XIII. Profecía autocumplida

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28 de enero

Notaba raro a Pedri raro desde hacía unos días. Insistía en que fuésemos a cenar juntos el viernes después de su sesión de grabación. No es que no quisiera verlo, pero no entendía porque era tan necesario ir a cenar fuera de casa. Mi clase de bádminton se había cancelado así que aproveché para terminar todos los deberes antes de ir a arreglarme. Mi madre seguía en su despacho trabajando. Se había refugiado en el trabajo desde que pasó lo de mi padre.

Cada vez que mi padre volvía a casa se establecía una norma del silencio no escrita. Todos ejecutábamos acciones en lugares diferentes de la casa como si fuésemos autómatas, pero en realidad parecía no haber vida tras nuestros reflejos. A veces, se instalaba la ilusión dentro de mí de que lograrían solucionarlo y otras me aseguraba que no tendría final feliz. Y luego me venía a la cabeza el pensamiento de poder vivir con Pedri, compartir el día a día. Finalmente, volvía a la realidad, no era mayor de edad todavía, necesitaba aprobar el selectivo para acceder a la universidad y me esperaban unos meses intensos por delante.

El agua de la ducha me despertó y empecé a arreglarme antes de que viniesen a recogerme. Hacía semanas que no pensaba ni ponerme un vestido, pero creía que la ocasión lo merecía. Me arreglé el pelo más que de costumbre con la plancha y me maquillé a conciencia. Al terminar, sonreí al espejo. Veía a la Valentina de hace unos meses y no la versión actual.

¿Estás lista? Llegamos en 5 minutos vecinita.

Bajo ya, os espero fuera.

Cuando entré al coche, Pedri se quedó sorprendido. Sonrió y me besó antes de decirle al chófer que íbamos al restaurante de siempre.

-Eres preciosa.

-Gracias, aunque tú más. ¿Has conseguido el reservado del restaurante?

Asintió con la cabeza.

Sonreí. Recuerdo la primera vez que vi aquellas vistas y lo bien que lo pasamos juntos.

-Tengo una sorpresa para ti.

-¿Ah, sí? ¿Me la vas a dar ahora?

-Todavía no, cuando lleguemos allí.

Todo estaba igual que la última vez que vinimos. Nos ofrecieron una copa antes de sentarnos y brindamos.

-Me alegra verte así.

-Gracias, ¿qué tal ha ido la grabación?

-Muy bien, aún quedan unos cuantos días, pero el trabajo va avanzando bien.

Apartamos las copas y pedimos agua.

-Creo que ha llegado el momento de la sorpresa.

Se levantó y salió hacia la barra. Volvió con un sobre y otra cosa que escondía tras su espalda.

-Ábrelo con cuidado.

-No me asustes.

Me pasó el sobre y lo abrí con cuidado antes de sacar todo lo que había dentro. Lo primero que leí era una nota escrita.

Después de la tormenta siempre llega la calma. Quiero enseñarte mi lugar favorito para encontrarla. P.G.

Detrás de la nota había dos tarjetas de embarque para Tenerife.

Sonreí.

-¿Para cuándo son?

-Para las vacaciones de Semana Santa, yo no juego y tu madre me ha dado permiso para que viajes esos días conmigo.

-¿Ella lo sabía todo?

-Sí, desde el principio. Vecinita sigue viendo lo que hay.

Dejé la nota y las tarjetas de embarque y quedaban dos sobres más pequeños. El primero era un vale para recoger un equipo de buceo.

-Lo necesitarás para cuando vayamos a la playa.

En el segundo sobre había algo metálico. Lo abrí y era una llave.

-¿Qué quiere decir esto?

-Guarda bien esa llave porque la necesitarás en algún momento del viaje. No puedo decirte nada más. ¿Te gustó?

-Me ha encantado, no sé qué decir...

-Bésame entonces.

POV Pedri

La sorpresa le había encantado y volvía a ser ella por unas horas. La veía como en el viaje a Milán, relajada, feliz y más animada que estas semanas.

-Vamos a esa fiesta, por favor.

-¿De verdad quieres?

-Sí, quiero bailar y olvidarme del resto.

-Le digo a Éric que en media hora estamos allí.

Era incapaz de decirle que no después de lo que había pasado. No sé bien quien iría hoy porque esperaba volver a casa con Valentina pronto. De camino a la discoteca, me vino a la mente Macarena. No quería encontrarme de nuevo con ella y lo último que deseaba era que se metiese por en medio de nuestra relación.

La sala estaba llena y nos acompañaron hasta el reservado, me quité la sudadera que me prestaron para que la gente no me reconociese y ya accedimos a la sala donde estaban mis compañeros. Valentina me cogió de la mano y esperó a que yo avanzase para unirse al resto del grupo. Éric estaba con Ansu sentado en una mesa mientras que Nico y Gavi esperaban en la barra a que les sirviesen.

-Buenas noches muchachos

Valentina soltó un tímido saludo y nos sentamos allí. Nos ofrecieron chupitos y los rechazamos.

-¿Te apetece algo de beber vecinito?

-No, gracias, pero ve tú si quieres.

Sabía que allí estaba Gavi, pero sentía que todo estaba zanjado. La vi acercarse a ellos, saludó y se limitó a pedir y volver a sentarse. Le propuse ir hacia la terraza del reservado y aceptó.

-Pensaba que habría más gente del equipo, si no te apetece nos podemos ir.

-No te preocupes, estoy bien. Puedes beber si quieres, no va a pasar nada.

-No me apetece vecinita, estoy pensando en lo de después.

-¿Lo de después?

-Qué mal te haces la inocente...

Pasé mi mano por su cintura y la acerqué por detrás. Me moría de ganas, pero no se lo dije. Escuchamos un ruido en la sala de dentro y al girar mi cabeza se me cortó la respiración unos segundos. Unas chicas habían entrado en la sala vip y Éric justo saludaba a una de ellas.

-Parece que tus amigos tienen invitadas.

-Eso veo.

Mi pensamiento se había cumplido, Macarena estaba allí e inspeccionaba la sala, sabía perfectamente que me buscaba a mí, pero era mi oportunidad de darle a Valentina el lugar que tenía.

-¿Vamos dentro?

-Claro, vecinito.

Nos acercamos allí y Macarena fijó su vista en Valentina, la miró de arriba a abajo. Suerte que Valentina no se dio cuenta y cuando nos acercamos. Nos presentamos a todos en general. Las chicas se pusieron a hablar una con cada chico y Macarena se quedó plantada frente a nosotros.

-Qué raro verte sin maquillaje, Pedri.

-¿Os conocéis?

La cara de Valentina me juzgó con la mirada.

-Trabaja en el estudio de grabación. Macarena esta es mi novia, Valentina.

-Encantada —respondió Valentina—

Macarena se acercó a darle dos besos y me sonrió antes de marcharse de nuestro lado y unirse a Gavi y su amiga.

-¿Nos vamos?

Valentina me preguntó y acepté con la cabeza. Cogimos un taxi y nada más subimos y nos pusimos en marcha, Valentina me abrazó.

-Ten cuidado, esa chica no es de fiar.

La abracé más fuerte y me prometí que no permitiría que se metiese por medio. Aunque a veces las promesas no son suficiente.

La clave (Pedri González) [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora