C A P Í T U L O 14

4 5 0
                                    

La semana transcurre con tranquilidad. Me acostumbro a ir a las clases de las asignaturas más difíciles y, por lo demás, dedico mi tiempo al gimnasio y al idioma.

Por su parte, noto a Samuel excesivamente atento. Él nunca ha sido una persona de textear o hablar a través del móvil. Quizás por falta de tiempo o por falta de ganas. Pero jamás fuimos de mantener conversaciones largas por WhatsApp. Aun así, esta semana parece que ha intentado cambiar eso de él.

Sin embargo, la costumbre de no hacerlo me hace estar especialmente extraña. Además, rememorar acontecimientos pasados y nuestras últimas discusiones me hace estar totalmente distanciada de él. Como si algo en mi interior me hubiera apagado poco a poco la intensidad que tenía por él. Y no lo había visto hasta ahora.

Mañana viajaremos a Cinque Terre, tal y como me comentó Aray. He estado toda la tarde preparando lo que me llevaré y ahora, antes de las diez de la noche, haré una videollamada con él.

Ni siquiera me da tiempo a conectar el móvil cuando éste comienza a sonar. Al instante me siento en mi escritorio, enciendo el flexo y acepto la llamada.

Sonrío cuando veo aparecer el rostro de Aray. Está bien vestido y va caminando por su piso.

—Hola, cariño—le saludo, observándolo con atención.

—¿Qué tal todo, Eli?—me pregunta, pero al instante vuelve a hablar—. No tengo mucho tiempo, voy de camino a casa de mi madre. Me acaba de decir que esta mañana se quemó con agua hirviendo en el brazo.

—¡Hostia! Samu, ¿pero ella está bien?—le pregunto, con el corazón acelerado.

—Está bien, no es muy grave. No me lo quiso decir para no preocuparme más, pero a esta mujer se le nota todo—suspira, intentando tomar un tono cómico que, finalmente, acaba totalmente roto.

El silencio se hace entre ambos. Ninguno de los dos habla, y él ha desaparecido de la pantalla de repente.

—Samu...—susurro, preocupada—. No es un buen momento para esto. ¿Qué te parece si lo hacemos otro día?—le propongo, y la cámara vuelve a moverse hasta enfocarlo de nuevo.

—No, Eli—niega al instante, sentándose sobre su sofá—. Llevo toda la semana esperando el momento para hablar contigo, no lo retrasaré más. Necesitaba verte, no sabes la falta que me haces aquí...—suspira, cubriendo su rostro con sus manos.

—Yo también te echo mucho de menos—añado, intentando hacerle sentir mejor.

—Jamás pensé que tu ausencia se notaría tanto...—añade, mirándome de nuevo desde la oscuridad de su cuarto, y pasando constantemente sus manos por su cabello corto rizado—. Siento haber tenido que llegar a esto para darme cuenta de lo mucho que te necesito a mi lado—se disculpa y, a pesar de que no suelta ni una lágrima, si tono afligido me deja paralizada.

—Eh, Samu, tranquilo... Todo está bien—le aseguro, intentando tranquilizarlo.

—Necesito que me prometas que te acuerdas de mí allí, por favor—me pide, dejándome exhausta al momento.

Tomo una bocanada de aire y asiento varias veces.

—Pues claro que sí, Samu.

—Necesito que lo prometas—insiste.

—Te lo prometo—afirmo, intentando que no se note que la presión en mi pecho me hace no poder respirar bien.

—Te quiero mucho—añade—. Estoy contando los días para verte otra vez. —La llamada se corta y un silencio abismal llena mi habitación al completo.

Rosas en Florencia #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora