Capítulo 31

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Poppy se despertó por algo peor que una pesadilla: un recuerdo

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Poppy se despertó por algo peor que una pesadilla: un recuerdo. Ella estaba bajo la lluvia, corriendo y llorando, sin comprender por qué el hombre que había creído que estaba destinado a amarla por siempre le había roto el corazón de esa forma.

—Lo siento, Poppy, pero no eres suficiente —había dicho antes de dejarla atrás.

Poppy despertó. Se agitó en la cama, con el corazón agitado y un peso en el pecho que le impedía respirar. El recuerdo desapareció de su mente, pero la sensación de amargura persistió.

Dio otra vuelta, acostándose sobre su costado, y sus ojos analizaron la silueta del hombre dormido a su lado.

Jack.

Sus ojos trazaron sus facciones rectas y marcadas, bajaron por su nariz y se detuvieron en sus labios bien definidos. Luego continuó descendiendo hasta los músculos de su cuello y de sus hombros, y contempló la forma en que su pecho subía y bajaba con cada respiración.

Poppy lo observó dormir. De alguna forma, encontraba paz en aquella simple acción. Y no se le escapaba la ironía de su situación: cómo había dejado de encontrarlo irritante a hallar tranquilidad solo con mirarlo.

Si era sincera, Jack aún era irritante y podía sacarla de sus casillas. También podía ser un idiota o arrogante con las demás personas, pero era el mismo hombre que se refería a ella como «cariño» cuando estaban a solas. Así Poppy había marcado una diferencia: si antes había pensado que sería feliz sin volver a verlo, ahora sabía que eso era algo impensable.

Desde hacía tres semanas, cuando le había pedido que fuera su novia, Jack se había convertido en una constante en su vida. Él llenaba sus días de risas y nuevas aventuras y sus noches de pasión y conversaciones íntimas de almohada.

Su conexión era buena, física y emocionalmente. Aunque Jack y ella eran polos opuestos, equilibraban lo bueno y lo malo de cada uno en una sintonía casi perfecta que no había esperado volver a sentir, y que, en ocasiones, parecía aún más intensa y especial que cualquier otra en su vida.

Además, aunque no hubiera querido aceptarlo, Poppy lo había sabido desde el principio: su química sexual era imparable, como un fuego incandescente lleno de chispas. Ambos demostraban pasión y romanticismo en la intimidad y elevaban su compatibilidad cuando Poppy sabía comprender los deseos e intenciones del carácter seductor de Jack. Por tanto, la intimidad no era un problema. Al contrario, se había convertido en un puente que ambos cruzaban para encontrarse al otro lado más honestos y vulnerables. De esa forma, compartían aquellas conversaciones entre susurros y en la penumbra que solo los amantes pueden tener para conocer a profundidad el corazón del otro.

Poppy esbozó una suave sonrisa.

El peso en su pecho ya no la asfixiaba. Ahora la pesadilla era un eco apagado en su mente. Aun así, no pudo conciliar el sueño. Probó varias posiciones para intentar ponerse cómoda, pero, después de un rato, supo que no iba a lograrlo.

Este corazón roto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora