Capítulo XXXII: Dulces dieciocho -Parte 2-

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Skylar

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—En verdad lo siento mucho... —se apresuró a decirle, avergonzada de toda la penosa situación— ¿te hiciste daño?

—Para nada —respondió Logan colocándose en pie de esa forma tan sin esfuerzo de los hijos de la luz que dejaba en ridículo a cualquier humano promedio, para luego ofrecerle su mano más por cortesía que por otra cosa—. Excepto por el hecho de que aparentemente los ángeles están cayendo del cielo.

Skylar torció el gesto para disimular una sonrisa y aceptó su ayuda para incorporarse.

—Vaya, ese en definitiva es uno de los más viejos del manual.

—Los clásicos nunca pasan de moda —resolvió Logan encogiéndose de hombros—. Ya hablando en serio —continuó, tornándose mucho más serio—. ¿estás bien? Esa caída no pareció precisamente un accidente del tipo "me caí mientras echaba agua a mis flores".

La caída... "Roy".

Cualquier atisbo de sonrisa se desdibujó de sus labios y fue reemplazado por un gesto sombrío e imposible de disimular. Volvió sus ojos hacia sus manos temblorosas mientras se sacudía la nieve y buscaba en su cuerpo alguna señal de daño por la caída. Nada por fortuna. Tampoco sentía ningún dolor, aunque dudaba que Logan se refiriera a la caída en sí. Pero, ¿realmente podía confiar en él como para decirle la verdad?

Ragnor le había confiado el tema de Roy, pero ella apenas le conocía y todavía le costaba asimilar que "ver fantasmas" se hubiera añadido a la lista de locuras por las que, al menos en el mundo que conocía, le hubieran servido de pase vip al manicomio por tan siquiera mencionarlas...

—"Puedes confiar en él".

Skylar se quedó paralizada.

"¿Pero qué...?". Conocía esa voz. Esa voz femenina y dulce que parecía brotar del chisporroteo de las llamas.

Pero no podía ser... Ella no la invocó.

Aunque tampoco lo hizo la última vez.

Echó un vistazo a su entorno, pero no dio con ninguna señal que develase la presencia de la tigresa, lo que quería decir que esta le estaba hablando directo a sus pensamientos.

—¿Skylar...? —El chico colocó una mano sobre su hombro y acercó su rostro al de ella, observándola con ojo crítico durante un instante— Tal vez debería acompañarte a la enfermería, puede que te golpearas la cabeza.

—¿Qué...? No, no. Estoy bien... —trató de garantizarle, aunque puede que sí que se golpeara la cabeza— "¿Novalise...?".

—"Así es, ese es el nombre que la zarza destinó para mí".

—"¿Cómo es que puedo escucharte...? No te he invocado".

—"Eso no es relevante en este momento, lo importante es que puedes confiar en ese nefilim".

—"¿Cómo lo sabes...?".

—"Solo lo sé, ¿confías en mí?".

—"Sí". —La respuesta se formuló en su mente sin siquiera pensarlo. Novalise la había protegido de Amanda y algo en ella le resultaba muy, muy familiar.

"Entonces sabrás que no miento, confía en él".

—¿Sky? —inquirió Logan preocupado.

La chica se mordió el interior del labio. No era fácil para ella abrirse, pero para ser justos, esta era la segunda vez que Logan la "salvaba" y también tenía que reconocer que había sido amable con ella a su modo desde el inicio y sin condiciones.

El legado de Orión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora