Ron miraba fijamente al campo desde la ventana del palco.
—Sabía qué ocurriría cuando le suspendí, pero esperaba que no llegara a ser tan grave.
Los Stars habían sido ineficaces contra unos Angeles Raiders sedientos de sangre. Jim Biederot fue interceptado cuatro veces, Bobby Tom no pudo desmarcarse y la defensa no tuvo su mejor tarde. Phoebe echó la última mirada al resultado final: Raiders 34, Stars 3.
—No importa —dijo— mejoraremos la semana que viene.
—Jugamos contra los Giants la semana próxima. Sólo han perdido un partido esta temporada y fue contra los Sabers.
Antes de que ella pudiera responder, uno de los amigos de Bert se acercó a hablar con Ron.
A la mañana siguiente, cuando se dirigía a trabajar a las ocho con idea de encontrarse con Ron como había previsto, se encontró volviendo a vivir otra vez la tarde del sábado. No podía recordar la última vez que había pasado un rato tan maravilloso. Desde la feria de arte, los tres se habían ido a un restaurante de la zona para tomar una cena temprana y Harry había probado que era tan buen oyente como narrador de historias. Lo había invitado a acompañarlas a casa, donde Molly le había enseñado sus nuevas ropas. Sus cumplidos habían hecho más por la confianza en sí misma de Molly que cualquier cosa que Phoebe le hubiera dicho. Se había marchado a las ocho, y se había pasado el resto de la noche torturándose con imágenes de él en la cama con su ex- esposa.
Un tráfico extraordinariamente denso a la altura de Napente Boulevard la retrasó y llegó a la oficina de Ron algunos minutos después de las ocho. Harry ya estaba allí. Les dirigió a los dos una alegre sonrisa mientras tomaba asiento en la mesa de reuniones, esperando que Harry no se diera cuenta de lo contenta que estaba de volver a verlo.
Tan pronto como ella se acomodó, Ron comenzó.
—Ahora que la suspensión terminó, Harry, quería que tuviéramos la posibilidad de aclarar las cosas. Como seréis conscientes, hemos recibido algunos duros golpes de la prensa estas últimas semanas. Los periódicos de esta mañana son de lo peor. Recibí anoche en casa, una llamada del comisario declarando, de malas maneras, que somos una vergüenza para la liga.
—No me digas que no crees que exagera un poco —dijo Harry.
—Me habló de las fotos de "Bello Mundo", de tu suspensión, de la manera en que Phoebe baja vestida al campo, y, claro está, del rumor de que vosotros dos estáis liados. También mencionó una conversación telefónica que tuvo contigo la semana pasada, Phoebe. Desearía haber estado al tanto. ¿Hay alguna razón para que no me dijeses que habías hablado con el comisario? Phoebe cambió de postura en la silla y decidió que había querido más a Ron cuando se dejaba llevar.
—Me olvidé.
Harry la miró escépticamente.
—Eso es un poco difícil de creer.
—Está todavía molesto por lo que le dijiste —dijo Ron.
—Soy yo la que debería estar molesta.
—¿Te importaría decirnos por qué?
Ella intentó exponerlo de manera que no saltaran sobre ella.
—Fue algo paternal. Me dijo que había personas que no tenían cabeza, especialmente una cosita bonita como yo, para hacer el trabajo de un hombre. Dijo que no era justo para Reed. Mencionó todas esas cosas que te dijo a ti, más el rumor que había oído de que también andaba con Bobby Tom. —Apretó la boca—. Sugirió que la causa de mis problemas podía estar en mis fluctuaciones mensuales de hormonas.
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Tenias que ser TU |H.S|
FanfictionDOS CORAZONES QUE CHOCAN Windy City no está preparada para Phoebe Somerville -el bombón más moderno, escandaloso y curvilíneo de Nueva York que acaba de heredar el equipo de fútbol Chicago Stars-. Y Phoebe no está definitivamente preparada para el e...