Capítulo IX: La torre oeste

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Skylar

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—Eso fue increíble —soltó Skylar sin poder reprimir la excitación en sus palabras. Su cuerpo todavía parecía vibrar a raíz de la música que seguía emitiéndose junto a la fogata.

Sentía la piel caliente, como si llevase todo el día recostada bajo el sol y el corazón le martilleaba contra el pecho igual de exaltado que minutos atrás, cuando se había encontrado bailando con Traian.

Luego de que su canción terminase y una nueva diera inicio, otros se sumaron a bailar junto a la fogata, pero Traian, quien no había soltado su mano, la guio fuera de la pista. Lo que ella agradeció en gran medida, ya que para aquel punto, un pesado cansancio se extendía a través de sus huesos. Había sido un día cargado de emociones fuertes y tenía la impresión de que, si su cabeza llegara apenas a rozar una almohada, podría concebir un anhelado sueño de corrido.

Ambos se apartaron de la multitud luego de que muchos se hubieran acercado para elogiarlos tras haber sido los protagonistas de lo que, en sus palabras, fue una de las danzas de fuego más memorables que habían presenciado desde hacía décadas y Skylar no podría haber estado más de acuerdo con ellos, al menos en lo que a "memorable" se refería.

Aquel momento era algo que quedaría grabado en su memoria para siempre.

Si alguien le hubiera dicho hace tan solo unas semanas que se pararía delante de un público, a bailar música celta, siendo el foco de atención de todas las miradas, lo más seguro es que se hubiera reído a carcajadas.

"Hay cosas más probables", habría afirmado. "Que lluevan lingotes por ejemplo".

Y sin embargo, había sido real. Tan maravillosamente real...

—Tienes toda la razón. Lo que vi ahí, fue realmente increíble —le respondió Trai con el tipo de tono que ella sabía que ocultaba una sonrisa.

Cuando bailaron juntos, Skylar vio en él al Traian sin armadura. Ese que había estado recostando la cabeza sobre sus rodillas las últimas noches, mientras ella leía en voz alta para los dos. El mismo que la envolvía en sus brazos cuando las pesadillas la despertaban tiritando y se quedaba a su lado hasta que volvía a quedarse dormida. Pero una vez que las últimas notas de su canción se diluyeron por completo en el aire, Traian regresó a su correcta actitud de jinete amable y protector. Su anterior vulnerabilidad se desvaneció, al menos para aquellos que lo mirasen desde afuera.

Ella por otro lado, no se sentía capaz de reprimir sus emociones. Tenía las mejillas sonrosadas, la respiración agitada y una sonrisa permanente en su rostro.

Estaba extasiada. Se sentía tan viva como cuando experimentó la metamorfosis por primera vez, tan ligera como solo el fuego y el viento podían llegar a serlo.

—No creí que pudiera sentirme así en este cuerpo —prosiguió encantada—. En mi forma de guardiana todo es tan intenso, como si le subieran volumen a los detalles, pero eso fue...

—Un espectáculo digno de apreciar, de eso no hay duda —completó Charles por ella, tomándolos a ambos por sorpresa.

Sintiéndose ligeramente avergonzada, Skylar reparó en que casi se había olvidado por completo de la compañía del nefilim luego de que Traian se hubiera unido a ella para bailar. Era algo en lo que tendría que trabajar. El mundo no podía solo desaparecer cada vez que Traian la tocara... Aunque pensarlo y ponerse a ello eran dos cosas por completo diferentes. No podía imaginarse siendo capaz de controlar todas las reacciones que Traian provocaba en ella, en especial si tenía en cuenta que estas solo parecían ir en aumento desde lo ocurrido en la cúspide de la cúpula.

El legado de Orión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora