IV. Rabia

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20 de diciembre

POV Pedri

-Mi madre va a venir a por mí en unas horas. Pasamos las Navidades en Milán.

Eso significaba que íbamos a estar separados en vacaciones. No sabía que decirle para consolarla. La noche anterior la pasamos en mi habitación. Ella no dejaba de llorar y yo lo único que pude hacer es acompañarla.

-¿Te queda claro que si pudiese me iría contigo, verdad?

Valentía asintió con la cabeza y me abrazó. Hoy tenía una grabación organizada con el Club y mañana era el acto oficial del equipo antes de las vacaciones. Y me jodía saber que ella iba a estar mal por lo de su padre y lejos de mí.

-No te preocupes, vecinito. Mi padre se ha ido de casa así que iré a hacerme la maleta.

-Te acompaño.

-No, quiero pasar unas horas sola. Además tienes que ir a grabar, aunque no te apetezca hazlo por mí.

Me acerqué a besarla. Yo volvería a Tenerife en Navidades y le había preparado una sorpresa, pero todo lo ocurrido había cambiado los planes. Todos los planes y ahora me daba miedo perderla.

-¿Sabes que te quiero y que si me llamas cojo el primer vuelo de la isla a Milán, no?

-Sé que harías eso y más por mí. Pero no voy a dejarte, porque mereces pasar tiempo con tu familia y tu gente. 

Volví a besarla. Le pedí que se diese una última ducha conmigo antes de volver a su casa y ella aceptó. Se metió en la ducha y la seguí, quería sentirla cerca.

-Van a ser muchos días sin poder tenerte así, Valentina.

-Prométeme que no me olvidaras.

-¿Cómo voy a olvidarme de ti? No digas tonterías

Ella soltó un suspiro y me abrazó.

POV Valentina

La rabia que sentía por dentro era indescriptible, no sé que hubiese pasado de no estar Pedri en esos momentos conmigo. Deseaba no volver a ver a mi padre nunca más y solo tenía ganas de abrazar y consolar a mi madre. Pasar juntas las Navidades en Milán con el resto de la familia era el mejor plan en estos momentos, aunque eso supusiese no verle durante un tiempo. La casa estaba vacía y el silencio pesaba como una losa. Fui directa a mi habitación y saqué la maleta grande, metí todo lo que se me ocurrió y también preparé algunas cosas de las maletas de mi madre. Mi padre se había llevado unos cuantos trajes de su armario. Qué asco. Las imágenes volvían a mi mente.

La llegada a mi madre fue inesperada y su actitud también. Sé que se hacía la fuerte para que yo también lo estuviese, pero en el fondo la veía muy triste. Las dos pretendíamos no exteriorizarlo, pero así era. Me dio saludos y abrazos de Chiara, me había preparado un mini viaje a los Alpes en cuanto pasase el día 24. La amo. Si hubiese tenido una hermana, no me hubiese querido tanto como Chiara lo hacía.

Pedri me pasó fotos del backstage de la grabación. Estaba guapísimo. Le escribí.

-Otras 1000 candidatas más en cuanto suban ese vídeo.

-Tú no tienes comparación, vecinita. ¿Cómo vais?

-En breve nos iremos al aeropuerto.

-Ve informándome de todo, te quiero.

Ese te quiero sonaba a cuidado, a un tipo de relación que por desgracia no habíamos vivido durante estos meses.

En el aeropuerto me entretuve mirando stories de la cuenta que me creó Pedri y me salieron varias suyas de ese mismo día. Una modelo atractiva posaba junto a él y su compañero de equipo. Pedri te quiere, no más celos Valentina. El embarque fue rápido y en menos de lo esperado llegamos a Malpensa. Mi madre estaba muy pendiente de mí, se preocupaba por que no me faltara de nada y yo igual con ella. Esto nos iba a unir aún más, aunque yo no me imaginaba hasta qué punto.

Mis tías nos recibieron con comida casera y tras comer un poco, subí a la habitación de mi primo a escribirle a Pedri. Él preparaba su maleta para irse el miércoles a Tenerife.

-Mañana va a ser un día estresante, espero poder hablar contigo por la noche.

-¿Y eso?

-¿No te acuerdas de la comida del Club?

-Ah, sí, sí es verdad.

-Antes tengo que ir a hacer una entrevista, me han nominado para un trofeo.

-¿Qué dices?

-Sí, sí. Eres la primera en saberlo aparte de mi familia.

-Y vas a ganarlo, por supuesto, vecinito.

-Está muy difícil, tampoco he hecho una gran temporada.

Lo imité de forma irónica.

-Oye, no te burles que no puedo vengarme a la distancia.

-Es lo que hay, Pedri. Espero que tengas buen viaje de vuelta a casa, dale recuerdos a tus padres y tíos.

-De tu parte, vecinita. ¿Cómo está tu madre?

-Creo que entretenida. Le gusta el ambiente familiar y le ayuda a no pensar. Sabes que Chiara me ha invitado a la casa que alquila su abuela en los Alpes.

-Sí, algo había oido.

-¿Cómo, lo sabías?

-Sí, desde que pasó lo de tu padre, Chiara y yo hablamos de ti por privado, nada malo. Ella solo quiere saber cómo estás.

-Vaya, vaya. Supongo que gracias.

-Te quiere bien, ¿lo sabes, no?

-Sí, es como una hermana.

-Me alegro, así es. Bueno vecinita, voy a colgarte. Mañana te pasaré fotos de mi traje.

-Vale, vecinito. Buenas noches.

Colgué y sentí una profunda tristeza. Él en Barcelona, yo en Milán y aunque todo estaba bien entre nosotros, intuía que lo de mi padre iba a provocar problemas tarde o temprano. Tocaron a la puerta, mi tía Elisabetta entró y me ofreció chocolate caliente.

-Grazie mille zia

-Prego, bella principessa.

La habitación de mi primo fue mi habitación de esos días, él estaba en Firenze de viaje con sus amigos y no iba a volver hasta final de año. Me tumbé en la cama y observé la calidez que producía la estufa encendida y la conversación en italiano que mantenían mis tías de fondo, me recordaba aquellas tardes de invierno en casa de la abuela, donde el tiempo parecía detenerse y nada malo sucedía alrededor. 

La clave (Pedri González) [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora