-D...disculpa – la voz de Emily me regresó a la realidad, no sabía cuánto tiempo había transcurrido, el silencio que se hizo presente en cuanto la chica pelirroja llegó nos envolvía como una camisa de fuerza, a pesar de ello la joven Graham consiguió liberarse por un momento, aunque si hubiera dependido de mí habríamos permanecido así eternamente - ¿Podemos ayudarte en algo?
Aquellas palabras podían desencadenar los peores escenarios posibles, cada uno de ellos dirigidos hacia mí, los tenía bien merecidos, eso estaba claro, pero la idea de armar un escándalo en medio del parque no me apetecía en lo absoluto, trataba desesperadamente de hurgar en lo más profundo de mi mente a la espera de encontrar una solución que me permitiera reducir el mayor numero de daños posibles, crear una salida de emergencia.
Sin embargo, aunque ninguno de mis intentos rindió frutos, no fui yo quien decidió terminar con aquella embarazosa situación. Fanny observaba atentamente a la chica de cabello negro, como si de una pintura se tratara, en su semblante no había la mínima señal de molestia, ni siquiera decepción.
Fue entonces que sus ojos se encontraron con los míos que algo dentro de ella se quebró, como si un golpe la hubiera sacado del trance en el que se encontraba. La chica pelirroja comenzó a temblar incontrolable, podía notar como intentaba con todas sus fuerzas dominar la rabia que la invadía en ese instante, sabía que las cosas estaban peor de lo que imaginaba, pues en un acto completamente ajeno a ella Fanny bajó la mirada hacia el suelo, con los puños apretados.
-N...no... no es nada... yo...yo... ¡Lamento haberlos molestado! – entonces, sin esperar una respuesta de nuestra parte, dio media vuelta y empezó a correr, lejos de nosotros, lejos de esa horrible situación, lejos de la ira, lejos del dolor.
La parte más racional de mi mente me suplicaba quedarme justo donde estaba, en el fondo sabía que podía empeorar las cosas si intentaba algo, ya tendría tiempo para encontrar una solución. Pero, así como la chica de ojos azules estaba haciendo en ese momento, aquella parte racional se alejaba con cada segundo que pasaba, como una vela extinguiéndose, para cuando se hizo la oscuridad ya me encontraba de pie, más decidido que nunca.
-¿Adam? – preguntó una Emily confundida, uno pensaría que al escucharla mi decisión cambiaría, el problema es que no prestaba atención, un impulso producido en mi interior bloqueaba el mundo exterior, solo podía pensar en una persona, y no tuve el menor reparo en anunciar de quien se trataba.
-¡Fanny! – grité con todas mis fuerzas, un segundo después ya estaba corriendo en la misma dirección que ella lo hacía.
-¡Oye! ¡Adam! – escuché a Graham llamarme, pero a diferencia de mí ella no salió en mi búsqueda, al menos no inmediatamente. ¿Hasta qué punto habían llegado las cosas? ¿Por qué estaba corriendo tras una persona que, a vista de todos, era una perfecta desconocida? Las respuestas colapsaban dentro de mi cabeza antes de que pudiera verlas ¿Qué me hiciste Fanny? ¿Eras una bruja como August decía? ¿Cuánto tiempo durará tu hechizo?
-¡Fanny! ¡Espera! – contrario a lo que esperaba, alcanzarla no fue complicado, su pierna aún se encontraba resentida por la caída ocurrida en el jardín de la escuela, era claro que no iba a poder correr por mucho tiempo. Nos encontrábamos en uno de los amplios prados del parque, la hierba aún conservaba el calor de los últimos rayos de sol, la noche había llegado.
Green estaba de pie con las manos apoyadas en las rodillas mientras recuperaba el aliento, su respiración era entre cortada, y el sudor le cubría parte del rostro. O al menos... eso parecía, pues las gotas que recorrían sus mejillas nacían en sus ojos azules, no se trataba de sudor, eran lágrimas, pude verlo en el preciso instante que giró la mirada cuando notó mi presencia.
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Fanny. Una clase de magia
Storie d'amoreAdam tenía una vida aburrida, sin ninguna motivación que lo guiara, pero todo cambió cuando conoció a Fanny. La misteriosa chica que le enseñará que la vida puede estar llena de misterios y emocionantes aventuras, todo al alcance de una promesa.