Capítulo 41

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— No hay nada mejor que volver a casa y ver a tu omega ahí.

Asier nunca había pensado mucho en las palabras de sus trabajadores, porque no le importaba, pero después de un cansado día de trabajo, al llegar a casa no podía evitar pensar que el omega que tenía en casa era tan tentador, tanto que se le hiciera imposible tomarlo de la cintura una vez que el pequeño amo de la casa durmiera.

— ¿Se-Señor...? —Lucas se sonrojó ante ese ataque repentino, aunque lo suponía. Desde que llegó tenía una mirada intensa, una mirada que había visto hace sólo unos cuantos días...

— ¿No puedo? —Asier jugó con su mano y la llevó por debajo de su holgada camisa de dormir. La diferencia entre ambos era notable a simple vista, por lo que tuvo que inclinarse un poco.

— Es que...—Bajó la mirada, sumamente avergonzado.

Visión ante la cual el alfa se detuvo y le tomó de la mano— Si no lo deseas, sólo di "no".

— No es eso...—Tragó duro, sin atreverse a mirarlo— Quiero besitos...—Pidió, disminuyendo la voz.

— Como desees.

A decir verdad, la diferencia de altura haría que fuera un poco incómodo, por lo que Asier, como buen alfa, lo cargó y lo llevó a la cama.

— Así se puede.

‹Maldición, qué guapo›. Lucas tontamente asintió, algo sonrojado mientras sentía su boca secarse ante la expectativa.

Y sin más inconvenientes, el alfa alcanzó los labios de su omega, quien cerró los ojos en un intento de que la vergüenza se fuera.

‹Asier es tan bueno...›. Pensó el joven e inexperto chico, quien dejó su mente vagar durante el beso. ‹El que fuera virgen no quiere decir que no beso a otros...›. Ese fue un pensamiento que hizo que su corazón se sintiera incómodo en su pecho, pues le molestaba la idea de que alguien más haya sido el causante de la experiencia en dar besos de Asier.

Sin embargo, estas ideas sólo eran imaginaciones suyas pues el único ser vivo al que Asier había besado en los labios era él, es sólo que era un excelente aprendiz; de hecho, lo más cerca de besar a otro omega actualmente era su bebé, a quien le daba un suave beso en la mejilla antes de irse a trabajar cada mañana. Simplemente la idea de besar a alguien le daba asco, la única excepción era Lucas, quien ya parecía gelatina de lo mucho que temblaba cuando los besos en los labios se dirigieron hacia su cuello.

— Mm...—Y Lucas sólo pudo intentar para no despertar al bebé. Había entendido las malas intenciones del alfa.

Y, ante esto, Asier sólo pudo entender que el omega estaba de acuerdo. No sólo eso, ahora tenía el lubricante a la mano, sólo tenía que extender su mano hacia el cajón para así sacar el lubricante y los condones que ordenó.

— Mh...—Intentó contener un gemido al sentir que el mayor había vuelto a meter sus manos bajo su pijama para así llegar a sus pezones.

No obstante, Asier no planeaba desnudarlo, por ahora, sino jugar con su cuerpo. ‹Qué lindo›. Pensó, notando aquellos ojos celestes algo húmedos.

— Asier... Hazlo rápido, antes de que el bebé despierte. —Le pidió.

— Sí. —Aceptó con ganas para así continuar el beso y convertirlo en uno húmedo y apasionado, tal y como decía el libro que hiciera: de manera lenta, como pidiendo permiso, un permiso que tímidamente le fue concedido cuando el joven intentó imitar sus acciones.

Era claro que, llegados a este punto, la emoción había alcanzado a la pareja, al punto que cuando Asier pensó que ya podría bajarle los pantalones a Lucas al notar la erección de este.

Transmigré en el hijo omega del villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora