Especial 4.0

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¿Cómo describir ese día...?

No había muchas formas de describirlo más que helado. Afuera había una tormenta de nieve, y la luz se había ido en gran parte de la ciudad, lo cual daba un aspecto espeluznante a la casa en la que estaba, pues sus padres se habían ido de viaje y ahora ella estaba sola.

— ¿Por qué ahora...?

Y en ese panorama tan desolador, aquella joven adolescente se vio agobiada por el parto de aquel bebé que había intentado ignorar y esconder durante meses.

Realmente no entendía nada, pero esta era una consecuencia de sus acciones, una consecuencia inevitable, una que se negó a esperar un momento más.

‹ ¿Por qué a mí...? ›.

Había estado actuando como si nada pasara estos meses, pero ya no podía ignorarlo más.

El dolor no mejoraba, era doloroso, como si sus tripas estuvieran siendo acomodadas de manera horrible, su cuerpo sólo atinó a pujar, intentando deshacerse de esa presión.

— ¡Duele...!

¿Cuánto tiempo estuvo así? No tenía idea, pero, entre llantos, sólo podía pujar sola, hasta que esa sensación desapareció...

— ¡Waaaah!

Sólo para ser reemplazada por otra diferente: miedo.

—...

La joven bajó la mirada, viendo a eso que lloraba en la cama, y el miedo la embargó.

‹Mamá y papá me van a matar...›.

Ni siquiera sabía quién era el padre. Había sido descuidada, ella...

‹Tengo que esconderlo›.

Eso fue lo único que pensó, sentándose con dificultad en la cama, viendo como eso seguía llorando.

‹ ¿Por qué tuvo que pasar esto...? ›. Se cuestionó, intentando levantarse, pero sólo pudo notar ese cordón que los unía. ‹No, no puedes›. Dijo en su mente, tomando unas tijeras que había a su lado para cortarlo.

Las consecuencias habían llegado, y ella no era capaz de entender esto, ¿Cómo...? ¿Cómo?

Fue entonces que, completamente aterrada, ella decidió hacer algo: tomó una caja, dejó eso en la caja, y se vistió para salir.

— ¡Waaah! ¡Waaah!

— ¡Cállate, cállate, maldita sea! —Pidió, poniéndole una manta encima en un intento desesperado de no ser descubierta.

Estaba asustada y el miedo le hizo tomar una decisión que arruinaría su vida por completo.

— ¿...Escuchas eso? —Preguntó aquel hombre, intentando evitar que la tormenta afectará a sus peces de estanque.

— ¿Qué cosa? —Le preguntó su hijo.

— ¿No escuchas ese llanto...?

— ¡Waaah! ¡Waaaah...!

Era difícil de escuchar con el viento soplando, pero definitivamente era un llanto de un bebé, pero ¿Quién diablos saldría con un bebé con este clima...?

No obstante, las preguntas no duraron mucho, pues notaron que los llantos comenzaron a hacerse más débiles así que ambos se miraron y, en silencio, decidieron que, si el viento les estaba jugando una broma, no perdían nada yendo.

— Fuiste afortunado de sobrevivir, por eso te llamamos Asher.

Tuvo suerte de sobrevivir a las inclemencias del clima de ese día. Todo porque unos vecinos se acercaron a ver quién era el loco que había sacado a un bebé en un clima así, y lo encontraron: un bebé recién nacido, cuya piel estaba azulada por culpa del frío.

Transmigré en el hijo omega del villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora