Capítulo 18

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Si Poppy había pensado que Jack había regresado por ella porque era especial, estaba equivocada

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Si Poppy había pensado que Jack había regresado por ella porque era especial, estaba equivocada. Se dio cuenta de su error cuando comprendió que Jack solo quería que condujera el Beetle hasta el pueblo. Estuvo a punto de negarse, pero recordó que había sido descubierta espiando a hurtadillas y su vergüenza ganó.

Si tuviera que describir la atmósfera en una palabra sería «incómoda». Jack estaba en completo silencio, mirando hacia la ventana, y ella, lanzándole miradas discretas, intentando descifrar si debía disculparse, ignorarlo o mantener la boca cerrada.

De cierta forma, estaba preocupada por él. Desde que lo conocía, nunca había visto a Jack tan serio. Por otro lado, la discusión con su familia era un asunto delicado; y, aunque él no demostrara ninguna emoción, quizás había lastimado sus sentimientos más de lo que quisiera admitir.

Poppy se mordió los labios y dio vuelta en el redondel de la calle principal del pueblo. Ya había anochecido y las fachadas rústicas se pintaban de un resplandor dorado por las luces de los faroles en cada pórtico o ventana. Al ser Melrose una comunidad pequeña, el ambiente era pacífico. Las calles no estaban abarrotadas de personas como en Londres y se respiraba esa calma inherente a los pueblos pequeños.

Los sitios más concurridos eran los restaurantes, la plaza central, las tiendas independientes y los pubs. Poppy condujo frente a uno y no se sorprendió cuando Jack hizo un ademán para que se detuviera. Ella obedeció.

—Regresa al castillo —dijo Jack antes de bajarse.

Luego se marchó sin despedirse.

Poppy soltó una exclamación incrédula.

¿Acaso pensaba que era su empleada? ¿Quién se creía para darle órdenes?

Ella hizo una mueca y buscó un lugar para aparcar el Beetle. Luego se apresuró a ir detrás de él. Jack estaba caminando por la acera, con las manos dentro de los bolsillos del pantalón de su traje y una expresión igual de inescrutable que antes.

Cuando se colocó a su lado, él estudió su rostro de perfil.

—¿Qué haces?

—Iré contigo.

—¿Por qué?

—Porque también quiero un trago —dijo y, antes de escucharlo objetar, añadió—: Además, si te dejo solo, ¿quién llevará tu trasero ebrio de vuelta al castillo?

Jack no respondió. Poppy desvió la mirada.

Era mejor que Jack creyera que se quedaba porque quería. Fuera de quien fuera la culpa, o quien tuviera la razón o no, nadie debía estar solo luego de una discusión. Además, de cierta forma, se lo debía.

Jack enfiló hacia una calle donde predominaban los pubs y los restaurantes; había grupos de personas charlando, riendo o fumando en los exteriores. Dejaron atrás varios locales. Poppy no sabía qué era exactamente lo que Jack buscaba, quizás el lugar más refinado. Se sorprendió cuando se detuvo frente a un bar de una planta con una fachada rústica de piedra oscura.

Este corazón roto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora