Capítulo 58

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Tom Pov's

El Doctor Piekarski y yo fuimos hasta la habitación de Jessica, el psiquiatra estaba sentado en frente de ella en una pequeña silla. La cabeza de mi pequeña se giró inmediatamente para verme entrar, haciendo que sus mejillas se sonrojasen. Le guiñé un ojo, haciendo que el Doctor Piekarski tosiese. Rodé los ojos, andando hacia mi pequeña. Le enseñé la lata de Coca—Cola de cereza, haciendo que se asombrase y sonriese.

—Me encanta la Coca—Cola de cereza.— Gimió, arrancándome la lata de las manos.

—Lo sé, princesa.— Le besé en la frente, antes de girarme y posar mi atención en el psiquiatra que estaba sonriendo. —Lo siento, hombre.

—No te preocupes—Me hizo como si nada con la mano. —Bueno, le he recetado a Jessica un poco de Ácido Fólico, Vitamina E y Niacina. Todas son suplementos muy importantes, especialmente la Niacina. Es muy buena para la ingesta de glucosa al cerebro, como para conservación de los vasos sanguíneos.

Jessica asintió.

—Gracias, Doctor Florence.

Se despidió, antes de abandonar la habitación, dejándonos solos con el Doctor Piekarski . Mi pie dio pisoteadas raras contra el suelo de mármol, esperando que el Doctor Piekarski se fuese.

—Ahora, antes de que nosotros dos se queden solos, el Doctor Scoth vendrá en media hora, no le hagan lo que me hicisteis a mi...— Nos avergonzó antes de salir.

Jessica se quedó en silencio, dándole pequeños sorbos a su bebida. Gracias al frío de la botella del agua, la erección se me bajó y gracias a Dios no acabé con los huevos congelados.

Me quedé mirando a Jessica, posiblemente la estaba incomodando un poco, pero no me importaba. Su precioso cabello  enmarcaba su cara perfectamente, con su bonito liso y perfecto pelo. Sus ojos  estaban concentrados en su bebida, asegurándose de que no se caía nada. Sus pequeñas manos cubrían la lata y sus pechos estaban notablemente visible tras su camiseta. Tenía un cuerpo que mata, ¿Qué puedo decir? Y ese culo, joder, no me importaría sentirlo de nuevo.

—Tom...— Mi cabeza se elevó a la vez que Jessica dijo mi nombre.

—Sí, ¿gatita?— Murmuré, masajeando uno de sus hombros con mi mano.

—¿Puedes... puedes decirme como eramos? Quiero decir, antes de que esto pasase.—Susurró haciendo que me tumbase con ella en la cama.

Rápidamente avancé, muriéndome por sentirla abrazándose a mi. La coloqué entre mis piernas de nuevo, calmándola suavemente y llevando su cabeza a mi pecho. Mantuve una mano acariciando su pelo —como a ella le gusta— mientras que mi otra mano tocaba sus labios haciendo círculos.

—Bueno, al principio, estábamos muy lejos de ser Romeo y Julieta.—Reí, haciendo que ella riese algo.— Obviamente, estabas muy traumatizada por mi. Por lo que, no te culpo echando la vista atrás ahora. Como sabes, soy muy posesivo, nena. Eres mía y solo mía. Me gusta ser dueño de cada centímetro tuyo, hacer que tiembles de miedo, placer y felicidad cuando oyes mi nombre. Quiero decir, todavía soy así.— Susurré en su oreja, haciendo que soltase una respiración que venía de su garganta. — Me odiabas, me odiabas mucho.— Admití, enredando su pelo en mi dedo. —Quería que me quisieses, diablo, quería que te gustase.

Me pregunté si debía decirle lo del reclamo o no, decirle que eran reales. Pero sabía que si volviese a recuperar su memoria de nuevo, me despreciaría por mentirle... de nuevo.

Me salté ese tema.

—Finalmente, empezaste a entrar en calor conmigo. Fuimos a Disney World, estabas tan feliz ese día, estúpidos asuntos de la banda, pero el tiempo que estuvimos allí, fue fantástico. Fue el primer día que realmente me dejaste tocarte.—Solté, mordisqueando su lóbulo. Se mordió el labio por un momento, pero la vi. —Después, tuve una pequeña úlcera en el estómago, no era casi nada. Ahí fue cuando conocimos al Doctor Piekarski, realmente. De todos modos, la noche después de que me curasen, estábamos tumbados en la cama del hospital, como esta, y me dijiste que me querías. Fue el mejor día de mi vida, ¿Qué puedo decir? Alcancé la única cosa de mi vida que no tenía, tu amor.— Me permití suspirar, tenía algunas lágrimas al borde de mi ojos.— De todos modos, fuiste arrancada de mi agarre y no hubo nada que yo pudiese hacer. No sé por qué no quieres ser inocente, porque sabes que siempre voy a estar ahí justo a tu lado. Deseo que pudieses vivir bajo mi brazo, ser mi pequeña sombra. Pero no puedes y fuiste arrancada de mi. Hay algunos detalles sobre eso, pero para acabar, tienes amnesia, porque el estúpido que te cogió te puso bajo mucho estrés.— Suspiré, confesando los detalles sobre la cena con Paul en la que discutimos.

Claimed - Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora