Capítulo XIX: La espada que canta

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Skylar

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Su trayecto a través de los intrincados y laberínticos pasillos de la SGA, transcurrió mayoritariamente en silencio, con Skylar dándole vueltas a su reciente visión y a su primer y caótico día en la Academia. No obstante, no se trataba de un silencio incómodo, sino de uno más bien cauteloso.

Había demasiados ojos y oídos.

Entre tramo y tramo, tanto estudiantes como algunos hijos de la luz y del cielo ya en edad de servir como profesores, se atravesaban en su camino dedicándoles saludos corteses, mientras que un par de varios valientes se detuvieron para estrechar su mano y así darle sus respectivas "enhorabuena" por su reciente victoria durante su primer duelo de práctica.

Por lo que Skylar pudo darse cuenta, los duelos eran mucho más que un simple ejercicio. Al parecer, dichos duelos gozaban de cierta fama entre guardianes y nefilim, constituyendo una forma de demostrar sus habilidades ante sus camaradas y el profesorado, pero sobre todo, ante aquellos que gozaban de un rango superior. Eran un medio para demostrar valía y poder. De manera que, al graduarse, pudieran ser asignados a cargos en base a sus méritos durante sus años de formación.

Que resultase vencedora en su primera vez le ganó cierta popularidad amigable entre sus compañeros, quienes parecían menos temerosos en su presencia, algo que Skylar agradeció. Pues, aunque no era muy adepta al exceso de atención, definitivamente era mucho más agradable que ser esquivada.

Los pasillos de la Academia constituían una verdadera joya arquitectónica labrada en hielo. Era como estar en el interior de una catedral subterránea, con accesos que dirigían a inmensos salones, cuyos techos en nave se alzaban hasta casi perderse de vista, aunque ninguno tan impresionante como el campo principal de entrenamiento, en donde daba la impresión de que no había techo sobre sus cabezas, sino una inmensa profundidad índigo que parecía no tener fin.

Los silencios entre tramos la ayudaron a poner un poco de orden a sus ideas, aunque era consciente de que eso no haría más fácil lo inevitable. Hablar con Ragnor sobre todo lo que estuvo callando desde el ataque significaba más problemas para él y Marion, pero Skylar necesitaba respuestas o estaba segura de que acabaría recluida en un manicomio, junto con el fantasma de John Roy y las visiones que iban y venían sin que esta pudiera controlarlas.

—¿Te gustaría hacer los honores? —le preguntó Ragnor tras detener la marcha frente a uno de los muros de hielo.

Skylar miró a ambos lados confundida.

—¿Honores?

Ragnor le dedicó una sonrisa e hizo un gesto alusivo con su cabeza en dirección al muro.

—Oh... —exclamó Skylar en voz baja—. ¿Te refieres a que el lugar a donde vamos está...?

—¿Del otro lado de esta pared? —completó Ragnor por ella—. Sí. Ya sabes, lo normal. Nos gustan los accesos secretos.

Skylar sonrió de medio lado. Era lindo que ahora pudieran bromear así entre ellos. La brecha de "ex-esposo de su abuela / híbrido oscuro inmortal con atemorizantes ojos de reptil", había quedado muy atrás y ahora no podía imaginar sentirse incómoda junto a él.

—Ya lo creo —concordó—. Entonces... ¿solo debo decir las palabras y "puf"?

—Canalizas tu poder tocando el muro, visualizas, recitas las palabras y luego, sí —sonrió—, "puf".

—Vale, vale.

Sky se posicionó frente al muro, sacudió las manos y cogió un poco de aire. El agotamiento había comenzado a abandonar su cuerpo gradualmente, pero debía ser cuidadosa y canalizar solo la magia suficiente para el hechizo de apertura. Eso era lo complicado con su poder, lo percibía como una supernova que debía dosificar en cada acción que deseaba plasmar con magia o de lo contrario sentía como si este pudiera consumirla.

El legado de Orión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora