Capítulo XXIV: El invocador de almas y el extraño

157 14 1
                                    

Skylar

-

—¿Logan...? ¿entonces tú eres el hijo de la luz que puede hablar con los muertos?

—¿Sin títulos ni etiquetas? Gracias al cielo. —Una sonrisa tiró de una de las comisuras de los labios de Logan Annicetti, quien se mostró encantado con sus maneras—. El mismo, aunque suena un poco tétrico si lo dices así, ¿no lo crees? Prefiero el término "Invocador" si no te molesta. Suena un poco menos a película de terror y ayuda a que no me sienta como un freak la mayor parte del tiempo.

Skylar dio un respingo.

—Vale, entonces "invocador". No quiero ser grosera, pero no pretenderá que hablemos de ese tema aquí y ahora, delante de todos, ¿o sí...?

Era consciente de lo descortés que estaba siendo, más no pudo evitarlo. Sus manos temblaban y si perdía la concentración, las lágrimas contenidas se derramarían de sus ojos delante de aquel desconocido, cuya presencia solo estaba sirviendo para recordarle todos los conflictos que aún tenía por resolver. Logan la observó con detenimiento sin dejar de sonreír con los labios juntos y dio la impresión de sopesar las que serían sus siguientes palabras.

—La verdad es que mi idea principal era invitarte a bailar.

Estaba ya tan acostumbrada a que la tratasen de "usted" nada más conocerla, que la informalidad del chico la descolocó, solo un poco.

—Pues siento mucho decepcionarte, pero creo que hoy no me encuentro de humor para bailes. Así que, si me disculpas... —respondió, lista para dar vuelta sobre sus talones y buscar un sitio en donde poder desaparecer hasta que la cena diera inicio.

A la mierda las presentaciones y fingir que estaba bien.

—Escucha —comenzó a decirle Logan e hizo ademán de querer tocarla. Skylar dio un paso atrás, más por reflejo que por otra cosa, aunque el muchacho no pareció tomárselo a pecho de todos modos y optó por inclinarse lo suficiente para que nadie más a parte de ella pudiera escucharle—, las miradas de todos están puestas sobre ti desde que Traian Lovewood sacó a bailar a tu hermana antes que a ti. Algo de muy mal gusto si me lo preguntas, pero más importante aún, no es lo usual, pues al no tener una pareja se espera que un jinete y su guardián inicien siempre con el primer baile. Arcaico, lo sé, pero así son estas personas y sus costumbres.

—Déjame adivinar —refutó Skylar encarando a aquellos ojos verdes con aires de sabelotodo— ¿El numerito de chico prepotente y conocedor te sirve como método de conquista con la mayoría de las chicas?

—A decir verdad, sí, pero ese no es el punto —rebatió el aludido con ironía en el mismo tono por lo bajo—. Mira, a menos que desees que se den cuenta de que algo no anda bien entre ustedes esta noche, bailar conmigo es tu mejor opción e incluso hará que muchos lleguen a pensar que fue indulgente de tu parte cederle el primer baile con tu jinete a tu pobre hermana que escapó de las garras del rey oscuro. Sin dudas ganarás varios puntos con las momias.

Skylar frunció el ceño irritada.

—Para tu información, Trai... es decir, mi jinete y yo, estamos perfectamente y además... ¿has dicho momias?

—Momias, centenarios, nunca he sido capaz de diferenciarlos.

—No estoy interesada, así que si me disculpas...

Entonces, Logan la tomó del brazo y a diferencia de lo que le había demostrado hasta el momento en lo referente a su personalidad, su tacto fue suave y amable.

—No seas tan testaruda, estoy tratando de ayudarte... —suspiró—. Vamos, una pieza y no solo te librarás de los cuervos, sino que me ayudarás a mí a evitar que mi madre se ponga como una furia si llega a pensar que no hice nada para ayudarte.

El legado de Orión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora