El Perjurio De Un Seminarista

Capítulo 13

~Familia~

><><><><><><><><><><><><><><><><

—Hinata, ¿a dónde crees que vas?

Naruto quiso salir corriendo en salvación de la chica cuando aquella mujer apareció, pero lo detuve a tiempo ignorando su mirada asesina y solo me dediqué a estar alerta. Aún no debíamos intervenir y confiaba en que Sakura y Hinata resolverían la situación, especialmente confiaba en que mi pelirrosa sabría qué hacer.

—Mi señora... Yo...

—Madame, vine por Hinata para pedirle ayuda— Intervino rápidamente la ojiverde —Mi hermanito... tiene mucha fiebre y mi madre no está. Por favor, mi señora, deje que vaya conmigo, en verdad necesito ayuda.

Todos esperamos la respuesta de la mujer con la tensión comenzado a irrigar en nuestros cuerpos. La rubia miraba de arriba a abajo con desdén y desprecio el cuerpo de Sakura que se mantenía ligeramente inclinado hacia ella en muestra de respeto, pero el corazón duro por el oro forjado que se había quedado en sus adentros, no hizo que pudiera doblegar un poco el sentimiento de empatía y con un tono de voz prepotente, se dirigió a Sakura.

—Hinata es mi muchacha y a la única que debe servir, es a mí— Sakura se levantó de golpe impresionada por la frialdad en sus palabras —Busca alguna otra de tus amigas criadas para que te ayude con el bastado de tu hermano, porque Hinata, tiene que estar aquí por si se me ofrece una simple roca. No por nada pagué por ella.

Desde la lejanía, pude ver el ceño de Sakura fruncirse y pude saber el pensamiento de odio que cruzaba por su mente. Esa pelirrosa detestaba la gente déspota, lo supe cuando con educación y una voz burlezca, se enfrentó a mi padre y esa expresión dura que se formó en su cara desde que las palabras de la mujer salieron, tomó mejor forma.

—Pues déjeme decirle, madame, que usted, a pesar de tener todo la riqueza que posee, no es más que un simple deshecho de la vida— Los ojos grises de la mujer se abrieron enormemente —Una mujer como usted, que resulta ser solo un parásito que derrocha el dinero de su esposo, es una simple escoria más en este lugar y no tiene derecho de tratar de esa manera a las personas que no son de su condición social.

—¡¿Pero quién demonios te crees tú para hablarme de esa manera, maldita sirvienta!?

—¡Me creo lo que soy y lo que valgo!— Espetó con la misma altanería —Jamás podría compararme con unas monedas de oro, no me hacen perder mi valor, en cambio usted...— Sus ojos verdes la recorrieron de arriba abajo —No vale absolutamente nada, a pesar de cargar con toda esa ropa fina.

Mis ojos se abrieron con sorpresa mientras que la boca de Naruto no podía cerrarse por el mismo sentimiento. Hinata mantenía casi la misma expresión que Naruto y la mujer rubia no podía detener el color rojo que estaba abriéndose paso por toda su cara.

—¡Tú, eres una insolente!— Gritoneó haciendo llamar la atención de todos alrededor —¡Ahora mismo me encargaré de que toda tu familia se vea envuelta en la miseria y...

Y ese fue el llamado para salir corriendo.

Sakura tomó la mano de Hinata para jalar de ella y comenzar a huir a pasos agigantados. Naruto y yo las miramos correr frente a nosotros entre el barullo que se estaba formando y la mirada preocupada de la pelirrosa me hizo recordar, que también era hora de irse.

Corrí junto con Naruto para regresar al callejón y salir hacía una calle paralela para no ser vistos. La gente comenzó a verse más confundida con los gritos de la mujer que imploraba que alguien detuviera a esas dos, pero la juventud de Sakura y Hinata era el peor rival para los ancianos que iban detrás de ellas dispuestos a atraparla.