Capítulo 1

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(Te) extraño.

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"Cuando te acaricié me di cuenta que había vivido toda mi vida con las manos vacías"

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"Cuando te acaricié me di cuenta que había vivido toda mi vida con las manos vacías".

—Alejandro Jodorowsky.

Valle de Bravo, México.

6:30pm

Ellos

—¿Eres tú de verdad, Harry?—preguntó el pelinegro por cuarta ocasión, sentado cual desastre sobre la cama, no se había atrevido a moverse ni un centímetro, su cuerpo y todas sus terminaciones nerviosas le gritaban que no era un sueño, sin embargo, se sentía como uno y no tenía la intención de tentar a la suerte y caer en el engaño y la desilusión.

—No podría ser alguien más, Sam. —habló el pelirrojo paulatino, esta vez caminando tambaleante hasta la cama donde su mellizo se mantenía con las manos sobre las piernas y el cuerpo tembloroso. Su voz sonaba completamente diferente a lo que el pelinegro podía evocar en su memoria, éste seguía con especial cuidado cada movimiento que realizaba hacía su dirección.

Es que él lo vio morir,

lo vio arder,

hablo con sus cenizas todo un invierno y arrastró consigo las ganas de prosperar por medio país,

sufrió su muerte y sin completar el proceso de la perdida lo tenía enfrente.

—Yo te vi morir.—tembló un comentario con los labios y la garganta seca, las lagañas se le clavaban intrusivas al inicio de los ojos y por un momento algo más que lagrimas le nublaron la vista.

El pelirrojo llegó a la cama intentando componerse para no echarse a llorar junto a su mellizo, había pasado tanto tiempo en aquella ciudad cubierta de montañas verdes, mar reflector del cielo, extraños y casas antiguas con calles reducidas de por medio que había comenzado a perder la cabeza y la esperanza de recomponerse; sin darse cuenta, su hermano mayor Tom, le había devuelto ambas con la misma agilidad con la que se las arrebató una vez.

—Sí me morí, clínicamente fueron dos minutos, después de eso te desmayaste y a mí me reanimaron, te llevaron a casa y a mí me trajeron aquí...eso fue lo que me contaron—verbalizó Harry sentándose en la cama, frente a Sam, cuyo cuerpo se estremeció; con el corazón en el estomago, había pasado los últimos meses imaginando que Harry, su mellizo pelirrojo iba hasta su habitación y se sentaba en su cama,  incluso hasta había soñado con aquel momento donde era capaz de oler su colonia de oferta y el plástico de sus zapatos de goma, al despertar se obligaba a recalcar todos los detalles del sueño, quería guardarse aquellas sensaciones de alivio para después, pero, temía admitir que el Harry de sus sueños no tenía la materialidad necesaria para hundir la cama con su peso como el real lo hacía—, Tom en persona me trajo a este albergue, se me prohibió salir de aquí apenas desperté—su voz sonaba tan ajena así, en ese momento Sam ratificó que algo había cambiado en su hermano más allá del peso y la largura del cabello—; me dijeron que no podía hablar con nadie, ni siquiera podía decir mi nombre real...no sabía que iba a pasar conmigo, no sabía nada de Tom ni de Paddy ni de tí, solo me decían que me enfocara en volver a caminar y fortalecer mi mente y mi cuerpo, fue un infierno.

Redifícame: El Arte Supremo De La Guerra   [Tom Holland y tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora