Capítulo 10

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Aunque el plan de Lucas era escapar, realmente no había planeado cómo haría para pasar la noche con alguien, pero lo importante era que no debía ser marcado por ningún alfa, eso sería lo peor que podría sucederle en esta situación.

‹ ¿Qué hago? ¿Cómo hago para escapar? ›. Se preguntó mientras Izan estaba saludando a sus socios y otras personas con las que quería empezar una alianza. En ningún momento Lucas levantó la mirada y nunca habló con nadie durante todo el camino a la habitación. ‹ ¿Cómo escapo sin levantar sospechas de mi padre? ›. Se cuestionó, pensando en una forma de que, cuando notaran su ausencia, él ya se encontrara muy lejos. ‹Diosa, por favor, ayúdame›. Suplicó para sus adentros, deseando que la diosa lo escuchara y lo ayudara.

Izan, por su parte, ignorando por completo las intenciones del chico, sólo veía con satisfacción el accionar de Lucas. Este era el tipo de omega que le gustaba: hermoso y sumiso.

Estaban en el salón de banquetes, uno tan bellamente decorado que Lucas se sintió un poco deslumbrado la primera vez que lo vio, pero ahora sólo se sentía asfixiante. En este lugar todos se ponían su mejor máscara, ocultando su verdadero ser y en su lugar mostraban una versión "perfecta" de sí mismos, un lugar donde no debías cometer ninguna clase de error si no quieres ser crucificado socialmente.

Aun así, las horas pasaban e Izan comenzaba a impacientarse. Él quería estrenar a su pequeño omega y esto estaba impidiéndole cumplir con sus deseos, es por eso que, llegado un punto de la noche, tomó con fuerza la mano de Lucas y lo jaló para llevárselo lejos del resto.

En ese momento Lucas sintió como si su mano fuera a romperse, pero lo que más lo aterró fue notar las intenciones de Izan: estaba llevándoselo lejos del banquete, con dirección a una de las habitaciones con una mirada perversa, pensando en todas las cosas que le haría cuando llegaran.

‹Ayuda... Alguien...›. Suplicó en su mente con lágrimas contenidas en sus ojos, sintiendo como la sangre de su rostro se iba a sus piernas, las cuales parecían rogarle que corriera y no mirara atrás, pero no podía hacerlo, no podía hacerlo aún y eso lo más aterrador. No podía escapar todavía y no sabía qué hacer, así que, dejándose llevar por el pánico que lo invadió, él trató de forcejear con Izan, intentó volver al salón de banquetes, pero era un omega y él era un alfa, la diferencia de fuerza era notable y toda resistencia fue inútil.

Gritar era inútil, aunque gritara, aunque llorara nadie lo ayudaría. Era un omega, sólo un juguete para los alfas presentes, así que sólo pudo aceptar como aquel hombre lo jalaba de manera más brusca al notar que estaba resistiéndose.

‹Inhala, exhala. Nadie te hará nada si eres bueno. ›. Intentó convencerse a sí mismo, tratando de no tener un ataque de pánico. ‹Si eres bueno todos te querrán, si no lloras, si no gritas todos te querrán...›.

Asier, quien estaba a cierta distancia de la escena, pudo notar el accionar de Izan y como estaba prácticamente arrastrando al chico a su lado, chico que, supuso, era un omega. Esto era muy común en este tipo de lugares, matrimonios arreglados eran forjados en este lugar usando omegas, él no era un héroe para intentar detener lo que sucedía, el cómo las demás familias afianzaban sus alianzas no era su problema, así que, en su lugar, tomó la copa de vino que trajo uno de los meseros y se perdió entre la multitud.

En realidad, cuando Izan vio a Lucas entrar en pánico mientras intentaba forcejear con él, se excitó— Así que todavía tienes algo de voluntad. —Comentó, deslizando su nariz por el cuello de Lucas— No te preocupes, me encargaré de eso más tarde. —Dijo con una voz ronca que le causó un desagradable escalofrío al joven omega— Verás, desde ahora hasta que mueras, me perteneces. Tu vida, tu muerte, todo eso está en mis manos, así que, no hagas una escena, ¿Quieres? —Se alejó de él un poco para ver su expresión con esos ojos negros.

Transmigré en el hijo omega del villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora