Capitulo 17. Reyes y Reinas

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La lluvia azotaba mi ventana con fuerza, lo que al principio parecía una ligera llovizna terminó convirtiéndose en una tormenta. Los insistentes golpes contra el cristal se me antojaban parecidos a mil demonios llamando a la puerta, venían a reclamar lo que les pertenecía, mi alma podrida.

El diluvio dio comienzo un par de horas después de regresar a casa, sin embargo, para cuando el reloj marcó la media noche la intensidad no había disminuido lo más mínimo. Una señal más de que el fin del mundo había llegado, y yo solo podía pensar en la chica pelirroja.

Por un breve momento consideré la posibilidad de verla sentada en el tejado, está de más decir que ese no fue el caso. Para una persona normal sería impensable poner un pie fuera con una tempestad de ese calibre, pero Fanny no era una chica normal, o eso es a lo que me quería aferrar desesperadamente.

Todos los eventos del día se incrustaban en mi memoria con una tenacidad enfermiza, fue por esto mismo por lo que estuve sumido en la rabia desde que crucé la puerta de mi casa. De nada me servía haber contado con la suerte de que mi madre y hermana no estuvieran en casa, si de todas formas mis pensamientos no iban a dejarme tranquilo el resto de la noche.

Algo malo estaba ocurriéndole a Green, y ni Gina ni yo podíamos saber que era exactamente, las posibilidades eran asquerosamente ilimitadas. En cualquier caso, la chica de ojos azules no quería decirnos cual era la respuesta correcta, lo que podía traducirse en su nula confianza hacia nosotros.

Esa era precisamente la causa de mi molestia, pues esto solo reforzaba el hecho de que no sabía nada de Fanny, en mi retorcida realidad creía conocerla, sin embargo, a más tiempo transcurría más enigmática se me presentaba. Lo peor de todo es que ni siquiera Deen, siendo su mejor amiga, parecía comprenderla lo más mínimo. La joven pelirroja pertenecía a otro mundo, un mundo al que nadie parecía tener acceso.

Pensaba justo en esto cuando un pensamiento fugaz me asaltó repentinamente, todavía tenía una última carta bajo la manga. No puedo decir que me hiciera sentir más tranquilo, pero la esperanza finalmente realizó su acto de presencia, en casos como este la más mínima posibilidad podía hacer una gran diferencia.

Al día siguiente me desperté antes que todo el mundo lo hiciera, ese era el único preparativo que necesitaba, sin contar el mantenerme tranquilo. Aspecto a considerar tomando en cuenta las dificultades que había generado para hablar con los demás, sobre todo con la persona clave para mi plan.

El ya no estar en el punto de mira de mi familia facilitaba muchísimo las cosas, las complicadas explicaciones, así como las ridículas excusas, se habían terminado. No estaba siendo completamente honesto con ellas, lo sabía perfectamente, pero mientras menos supieran mejor. Me permitía el suficiente espacio para encontrar una solución, fuera la que fuera.

Mi madre aceptó sin rechistar el hecho de que esa mañana tuviera que desayunar lo más rápido posible para llegar pronto a la escuela. Un trabajo pendiente siempre había sido el chivo expiatorio de Charlie para marcharse antes, no veía por qué no serviría también para mí.

Una vez fuera pude ver los estragos de la tormenta, el suelo estaba repleto de charcos de agua, de milagro las calles no se habían inundado. Sin embargo, ese era posiblemente el único inconveniente, en el ambiente se podía respirar el olor a tierra mojada y humedad, las gotas en los árboles brillaban como luces de navidad, y el cielo se encontraba más azul que nunca. A vista de cualquier otra persona... era un día perfecto.

Con esta mentalidad caminé lentamente hacia la parte trasera de mi casa, en retrospectiva, los recuerdos que tenía de esa zona debían ser en su mayoría positivos. Aunque en ese momento la imagen de una Green devastada provocaron que todos se desvanecieran, fue así que una fuerte determinación terminó arrasando con el nerviosismo en mi sistema.

Fanny. Una clase de magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora