Skylar
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El Bazar de la luna, era uno de esos lugares que rendían homenaje a su nombre y con creces. Cruzando Gealaí desde el epicentro hasta la torre perimetral del este, se extendía un bazar repleto de una diversidad extraordinaria de artículos encantados, pociones de colores vibrantes, libros, artesanías, comida, armas y casi cualquier otra cosa que pudieras imaginar. Todo creado a partir del simbolismo de la luna.
Según lo que Traian le había ido comentando en el camino, el Bazar cobraba vida cada noche en la Base Sur de los guardianes, abasteciéndolo de música, candor y un lugar donde sus habitantes podían comerciar con libertad. Cuando arribaron Gealaí, este no había abierto todavía y mucho menos pudo hacerlo inmediatamente después del ataque. Los habitantes se concentraron en reparar los daños de sus hogares y recién aquella noche, el Bazar reabrió sus puertas por primera vez desde la llegada de Skylar.
Los stands se extendían hasta donde alcanzaba la vista, cubiertos con toldos blancos que protegían a los mercaderes y a sus mercancías de los copos de nieve que tendían a caer intermitentemente durante cada día y noche en Gealaí. El olor de la comida impregnaba el aire con una variedad de especias desconocidas para Skylar y la música celta animaba a los transeúntes más osados a bailar al son de los tambores, gaitas y panderos, mientras un centenar de flores violetas y blancas flotaban sobre sus cabezas, encerradas en brillantes burbujas de cristal.
—¡Vaya! Este lugar es tan...
—¿Mágico? —aventuró Traian.
—Mágico es poco... Esto es irreal, es como un sueño. —Skylar era consciente de que su fascinación probablemente la hacía ver como una niña visitando Disneyland por primera vez, pero no le importaba en lo más mínimo.
Aquel lugar iba más allá de lo que había esperado. Estaba casi segura de haber visto unas peceras repletas de pequeños peces que cambiaban de color y un puesto que promocionaba espadas labradas en el período Heian3.
—¿Por qué no te adelantas un momento? —la alentó Trai—. Zafrina me pidió un par de especias para la cocina, no tardaré mucho.
—¿Estás seguro...? —preguntó Skylar sintiéndose cohibida de pronto—. Puedo esperarte o ir contigo...
La idea de estar sola le encogía el estómago. Skylar siempre se sintió como ese tipo de persona que no disfrutaba en absoluto ser el centro de atención. De hecho, encontraba mucho más placer en pasar desapercibida y dejar que aquellos con necesidad de "brillar" pudieran hacerlo a sus anchas, mientras ella disfrutaba de la tranquilidad de sus cuadernos de dibujo y sus libros... Fue por esa razón que tras ser nombrada como "enemigo público" por Amanda en su antigua escuela, su paz se vio irremediablemente afectada.
No obstante, la compañía de Christian logró hacer de sus días algo mucho más llevadero, proporcionándole ese lugar seguro que le había sido arrebatado cuando las atenciones indeseadas se volcaron sobre ella en sus primeros años de secundaria.
Ahora en cambio, el pasar desapercibida ya no era una opción.
A pesar de ello, el fuego en su interior llameó invitándola a ser valiente. Ninguna situación o persona debería ser capaz de mermar su confianza, pero decirlo resultaba mucho más fácil que ponerlo en práctica.
—Hey... —la voz de Trai se dulcificó y Skylar tuvo la impresión de que este quiso acomodar un cabello detrás de su oreja, pero se contuvo en el último instante.
"Mucha gente mirando...", pensó para sí misma.
—Estás segura aquí. No hay nada que temer.
Su temor se había filtrado a través de su vínculo e instintivamente se rodeó con los brazos, arrepintiéndose al instante.
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El legado de Orión ©
FantasySaga Trono de luz y oscuridad. Libro 2: El legado de Orión. --------------------------------- Tras el ataque a Gealaí, un crudo resentimiento ha mermado la relación entre guardianes e hijos de la luz. El tiempo avanza con rapidez y la fecha final pa...