XXIII. Cosa dici?

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12 de febrero

POV Valentina

La comida en el restaurante había sido perfecta o como diría mi abuela materna ottima! ¿Qué pensaría ella de Pedri? Teníamos reservado un pequeño salón en que solo estaba nuestra mesa cerca de la ventana y todo estaba perfectamente decorado. Las luces estaban muy bajas ya que el sol entraba por la ventana aunque sin llegar a ser molesto. La pasta fresca me teletransportó a mi casa, a los domingos en familia. Él estaba feliz, lo notaba por la forma en que sonreía. Sus padres estaban en Barcelona y pocas cosas lo animaban más que eso. Una vez acabamos, pedimos macedonia de fruta para compartir.

Él alargó su brazo para tomar mi mano y se la di.

-¿Sabes qué? El otro día hablé con Chiara.

-¿Ah sí? No me ha dicho nada.

-Le pedí que no lo hiciese.

-¿Y eso, vecinito?

-Estaba preocupado por ti. Por nosotros.

-¿Por lo que pasó con...?

-No lo menciones, por favor. Desde que volvimos de aquel viaje a Milán, nada ha vuelto a ser lo mismo. Tu familia, los problemas entre nosotros, la presión por entrar en la universidad, sé que todo eso ronda tu cabeza aunque no me lo digas.

Asentí con la cabeza. A veces pensamos que nuestros seres cercanos están tan aislados en su mundo que no son capaces de ver más allá de nuestra fachada. Así lo creía yo con Pedri. Casi todo su mundo era el fútbol, trabajos publicitarios incluidos y el resto de tiempo lo cubría con su familia y conmigo. Me había demostrado una vez más que era más atento de lo que podía imaginar.

Nos trajeron la fruta y pedimos la cuenta.

-Tienes razón, vecinito. Así es. Las idas y venidas de mis padres no me están haciendo ningún bien. Me refugio en el estudio para evitar pensar en la realidad.

-Pero en la realidad también estoy yo ¿no?

-Y en mi imaginación también, vecinito

Levantó las cejas sorprendido por mi respuesta.

-¿Y qué te imaginas conmigo?

-¿De verdad quieres que te lo cuente aquí?

Asintió con la cabeza. Noté como su cuerpo se echó hacia atrás y entrecruzó sus manos por encima de la mesa.

-Pues me imagino que me llevas a una isla desierta.

-Y...

-¿Y qué se suele hacer en las islas desiertas?

-No lo sé, vecinita, nunca he estado en una desierta aunque provengo de una.

La camarera nos interrumpió. Pagamos y Pedri me dijo que iría al baño antes de irnos.

-Te acompaño, me quedo fuera mientras vas.

-¿Crees que voy a escaparme si no te quedas ahí vigilándome?

Paré en frente de la puerta del baño de chicas.

-¿Qué eres el chico más gracioso del barrio?

No lo pensó dos veces y me acorraló en la pared en la que estaba apoyada. Primero respiró lentamente cerca de mi oido.

-¿Sabes qué me imagino yo? —susurró lentamente—

Negué con la cabeza.

-Prefiero hacértelo que contartelo.

La clave (Pedri González) [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora