C A P Í T U L O 22

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Mi teléfono parecía debatirse entre Aray y Samuel. Mientras uno de ellos se encontraba a cientos de kilómetros de distancia, el otro se limitaba a usar el móvil para hablarme, aun estando a diez minutos andando de mi casa.

No obstante, tampoco forcé tener que verlo. Samuel siempre ha estado realmente ocupado con su trabajo, y no es la primera vez que estamos separados durante las navidades.

El día de mi regreso a Italia se acerca y, aunque llegué a pensar que nunca llegaría el momento de hablar con mamá sobre Samuel en mayor profundidad, su irrupción en mi habitación me responde mientras organizo mi habitación para marcharme de nuevo.

—¿Se puede? —pregunta, pero termina entrando igualmente.

—Sí—afirmo, levantándome del suelo para recibirla.

—Parecía ayer cuando regresaste de Italia y vuelves a marcharte...—suspira, observando el estropicio que he formado en mi habitación—. Te vamos a echar mucho de menos, Eli. Samuel, sobre todo. Papá y yo sabemos que lo ha pasado verdaderamente mal durante tu ausencia—se lamenta, sentándose sobre mi cama deshecha.

"Lo pasó mal porque él se portó mal...".

—Lo sé, mamá. La distancia es dura, pero quién sabe si en un futuro estaremos o no separados. Ni siquiera sé dónde voy a trabajar...—me excuso, tratando de minimizar sus sentimientos de pena hacia Samuel.

Quizás debería confesarle todo lo que ha sucedido. Hacerle ver que Samuel no se ha comportado bien conmigo desde que me marché. Que, en realidad, el chico que llevan idealizando durante ocho años no es el príncipe azul que ellos creen.

Pero... ¿y si no me cree? Quizás se pregunte que, tras ocho años, he tardado demasiado en darme cuenta de la persona que es en realidad. Probablemente piense que estoy exagerando y que, mientras yo disfruto en otro país, él permanece en su ciudad cuidado de su madre enferma mientras trabaja.

—Oh, vamos Elia, no seas así... Os habéis visto muy poco durante estas vacaciones, y lo último que quiero es que os distanciéis por estas tonterías—me asegura, buscando mi mirada perdida.

—Ya sopesé que la distancia no es plato de buen gusto para nadie, mamá. Pero esto me hace feliz. —"Y lo que jamás pude llegar a sopesar fue que Samuel se comportase como un capullo celoso y controlador. Ni que todo esto destripase todas las inseguridades que tiene hacia mí y hacia nuestra relación".

Mamá traga saliva y pone los ojos en blanco. Las conversaciones con ella jamás fueron fáciles. De hecho, siempre traté de evitarlas. Me sinceraba con ella tan solo para lo necesario. Siempre tuve la sensación de que su prioridad no era la de entenderme y ella, por su parte, siempre se quejó de las barreras que imponía entre ellos y yo.

—Soy consciente de ello. Pero todo este tiempo has estado desaparecida para nosotros, y aunque creí que con Samuel te comportarías distinto, me di cuenta de que no fue así cuando nos contó lo sucedido—apunta, comenzando a encarrilar la conversación en el rumbo que a ella le interesa—. Soy tu madre, Eli. Mi obligación es aconsejarte y acompañarte para que no hagas tonterías. Quiero lo mejor para ti, y temo que pierdas parte de tu vida por un descuido—relata, haciendo que mi sangre comience a hervir por momentos.

Por supuesto. Porque, según ella, Samuel es lo mejor para mí. Cualquier mínima intención de explicarle todo lo que me ha estado sucediendo desaparece al instante. Mi indignación se esconde bajo un balanceo de cabeza, fingiendo que tomo sus lecciones de vida.

—Lo sé, mamá. Tranquila. Todo está bien.

Mi madre se inclina para besarme la mejilla y se pone en pie.

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2022 ⏰

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