Charmaine Dodd por parte de Darnell no
progresaba tan rápido como quería y esperaba que en alguno de los periódicos
de Chicago se publicase una foto suya con Phoebe, que haría que la señorita
Dodd se revolviera de celos.
Phoebe había evitado dentro de lo posible el contacto con Harry, esperando
hasta esa tarde para volar a Miami y apenas le había dado tiempo de arreglarse
para la cena, con un viejo vestido que había comprado para una fiesta de
Navidad hacía algunos años. Era como una funda con el cuello alto, ceñida por
un delgado cinturón sobre la tela color carne. Darnell llevaba el esmoquin con
una camisa negra de seda y pajarita dorada que hacía juego con el diamante
que adornaba su diente.
El ascensor estaba vacío cuando lo cogieron, permitiendo que Darnell
continuara con la discusión que había mantenido tres cuartos de hora antes.
—No entiendo por qué todo el mundo piensa que el capitán Ahab es malo.
Joder, si no fuera por su pierna, no me importaría que estuviera en mi equipo.
¿No ves que no suelta su presa? Esos son los tíos que ganan los partidos.
Moby Dick era uno de los libros que le había recomendado y que Darnell
había devorado en los meses en que se había intentado superar a sí mismo. No
le había llevado demasiado percatarse de que el fútbol a lo mejor había dotado
a Darnell de cosas materiales, pero al mismo tiempo lo había privado de usar su inteligencia. Como Darnell era un negro grande y fuerte, nadie se había
molestado en descubrir que también tenía un cerebro maravilloso.
Darnell mantuvo sus alabanzas al capitán Ahab hasta la puerta de su suite
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Tenias que ser TU |H.S|
FanfictionDOS CORAZONES QUE CHOCAN Windy City no está preparada para Phoebe Somerville -el bombón más moderno, escandaloso y curvilíneo de Nueva York que acaba de heredar el equipo de fútbol Chicago Stars-. Y Phoebe no está definitivamente preparada para el e...