Capitulo 22

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—Quita ese ceño, Darnell. Asustas a los fotógrafos. —Phoebe apretó el

brazo de Darnell Pruitt, en una acción inhibidora que era casi tan efectiva como

tratar de abollar una barra de hierro. Ella inclinó la cabeza hacia los reporteros.

Toda la semana había intentado seguir con su vida, determinada a no dejar que

nadie viera su desesperación. Darnell había sido una buena compañía esa

noche, y ella estaba agradecida de que él hubiera estado de acuerdo en actuar

como su escolta en la cena de confraternización entre las directivas de ambos

equipos, la noche anterior al partido contra los Dolphins.

Sus ojos se entrecerraron en crueles rendijas mientras fruncía el ceño ante

la prensa local y le decía a ella en un suspiro—: No quiero que en el vestuario

de los Dolphins aparezca una foto mía sonriendo.

—Demos gracias a Dios de que no haya niños cerca.

—No sé por qué dices eso. Me encantan los niños. —El toque de queda de

las once de la noche estaba cerca, cuando dejaron la cena y se acercaron al

ascensor. El cortejo de la señorita Charmaine Dodd por parte de Darnell no

progresaba tan rápido como quería y esperaba que en alguno de los periódicos

de Chicago se publicase una foto suya con Phoebe, que haría que la señorita

Dodd se revolviera de celos.

Phoebe había evitado dentro de lo posible el contacto con Harry, esperando

hasta esa tarde para volar a Miami y apenas le había dado tiempo de arreglarse

para la cena, con un viejo vestido que había comprado para una fiesta de

Navidad hacía algunos años. Era como una funda con el cuello alto, ceñida por

un delgado cinturón sobre la tela color carne. Darnell llevaba el esmoquin con

una camisa negra de seda y pajarita dorada que hacía juego con el diamante

que adornaba su diente.

El ascensor estaba vacío cuando lo cogieron, permitiendo que Darnell

continuara con la discusión que había mantenido tres cuartos de hora antes.

—No entiendo por qué todo el mundo piensa que el capitán Ahab es malo.

Joder, si no fuera por su pierna, no me importaría que estuviera en mi equipo.

¿No ves que no suelta su presa? Esos son los tíos que ganan los partidos.

Moby Dick era uno de los libros que le había recomendado y que Darnell

había devorado en los meses en que se había intentado superar a sí mismo. No

le había llevado demasiado percatarse de que el fútbol a lo mejor había dotado

a Darnell de cosas materiales, pero al mismo tiempo lo había privado de usar su inteligencia. Como Darnell era un negro grande y fuerte, nadie se había

molestado en descubrir que también tenía un cerebro maravilloso.

Darnell mantuvo sus alabanzas al capitán Ahab hasta la puerta de su suite

Tenias que ser TU |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora