Capitulo 13. Una transición esperanzadora

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Con el transcurso de los días la vida volvió paulatinamente a la normalidad, la tensión generada durante las últimas semanas pareció disiparse a una velocidad impresionante. Sin embargo, las consecuencias de todos nuestros actos siguieron presentes, a la espera de que rindiéramos cuenta de ellas.

El castigo impuesto por atacar a August inició a la semana siguiente, por lo que todas las tardes de ese mes me quedaría a limpiar el aula. A pesar de que Reeve habló nuevamente con el director en un intento de convencerlo de no tomar represalias, pues nuestro altercado había sido un simple malentendido, lo único que pudo conseguir fue omitir la disculpa pública, en todo caso resultó mejor de lo que esperaba.

Por su parte Gus también tuvo que afrontar las secuelas que su comportamiento había generado, las cuales no solo se reducían a dar explicaciones a sus padres, sino que además tuvo que lidiar con Emily, quien en un arrebato de ira decidió cortar toda comunicación con él hasta que las cosas se calmaran.

Finalmente, el joven de ojos verdes tuvo que pedir las más sinceras disculpas a June, había faltado dos días seguidos a la academia, algo que al parecer era inconcebible para nosotros si realmente deseábamos participar en la competencia. Sin embargo, la joven profesora fue un tanto más benévola con él, ya que al final se dispuso a perdonarlo si prometía asistir a las clases de recuperación de los sábados, August no tuvo otra alternativa más que aceptar.

Pero el cambio más significativo que pude notar fue el enorme peso que me quité de los hombros, mi mente se había despejado de aquella marea de pensamientos que amenazaba con enloquecerme, el remordimiento por todas las acciones que estuve tomando fue sustituido por una reconfortante calma, evidentemente los problemas seguían estando ahí, solo que ahora los veía desde una perspectiva diferente, dispuesto a encontrarles una solución.

La prueba de ello se hallaba al otro lado de mi ventana, en cuanto la tormenta de emociones amainó Fanny volvió a aparecer cada noche en el tejado de su casa para observar las estrellas, no supe cuanta falta me hacía aquel espectáculo hasta que dejó de ocurrir, siempre llegaba a la conclusión de que el solo ver a Green envuelta por los rayos de luna era suficiente para liberarme de la asfixiante oscuridad.

Realmente podía sentir como el mundo que me rodeaba regresaba a ser como antes, no, era inclusive mejor, ahora contaba con la compañía de un grupo de personas en las que podía confiar, al fin iba a sumirme en la tranquilidad que tanto necesitaba... o al menos eso creí.

Ocurrió el jueves de la primera semana de castigo, debido a que la limpieza me robaba más tiempo del que contaba comencé a llegar una hora más tarde a casa, al creer que esto no levantaba la menor sospecha por parte de mi familia decidí no tomar las precauciones necesarias, no se me ocurrió en ningún momento que aquel descuido me costaría tan caro.

Atravesé la puerta de la entrada con mucho esfuerzo, el cansancio amenazaba con drenar hasta la última gota de mi vida, mi mente trabajaba apenas lo necesario como para no desplomarme en el suelo. Fue por esto mismo que solo pude emitir un débil gruñido a manera de saludo, no esperaba respuesta, en realidad no esperaba nada de lo que ocurrió a continuación.

-Alto ahí, jovencito – la voz de mi madre resonó en toda la casa, no fue precisamente un grito, pero en definitiva no estaba calmada, de haber tenido los sentidos un tanto más alerta habría podido idear un plan, sin embargo, lo único que pude hacer en ese momento fue improvisar.

-No tengo hambre, gracias – en parte era cierto, aunque también quería librarme de cualquier disputa posible, hasta el momento siempre había conseguido evadir todos los cuestionamientos por parte de Julie Tate, razones no le faltaban para preocuparse, y aun así decidió ser cautelosa, otorgándome mi espacio, tal vez en algún momento llegó a considerar la posibilidad de que solo buscaba privacidad, una dosis de libertad, pero todo tenía un límite.

Fanny. Una clase de magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora