Ocurrió un año antes de que Fanny llegara a mi vida, la emoción estaba presente en todos los rincones del instituto, los estudiantes se encontraban en un estado de euforia absoluta. A donde fuera que voltearas podías ver a todo el mundo inmerso en acaloradas charlas sobre los acontecimientos que habían vivido durante las vacaciones.
La emoción que producía el reencontrarse con viejos amigos durante las primeras horas de la mañana, el frenesí de un nuevo año escolar, así como las futuras aventuras que este prometía, envolvían al ambiente en un optimismo y jovialidad indescriptibles.
O al menos así era como los demás se sentían, mi caso era un poco diferente, y desde luego mucho más desalentador. Para mí significaba una segunda oportunidad de volver a empezar, durante el año anterior me las había arreglado para no conseguir un solo amigo, en mi búsqueda por no llamar demasiado la atención terminé aislándome del resto de mis compañeros.
Así que mi primer día no estuvo acompañado de emocionantes historias sobre mis vacaciones, ni de planes sobre lo que haría después de clases, tampoco había alguien con quien celebrar el grupo que me fue asignado. Lo único que pude hacer fue sentarme en mi pupitre, guardar silencio mientras pasaba completamente desapercibido, otra vez, y esperar pacientemente a que la soledad me sumergiera en el abismo.
Como ya era costumbre, cada inicio de curso estaba acompañado por la realización de una serie de exámenes que ayudaban a definir el nivel académico de los estudiantes, nunca comprendí los beneficios que traía consigo el pertenecer a los lugares más altos.
En definitiva, te otorgaba cierto prestigio, tu nombre aparecía en las listas nacionales, eras la representación de toda una escuela; para muchos esto significaba un gran honor, yo solo podía pensar en la enorme presión que era depositada sobre nosotros.
A pesar del optimismo generado por el regreso a clases, el humor de mis compañeros se iba apagando a medida que el tedioso proceso de exámenes se desarrollaba, fue por esto mismo que para cuando estos llegaron a su fin el semblante de la mayoría estaba teñido por el cansancio y el agobio.
-¿Ya viste al chico que está ahí? – en cuanto escuché esto todo mi cuerpo se puso en tensión, la pregunta había provenido de un grupo de chicas que entablaban conversación a mis espaldas. Por un breve momento se me ocurrió la idea de que se referían a mí, lo cual provocó que mi cerebro intentara averiguar que pude haber hecho para llamar su atención, ninguna de las respuestas era alentadora.
-No he despegado la mirada de sus lindos ojos verdes en toda la mañana – una vez hecha esta aclaración me sentí más relajado, era imposible que alguien reparara en mí, para ese momento yo resaltaba tanto como un mueble, pero no negaré que aquellas palabras habían captado mi interés.
De manera disimulada comencé a recorrer el salón, esforzándome en encontrar a la persona de quien hablaban. Para ser honesto no fue nada complicado, aquel chico de tez bronceada resaltaba como un faro en la oscuridad, tanto por su aspecto como por el hecho de estar rodeado por un pequeño grupo de personas, cuyo comportamiento emulaba al de las polillas, el espectáculo era maravilloso, un poco cómico, pero realmente maravilloso.
-Dicen que el año pasado obtuvo el puntaje más alto de toda la escuela, incluso llegó a superar a los estudiantes de cursos más avanzados, prácticamente es un genio, los profesores esperan que sus resultados eleven el nivel de la escuela. – por un momento me dejé llevar por la admiración que producía alguien así, una persona inteligente y atractiva, prácticamente podía tener el mundo en la palma de la mano.
Pero este pensamiento se desvaneció rápidamente, la fama era un veneno que podía consumirte lentamente, y él era la clara muestra de ello, a pesar de estar en un altar su expresión seguía siendo sombría, la forma en la que observaba a los que lo rodeaban era indiferente, casi con desprecio, fue por esto que unas interrogantes se alojaron en mi cabeza ¿Podía cargar alguien con tanta responsabilidad? ¿Cuánto podía durar alguien así sin quebrarse?
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Fanny. Una clase de magia
RomansaAdam tenía una vida aburrida, sin ninguna motivación que lo guiara, pero todo cambió cuando conoció a Fanny. La misteriosa chica que le enseñará que la vida puede estar llena de misterios y emocionantes aventuras, todo al alcance de una promesa.