VI. Duelo

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3 de enero

Sentí cómo la barbilla de Pedri se apoyaba en mi hombro. Mi mano buscó su cuerpo y me acurruqué más en él.

-Te he echado mucho de menos, Valentina.

-Yo mucho más, vecinito.

-¿Cómo estás?

-No sabría contestarte bien. Han pasado tantas cosas. Me duele ver que no está la ropa de mi padre en casa. Se ha instalado en un piso de la ciudad, pero ni me atrevo a cogerle el teléfono.

-Es normal que te sientas así y sabes que voy a acompañarte en todo este proceso.

Me apretó aún más contra él y me besó en el hombro. Sentir su calidez me reconfortaba de alguna manera, pero me sentía mal. En Italia habíamos estado en una especie de limbo, en el que se entremezclaban los sentimientos, pero la vuelta a España fue una losa de realidad dura. Mi padre había intentado hablar conmigo, pero yo me había cerrado en banda. Pese a que recordase momentos con él, todavía no me sentía preparada. Mi madre prefirió que pasáramos el año nuevo en Italia y volvimos ayer. Pedri nos estaba esperando en la puerta de casa. Fue un reencuentro bonito, pero marcado por el silencio. Mi madre pidió la cena y Pedri nos entretuvo contándonos sus vacaciones en familia. Más tarde, subimos a la habitación y nos tumbamos juntos.

-¿Vais a quedaros en España?

-Sí, mi madre no tiene intención de marcharse. Está contenta con su trabajo. Además, le dije que quería hacer el selectivo y estudiar aquí.

-¿No le has comentado nada de lo que te dije de vivir juntos?

Negué con la cabeza.

-Creo que no es buen momento. Más adelante.

-Esperaré el tiempo que haga falta.

-¿Y Fer cómo está?

-Muy bien, aunque me tiene un poco preocupado. ¿Te acuerdas que con Bego parecía la cosa ir adelante? Pues el otro día llegó con otra chica. Ya la ha traído varias veces a casa y me incomoda un poco.

-¿Y eso?

-No sé, me da la sensación de que se aprovecha de él ¿Sabes?

-¿Se lo has comentado?

-No, pero debería hacerlo. ¿Estás cansada?

-Bastante.

-Pues a dormir, para otras cosas tenemos todo el tiempo del mundo.

-No es que...—me cortó—

-No te preocupes, lo entiendo perfectamente. Lo único que me apetece ahora es abrazarte, Valentina.

Así estuvimos la mayor parte de la noche.

******

-¿Vienes a ver jugar a Pedri? Nos ha dado entradas para ir con Fer hoy al Camp Nou.

-Gracias, hija, pero voy a quedarme organizando el trabajo, no te preocupes. ¿Cenarás en casa?

-Seguramente sí, volveremos aquí cuando acabe el partido.

-Os dejaré la cena preparada ¿Vale? Si necesitaras algo, llámame, si no estaré en el despacho.

-Gracias mamá.

Sentía la casa más vacía de lo normal, no había cambiado la decoración, pero en el fondo notaba la ausencia de mi padre cada vez más.

Fui a ducharme para estar lista cuando viniera a recogerme y todo fue bien hasta que subí en el coche y me encontré con la nueva "amiga" de Fer. Me saludó y siguió hablando con él. Ahora entendía la preocupación de Pedri por ella. Intenté evadirme y hablé por el móvil hasta que llegamos allí.

La clave (Pedri González) [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora