Capítulo 65

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TOM POV'S

Parecía que las paredes se desmoronaban sobre mí, como si se estuvieran acercando, intentando moler cada hueso de mi cuerpo. El cemento emitía una corriente fría, pero todos mis sentidos se encontraban entumecidos.

Los únicos dos colores a mi alrededor eran el gris y el blanco, el pequeño baño en la esquina de la habitación se veía más y más asqueroso día tras día.

Me gustaba considerarme una persona creativa —siempre estuve interesado en las Artes—, pero estar sentado en esa sala me hacía sentir más apagado que un hombre que ha estado tomando adderall por cincuenta años.

—Los chicos como tú no terminan con una chica como esa.

—¿De verdad pensabas que tendrías un final feliz?

—Tenemos un montón de trabajo por delante, claramente.

Las palabras del doctor McNeil rodaban por mi cabeza, cada una de ellas con una oleada de ira.

Los chicos como yo también merecen un final de cuento de hadas, ¿no es cierto?

No podría seguir la pista de cuánto tiempo he estado en soledad. Bueno, técnicamente no ha sido encierro solitario ya que Francesca y palo, digo Brad, intentaban colarse en todas las ocasiones que se les presentaban. Honestamente no ha sido la peor cosa que podría suceder, mi sentencia no ha sido ampliada.

El doctor McNeil ha sido un viejo bastardo que odiaba a todos en esta puta institución. Pensaba que éramos monstruos que debían ir a la cárcel. Puede que esté en lo cierto, puede que lo hagamos, pero este lugar no le pertenece como para decidirlo. Después de instigar el hecho de haber visto a Jessica hace una semana ,o cuanto tiempo haya pasado, me ha desgarrado completamente.

—No sé de qué hablas.— Posicioné mis manos ásperas en las barras de metal para después maravillar mis bíceps y elevarme. Mis músculos se relajaron lentamente mientras bajaba antes de elevar mi mentón otra vez. Me estaba poniendo nervioso, pero no podía dejar que el doctor McNeil lo notase.

—Claro que lo sabes.—Sonrió.—Cuando fuiste al centro comercial, tomaste el coche de los dueños de la tienda...— se desvió, como si quisiese que yo terminara el puzzle.

—Escucha.— Liberé repugnantemente un fuerte agarre en la barra, volviéndome de forma lenta para encararlo. Mis ojos dieron con los suyos, sin estar dispuestos a flaquear de ninguna manera.—No sé qué que es lo quieres, o qué crees que sabes, pero no me rindo con facilidad. Evidentemente con lo de no ver a mi novia.— Bufé, como si fuese completamente irreal. Mentir no era necesario en un trato honrado, pero era jodidamente bueno en ello.

Sus pies se arrastraron por el felpudo y tras aquello su cara vieja se encuentra frente a la mía.

—Por suerte para mí, el coche del hombre que tomaste prestado, ya sabes, el chico de la tienda de joyería, es un buen amigo mío—Rió y sentí mis labios entumecerse. — Por alguna razón de veras le agradaste, y pensó que a mi también. Para tu mala suerte, a mí no.

—Bonita historia, ojalá fuera cierta.— Bufé, pero el doctor McNeil se negó a dejarlo ahí.

—¿Sabes cuál es mi lugar favorito aquí?— Iba a darle una respuesta sarcástica pero empezó a hablar de nuevo. —El encierro solitario. Allí nadie habla, encerrados en esos pequeños y fríos cubículos. Ahí es donde los criminales deben estar. Tenemos mucho trabajo por delante, claramente.

—No tienes pruebas.— Discutí.

Liberó un carcajada malvada.

—¿De verdad pensabas que tendrías un final feliz?

Claimed - Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora