Skylar
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Despertar.
Como el sol al alba y la luna al ocaso, para todo lo vivo despertar era como respirar, como el latido de un corazón: inherente, maquinal. Despertar era vida, la esperanza que traía consigo un nuevo día y sus oportunidades. Y en el caso de Audrey, despertar significaba regreso.
Addy había regresado a su lado.
Entonces, ¿por qué se sentía así...?
¿Qué era esta sensación extraña que le comprimía el pecho?
Todos los músculos le dolían a horrores, pero eso no le impidió a Skylar correr a toda prisa por los pasillos de la Academia, aun cuando no estaba lo suficientemente familiarizada con ellos como para saber si estaba tomando o no los caminos correctos. Se planteó llamar a Trai a través de su vínculo, pero no era capaz de pensar con la suficiente claridad como para buscarlo.
Ella había despertado, tenía que llegar a su lado.
A pesar del dolor y de ese indescriptible sentido de carencia en su interior, el instinto guiaba sus pasos con el objetivo fijo de saciar la apremiante necesidad que había brotado de lo más profundo de sus entrañas. La necesidad de estar cerca de ella. Fue así que encontró lo que estuvo buscando aún sin saberlo. Su olor. No fue consciente de lo bien que podía recordar el olor de Addy hasta ese momento. Un olor a rosas y a algo dulce que no podía identificar.
Guiada por su sentido del olfato, Skylar fue capaz de encontrar el acceso por el que había ingresado a la Academia y salió disparada por este como un rayo. El choque térmico del exterior contra su rostro y manos fue súbito, como impactar contra una pared de agujas, pero apenas y le prestó atención. La metamorfosis se encargó de diseminar marejadas de calor en su cuerpo para atemperarlo y protegerlo del frío, solo que un par de segundos más tarde de lo normal. El cansancio hacía que sus funciones físicas y metamórficas sucedieran con desfase. Su corazón iba medio latido más lento y su respiración era demasiado profunda para alguien que acababa de subir corriendo a toda velocidad por una larga escalera de hielo para emerger del jodido centro de la tierra.
Pero nada de eso era importante, solo importaba una cosa: Addy estaba despierta. Lo demás era insignificante.
Su cuerpo la llamaba a ella con una urgencia poderosa, pero... eso era todo. Quizás fuera la impresión. Ni bien Nathaly les dio la noticia, su instinto reaccionó y Skylar salió disparada de la cámara azul. Subió las escaleras de la mansión con tanta prisa, que por poco da un traspié en dos ocasiones, sus propios pasos le sonaban estridentes en los oídos.
—"¿Sky?".
—"¿Trai...?".
—"Acabo de toparme con Ragnor y Nathaly en la entrada, ¿es cierto?".
—"No estoy segura... Yo...".
—¿Sky? —la voz de su abuela la sobresaltó.
Sin darse cuenta, había llegado hasta el tercer piso, deteniéndose justo frente a la puerta de acceso a la enfermería. Su corazón seguía latiendo lento, cada palpitar estremecía su cuerpo. Marion se encontraba en el marco de la puerta con una expresión ansiosa, como si hubiera estado esperándola.
—Abuela... ¿ella...?
Marion sonrió y su sonrisa logró derretir su inseguridad.
—Pregunta por ti. —Pero bastó una mirada más detenida sobre ella, para que la sonrisa en el rostro de su abuela se ensombreciera. Skylar solo podía imaginar cómo debía verse. Pálida, con rastros de sangre aún adheridos a su rostro y un cansancio que debía de traslucírsele de arriba a abajo— ¿Sky...?, ¿qué sucedió...?
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El legado de Orión ©
FantasySaga Trono de luz y oscuridad. Libro 2: El legado de Orión. --------------------------------- Tras el ataque a Gealaí, un crudo resentimiento ha mermado la relación entre guardianes e hijos de la luz. El tiempo avanza con rapidez y la fecha final pa...