Capitulo 15. La prisión de pensamientos

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Los recuerdos se escapaban como el agua entre mis dedos, permanecían inmóviles frente a mis ojos durante poco más que el aleteo de un colibrí. Si hubiera querido mentirme a mí mismo habría asegurado que logré reconocer alguna de las escenas desvanecidas, sin embargo, la desalentadora realidad se presentaba absoluta e inquebrantable, casi prefería permanecer en la despiadada penumbra.

¿Sonido? Ese es un lujo que solo las personas cuerdas pueden permitirse, y yo no era una de ellas; en su lugar debía resignarme al constante zumbido martillando mi cabeza, aguardando a que me sumergiera en una sesión de alaridos de dolor y demencia.

Ni siquiera se me cruzaba por la mente si acaso me inclinaba más por mi situación actual en lugar de los sueños anteriores, aquellos en los que las llamas me consumían hasta no dejar nada. Una muestra del verdadero significado que representaba mi vida en este enorme y vasto universo, una partícula de polvo se sentía gigantesca en comparación.

Terminaría pronto, estaba consciente de ello, mi madre entraría a la habitación para anunciar que el desayuno estaba listo, tal vez Charlie habría encontrado una manera más creativa de fastidiarme la mañana. O tal vez... solo tal vez Fanny me llamaría por teléfono, no importaba cual fuera el motivo, el solo escuchar su voz sería suficiente para traerme de regreso al mundo real, uno en el que posiblemente seguiría sufriendo por la agonía cotidiana, pero al menos en ese mundo ella existía.

No podía decir que me encontraba en un estado de calma, simplemente estaba a la expectativa de cualquier evento. Sin importar las posibilidades, seguiría siendo mejor que permanecer un segundo más frente a la frenética proyección de memorias incompletas.

Si hubiera tenido el poder de ralentizar el tiempo seguramente habría llegado a la conclusión de que aquellos fragmentos estaban desenfocados o mostraban una pequeña parte del todo, tan pequeña como para identificarla siquiera, así que para que esforzarse en primer lugar.

"¿Por qué?" La incógnita se presentó tan súbitamente que apenas me dio tiempo de reaccionar, busqué ligeramente a mi alrededor, pero en cuanto me di cuenta descarté la posibilidad de que siquiera hubiera ocurrido en primer lugar. El ocio podía jugar malas pasadas, en verdad anhelaba poder despertar cuanto antes, mi mente era un sitio al que no deseaba visitar más de la cuenta.

"¿Por qué?" Ahora estaba complemente seguro de que había escuchado aquella voz, podía engañarme una vez, incluso dos, sin embargo, el estado en el que me encontraba se había dedicado a drenar toda la paciencia que poseía, comenzaba a exasperarme.

"¿Por qué?" Desconocía cual era la respuesta que esperaban, porque ni siquiera sabía cuál era la pregunta, o al menos la parte más relevante, un rompecabezas cuyas partes más importantes se encontraban desaparecidas. Tal vez era un reflejo de los recuerdos dañados, si no podía recordar mis propias vivencias, mucho menos un incesante cuestionamiento.

"¿Por qué?" No reconocía a la persona que interrogaba, desde luego no era yo... o al menos no se parecía en nada a mi voz. Posiblemente era mi subconsciente, una versión repleta de recelo, repleta de inquietudes, el lado más inocente de mi ser, uno al que no le avergonzaba levantar la mirada hacia el cielo para gritar con todas sus fuerzas:

"¡¿Por qué?!" ¡No lo sabía, maldita sea! ¡No sabía que era lo que esperaba! Desde que Green llegó a mi vida me zambullí en un pozo de dudas, uno al que todavía no tenía el gusto de tocar fondo. Recriminación tras recriminación, error tras error, todas piezas de dominó que terminarían aplastándome como a un insecto.

En todo caso ¿Tenía relevancia si terminaba siendo de esa manera? Para ese punto todos me tenían en un pésimo concepto, August y Gina podían reducir mi descripción a una miserable bolsa de basura; el corazón de la chica pelirroja le había permitido perdonarme dos veces, pero nadie me aseguraba que correría con la misma suerte eternamente. Y luego estaba mi familia... tarde o temprano se terminarían enterando de todos mis pecados, entonces sería mi fin, la última pieza caería, y mi vida habría terminado.

Fanny. Una clase de magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora