Capítulo 30

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El pez que nunca tuve

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Él 3:00 AM

No había repasado que el camino a casa desde la casa de Martha era más largo de lo esperado, me encontraba recostado observando con fijeza la ventana, los cristales polarizados estaban húmedos y la vista se me nublaba a causa del medicamento.

—¿Te encuentras bien, Tom?—me preguntó James que manejaba con extrema lentitud, deteniéndose en alguno de los semáforos.

Kingston se veía solitario y nostálgico, las calles seguían cubiertas por la nieve y los escaparates de las tiendas tenían ofertas ridiculas. Una sensación de desapegó me atravesó cuando me encontraba mareado por la medicina, jugueteando con mis dedos hice una petición que hizo que James me mirara extrañado:

—No quiero ir a casa, James.

—¿A dónde quieres ir?—preguntó para no soltar un brusco "¿por qué? ¿estas loco?".

—A ningún lado en especial, solo no quiero estar ahí, nadie me quiere ahí—en su momento me pareció lógico comenzar a trazar figuras en el cristal empañado—. Mis hermanos me odian, los niños creen que soy el coco y la mujer que amo se esconde de mí por el miedo que le doy. James tuvo la sutileza de detener el auto, aparcandolo cerca de la acera, lo ví recorrer el asiento del piloto para observarme mientras continuaba dibujando una familia de palitos en el cristal—. Mañana tú la lavas—dije señalando el dibujo, sintiendo la risa acariciarme el cerebro como las burbujas de champagne.

—Seguro...—mencionó suave y continuo con la vista fija en mi rostro—disculpe que me meta, pero, ¿dice que ___ se escondió de usted?—preguntó y yo agité la cabeza asintiendo con demasiada euforia —. Es imposible, esa niña es el diablo en persona y aveces es tan torpe que hasta la misma parca se esconde de ella—habló como si no pudiera creerlo, deje de hacer el dibujo para verlo de reojo con la punta de mi dedo helada por el contacto del cristal.

—Ten cuidado de cómo hablas de ella, que no se te caliente la boca—exclamé y me empecé a reír como idiota—, ella es una torpe, pero es mi torpe y pronto será tu jefa.

—Lo siento—. Se disculpó honestamente y me recosté en el asiento de cuero con las pantuflas puestas y la cabeza recargada sobre el vidrio para verlo—. Sí me permite opinar. Según lo que me contó Fere, West tiene la tendencia de esconderse de las personas que quiere, pero no por que les tenga miedo, sino por que, parece que tiene miedo de "arruinar aún más las cosas"—relató e intenté despabilarme lo suficiente para escucharlo—. West es la clase de persona que ve la misma serie o lee el mismo libro cinco veces, le tiene miedo a lo que no conoce y también a tocar fondo.

Redifícame: El Arte Supremo De La Guerra   [Tom Holland y tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora