Capítulo 22

375 28 0
                                        

No tardamos mucho en llegar al hospital. Quackity fue inmediatamente llevado a urgencias. Insistí en que me dejaran pasar pero por sanidad y protocolo tenía que estar en la sala de espera.

La ansiedad me mataba. Me mordía las uñas, movia la pierna inquietamente y no podía mantenerme quieta. Salí a fumar y en cuanto terminé mi cigarro entré esperando noticias, pero no las obtuve.

Sabía lo grave que estaba. Yo misma había visto la herida y la cantidad de sangre que perdió era abismal. Solo quería que sobreviviera, no quería perderlo por nada del mundo.

Estaba dando vueltas de un lado al otro cuando noté que un doctor venía hacia mi dirección.

— Pariente de el señor Quackity?

— Sí, soy su novia — dije rápidamente para después hacercarme a él

— Sorprendentemente el señor se encuentra bien. No tiene de nada de qué preocuparse

Al escucharlo sentí una sensación de alivio que nunca en mi vida había experimentado. Solté un largo suspiro mientras llevaba mis manos a mi corazón.

— Pero, perdió mucha sangre, no es así?

— Sí, pero conseguimos un donante de sangre y no tardó en recuperarla — sonrió

— Muchisimas gracias, tenía miedo a que pudiera pasarle algo grave

— No hay de que. Es un honor atender al gran Quackity de Las Nevadas. Le conseguimos los mejores doctores del pueblo y no le conseguimos cualquier sangre, así que usted no tiene nada de que preocuparse.

— Será que puedo entrar a verlo? — pregunté

— Sí, solo que está inconsciente ya que lo anesteciamos para poder hacerle los puntos en la herida.

— Está bien

Me dirigí a verlo ya que no podía estar un minuto más sin asegurarme de que estaba bien aunque el doctor me lo hubiese confirmado. Me acerqué a él y pude notar como su respiración era muy débil, ya que estaba usando un respirador. Tomé su mano y la acaricié. No me gustaba nada verlo así, me mataba por dentro. Ahora entiendo porque Quackity odiaba visitarme al hospital, se siente una impotencia enorme ver tan débil a un ser querido y no poder hacer nada para que mejore.

Me acerqué aún más a él para darle un beso en la frente pero noté como empezaba a abrir los ojos.

— E-emma?

— Por fin despertaste, e-estas bien?

— C-claro que lo estoy — dijo quitandose el respirador de la boca.

— Aún no te lo quites! — dije para ponérselo de vuelta — lo necesitas, sigues estando débil

— No lo necesito

— Llamaré al doctor mejor

— No, espera! — dijo tomándome del brazo

Lo volteé a ver y pude notar como con la poca fuerza que tenía me jalo hacia él. No me resistí y me acerqué a su rostro para darle lo que quería. Le di un corto beso en sus labios que lo hizo sonreir como nunca. Soltaba pequeñas risitas cuando iba en busca del doctor a contarle que Quackity había despertado.

Una vez lo encontré le conté y rápidamente me acompañó a la habitación de Quackity para revisarlo. Le hizo un pequeño chequeo para después decir

— Por suerte se recuperará pronto señor, como le dije a la señorita, no hay de que preocuparse

— Gracias doctor, Las Nevadas le recompensará por los buenos cuidados

— Es un honor para todo el pueblo señor. Hemos manejado esta situación con extremo cuidado y confidencialidad.

— Perfecto. Cuándo podré irme de aquí?

— Si usted lo desea mañana mismo, pero deberá pasar unos días en reposo absoluto para que no se abra la herida.

— Está bien..

— Y yo me aseguraré de que así sea — sonreí

Acompañé al doctor a la salida de la habitación para encontrarme con Foolish quien estaba en la sala de espera.

— Emma!, vine lo más rápido que pude.  ¿Cómo se encuentra Quackity?

— Él está bien, por suerte solo fue un susto.

— Ese idiota de Wilbur, me alegra que esté muerto. Lamento el descuido de mis hombres, te prometo que-

— Ya pasó — lo interrumpí — fue un descuido y por suerte no pasó a mayores

— Bueno... Se hace tarde, deberías regresar a Las Nevadas

— Ni lo pienses, me quedaré y pasaré la noche para cuidar de Quackity.

— Pero esta rodeado de enfermeras que lo harán a todas horas. Necesitas descansar.

— No me moveré de aquí. Qué tal si alguien viene a atacar a Quackity ahora que está indefenso?

— Si eso te preocupa me puedo quedar yo

— No es no Foolish. Lo haré yo — dije decidida

— Que terca eres — rió — Te traeré una cobija y almohadas para que estés más cómoda

— Y si me puedes traer un cambio de ropa también te lo agradecería mucho

— Claro, enseguida vuelvo.

Foolish se fue para después regresar en unos minutos con las cosas que le había pedido. Me despedí de él y entré a la habitación donde se encontraba Quackity quien sorprendentemente estaba despierto.

— Ya es muy tarde, deberías estar dormido

— Lo mismo digo. Por qué sigues aquí?

— Pasaré la noche contigo, te cuidaré

— Por? Tengo mil enfermeras a mi disposición

— Y? Solo quiero asegurarme de que estás bien

— Oh vamos, no me digas que te dan celos — rió

— Claro que no! — mufé

Siguió riéndose de mi en lo que yo acomodaba lo que sería mi cama. Puse las almohadas y cobijas en el sillón y tomé el cambio de ropa que Foolish me había traído.

— Ahora a dónde vas?

— Iré a cambiarme

— Por qué no lo haces aquí?

Lo volteé a ver y solté una carcajada. Me dirigí a las ventanas y bajé las persianas para asegurarme de que nadie pudiera verme. Me quité la chamarra de Quackity que aún llevaba puesta para dejar ver mi parte superior en ropa interior. Después me quité el pantalón, dándome la vuelta para que pudiera verme toda. Noté como relamió sus labios y solté una risita.

Terminé poniendome el short corto con la playera enorme que me habían traído, ya que era lo que Foolish había conseguido. No era lo más glamouroso pero servía de pijama.

— Te ves muy linda así

— Es un chiste no?

— Lo digo totalmente en serio — haciéndome la seña de que me acercara a él

Nos dimos un tierno beso para después separarnos

— Vas a dormir en el sillón?

— Sí

— Ven, esta cama es muy grande

— Tengo miedo de que pueda lastimarte

— No lo haras, vamos, ven aunque sea unos minutos

Quackity se hizo casi a la orilla de la enorme camilla de hospital para que me acostara a su lado. Me subí e inmediatamente él ya se encontraba abrazándome. Estábamos pegados, él perdía su cabeza en mi pecho.

— Amo tu dulce olor, me hace sentir como en casa

Y así estuvimos un largo tiempo, sin decir mucho. Esperé a que se durmiera para poder bajarme y acostarme en el sillón. Apagué las luces y en cuestión de minutos quedé dormida.

Las Nevadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora