Prólogo

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Eran las 12:00 pm de un jueves cuando mi celular comenzó a llenarse de mensajes de felicitación debido a que era mi cumpleaños 18. Y como no, lo pasaría en el estúpido hospital.
A los 12 años mi vida dio un giro radical al ser diagnosticada con leucemia; un cáncer en la sangre que debilita y acaba poco a poco con tu ser. He tenido altos y bajos, pero siempre he salido adelante ya que mis padres se han matado por conseguirme a los mejores doctores del país.

Respondí uno que otro mensaje, mientras escuchaba música de Twice con mis audífonos. Maldecía de solo pensar en aquellas chicas coreanas que estaban bellas y sanas. Se daba la 1:30 cuando decidí apagar mi celular y dormir.

- Buenos días Emma - dijo Clara, mi enferma mientras se acercaba a mi y me dejaba una bandeja con mi desayuno - Hoy el doctor Criss me dijo que te dejaría ir a tu casa este fin de semana por tu cumpleaños, regresarás el lunes, está bien? Ya sabes, nada de hacer ningún esfuerzo y si tienes una molestia regresa inmediatamente al hospital.

- Si Clara, gracias y no te preocupes - sonreí para después ver como se retiraba - Genial a hacer lo mismo pero en casa - bufé mientras comía

Una vez terminé mi desayuno me dispuse a mirar mi celular y contestar los mensajes que ayer no hice. A los minutos me llega un whatsapp de mi madre diciendo que pasará por mi en una hora. Le respondí con un seco Ok y seguía viendo las redes sociales. Estaba scrolleando por tiktok cuando un video se llevó toda mi atención:
"Bienvenidos damas y caballeros a la gran apertura de Las Nevadas" sonaba a la par de una melodía genial y pegajosa. Las Nevadas? ¿Qué es eso? - dije mientras me metía en los comentarios -

Las Nevadas, un casino recien inagurado en mi ciudad. Al parecer el dueño era realmente famoso y por eso tuvo tanto éxito en sus inicios.

- Interesante - pensé y seguía viendo comentarios de la gente encantada con el casino y con su dueño que según muchas chicas, era atractivo. Vi la hora y bufé mientras me paraba a bañarme.

Desnudarme era un martirio desde que empezó mi vida de hospital. Ver mi cuerpo desnudo, flaco, pálido, lleno de piquetes y sin ningún tipo de chiste era traumante. Ya ni siquiera lo consideraba mi inseguridad porque había aprendido a vivir con así, pero no quitaba lo desagradable que era. Mi figura no era mala, tengo cuerpo de pera, mis hombros son pequeños y tengo grandes caderas. Pero la leucemia hace que me vea como un cadáver desnutrido, mis brazos son dos largos huesos con piel al igual que mis caderas. Mi culo era lo único que salvaba mi horrendo cuerpo pero a decir verdad no resaltaba mucho con la bata de hospital que uso a diario. Y ya ni hablo de mis inexistentes pechos, porque apenas tengo grasa en mi cuerpo.

Me bañé rápido y me vestí con lo primero que vi en el armario. Unos jeans a la cadera que resaltaban un poco mi figura, un top negro que me llegaba arriba del ombligo y unos converse mal cuidados.

- Hola hija, feliz cumpleaños - dijo mi madre mientras se acercaba a mi con un ramo de flores en sus manos.

-Gracias, no había porque - sonreí y sostuve el ramo con mis manos

- Claro que sí!, no todos los días cumples 18. Ya eres toda una jovencita, aún recuerdo cuando apenas cumpliste los 15.

- Eso fue hace bastante - reí

- Bueno, vayamos a la casa que está tu hermano esperando por la comida.

Nos dirimos al estacionamiento y nos subimos a la camioneta para llegar a un supermercado ya que había que comprar cosas que faltaban para la comida. Podía sonar raro pero tenía meses sin estar en un supermercado y era algo que extrañaba. Me dispuse a recorrer todo el lugar y al llegar al pasillo de licores vi a un hombre alto, de cabello negro y largo con un gorro rodeado de gente. Me parecía haberlo visto antes pero no recordaba de dónde.

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Quackity's pov

Estaba tranquilo en el supermercado comprando una botella de vino cuando derepente la gente empezó a reconocerme.

- Shit - musité en voz baja

Comenzaron a rodearme y a pedirme fotos. Estaba siendo agobiante pero mi mirada se puso en una de las chicas que estaba frente mio. Ella no era parte de aquel alboroto, solo iba caminando con su celular en mano y audifonos puestos. Llevaba jeans a la cadera y un top que dejaba ver su hermosa figura. La vi a los ojos y su rostro quedó grabado en mi mente. Tenía facciones tan delicadas, era preciosa.

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