C A P Í T U L O 11

5 5 0
                                    

Han pasado cuatro días desde nuestro nuevo encontronazo. Jamás pensé que la relación entre Samuel y yo se pudiera llegar a ver tan deteriorada por la distancia. Me consuela pensar que cuando su madre se recupere de la crisis por la que está pasando todo volverá a su cauce de tranquilidad. Aun así, me desespera pensar que eso puede tardar aún en llegar.

No obstante, una nueva proposición no tarda en llegar a nuestro piso con la llegada de un nuevo fin de semana.

El grupo de WhatsApp llamado "Españoles por Florencia" estalla en cuanto Ander propone realizar una escapada al día siguiente, a Venecia. Me emociona pensar en lo bonita que es esa ciudad y en que siempre me interesó recorrer los lugares más importantes de cada país. No hay mejor oportunidad que esta, pero mi estado de ánimo no es el óptimo desde que Samuel y yo estamos en crisis.

—¿Toc, toc? —Bela llama a mi habitación y abre la puerta.

Me encuentro en la cama, apunto de dormir. Estoy cansada de ocupar mi mente con el italiano, el temario de la universidad o el gimnasio, y comienzo a notar que esta sobrecarga no es buena para mí.

—¿Has leído el grupo? —pregunta. Asiento, incorporándome en la cama y haciéndole sitio para que se siente junto a mí—. ¿Qué opinas? Jung está por comprar ya todos los billetes, pero no has dicho nada—apunta, intentando convencerme con la mirada.

—No sé si estoy de humor, Bela...—suspiro, intentando no romperme—. Creo que esta situación con Samuel me está sobrepasando—le confieso, dejándome caer sobre la almohada de nuevo.

—¿Y te vas a perder Venecia porque al egoísta de tu novio le de celos que hayas decidido salir una noche con tus amigos? —farfulla, aún atónita ante lo sucedido.

Niego con la cabeza, lo que la enfurece aún más.

—No es eso. ¿No crees que puede estar sintiéndose la mayor mierda del mundo viendo cómo hago todo lo que él y yo jamás hicimos en el único año que pasamos separados? —le pregunto, y materializar estas palabras me destroza por dentro.

—En absoluto—afirma, convencida—. ¿Por qué te achacas constantemente la responsabilidad de las cosas? Quizás él sea un puto muermo y te ha arrastrado con él hasta él durante la relación. Dime, ¿cuándo coño habéis viajado vosotros? ¡Nunca! —grita, poniéndose de pie—. Ahora que no se haga la víctima, Eli. Tienes derecho a disfrutar plenamente de esta experiencia.

¿Y si disfrutar plenamente de esta experiencia me hace perder al amor de mi vida? ¿Y si esto me hace perderme a mí misma?

—Bela, no sé...

—¡Sí sabes! —interrumpe, para evitar que continúe poniendo excusas—. Llevas estos días con el ánimo tirado por los suelos. No hay nada mejor que Venecia con amigos para levantarlo bien arriba—señala, guiñándome el ojo derecho y saliendo de mi habitación—. ¡Jung! ¡Compra también el billete de Eli! —exclama, desapareciendo de la habitación y dejándome a solas con la almohada.

Suspiro, reflexionando sobre las palabras que me ha dedicado. ¿Y si tiene razón? Quizás me vendría bien una escapada. Tengo derecho a hacerlo, nadie me puede impedir ser feliz.

Aun así, la preocupación me ronda la cabeza. Me siento mal disfrutando aquí, mientras Samuel se pudre en España trabajando, cuidando de su madre y lidiando con la peor versión de sí mismo. Me siento una completa basura de pensar en la dificultad de esta situación, y en los pocos recursos que tengo ahora mismo para poner alguna solución.

¿Qué hago? ¿Huyo de Italia para regresar a España por él? No sería capaz de sacrificar tanto por amor. O, al menos eso creo.

Él me vio llorar. Me vio arrepentida. Sabía que nada de lo que estaba sucediendo iba en su contra y aun así, decidió machacarme. Esta vez esperaré a que sea él quien de el paso de la reconciliación. Quizás se de cuenta pronto de que necesita mi apoyo, aunque sea en la distancia.

Rosas en Florencia #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora