Capítulo 49

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El cuarto del hotel era amplio, decorado de manera exquisita y con una sensación de confort que hizo que Lucas se relajara. En el cuarto había una cama King de alta calidad, con sábanas que se veían suaves a la vista y con grandes ventanales por los que podía ver y escuchar la lluvia y granizo caer, también había unos sofás haciendo una mini sala de estar y un escritorio con una silla, además del mini refrigerador; todo era tan elegante que... Le recordó a cuando hicieron a Asher, algo que le hizo sonrojarse.

— Está bien. —Le respondió a Asier, debía estar cansado, ya era tarde, era normal estarlo, él lo estaba, pero, sentado en el sofá, un aire desolado lo invadió. ‹Lirio... ¿Cómo estará? ›. Se preguntó, sintiendo ganas de llorar ahora que no estaba en público, sentimiento contra el cual no pudo luchar.

— Lucas, puedo olfatear tus lágrimas, ¿No te gusta el lugar? —Le preguntó el alfa, desabrochando los gemelos de su camisa.

— Estoy preocupado por mi hermano, ¿Viste su mirada...? Se veía miserable. —Contestó, limpiándose con las manos las lágrimas.

— Es cuestión de tiempo, pero lo pondré a salvo. —Aseguró. La verdad es que sólo quería tener una jornada tranquila, y volver a casa. ‹Sólo por Lucas intervendré›.

— Yo quiero a Lirio. —Contestó mientras se secaba las lágrimas con sus manos— Sería un tío muy lindo.

— ¿Y eso qué? —Asier lo miró, algo confundido. No tenía tíos cercanos en Dresde, y no se llevaba bien con los Hansond.

— Que es importante, sí importa. —Respondió, sintiendo aún más ganas de llorar porque ahora era consciente que Lirio era el único familiar que quizás lo valoraba. Se sentía triste pues Cristian le había hablado de padres y sus tíos, al igual que Ana; él era el único que no tenía una familia, no quería que su hijo también estuviera solo— Yo no tengo una madre y, y, y, aunque lo quiera, no habrá una mamá para mí, pero al menos... Lirio era el único en esa casa que me veía como su familia...—Habló con la voz temblorosa. Creía que Asier no lo comprendía y, ahora mismo, se sentía tan solo que creía que nadie lo entendería nunca. Ya habían pasado 12 años, pero él seguía extrañando a su madre y estaba seguro de que seguiría extrañándola el resto de su vida.

— ¿Y eso? —Asier se desabrochó los botones de su camisa. Ciertamente no lo comprendía, él no era prospecto de buen hermano, es más, estaba bastante seguro de que a sus hermanos les daba igual si moría o vivía, pero debido a su posición era seguro que Lara a le importaba que viviera pues si moría tendría que lidiar con ciertos problemas que involucraría su muerte— Dije que intervendría, sé de lo que soy capaz. —Declaró, notando ciertas feromonas de alfa en el colchón que lo molestaron. ‹Carajo, otro alfa en mi territorio›. Frunció el ceño.

— No creo. No creas que no me doy cuenta de que no te interesa mi preocupación. —Protestó, cubriéndose más con la mantita.

‹Y no me importa›.

Aunque en hoteles de este nivel la limpieza de feromonas era algo importante, estas feromonas no habían podido ser limpiadas del todo con éxito... porque eran de alfa dominante, feromonas que pusieron de los nervios a Asier.

— Tú no vas a ayudarme. —Gimoteó el omega con amargura.

— ¿Quieres que te entregue la cabeza de Izan en una bandeja de plata? —Preguntó, sólo para ponerse de pie e ir hacia su omega— Soy todo tuyo, haré lo que pides. —Declaró, acorralándolo en el sofá, ganándose una mirada de incredulidad de su parte— Responde, ¿Lo quieres o no? Sólo basta con tomar mi teléfono y dar una orden.

— No...—Negó con la cabeza, sintiéndose nervioso ante esto— Sólo quiero a mi hermano.

Y, quizás embriagado por algo primitivo e instintivo, Asier no comprendía a su omega— No entiendo, lo odias, pero dices que no.

Transmigré en el hijo omega del villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora